2 – Navegar en cada lágrima
Navegar en cada lágrima,
como capitán sin barco,
un tanto loco,
sin más pretensión
que surcar hasta el infinito las olas.
Descansar en cubierta,
a la intemperie,
sin más tripulación que mi fe;
con la piel curtida,
robustos los brazos,
y las piernas,
y polvo en los pies
secos,
agrietados,
sedientos de océanos pacíficos.
Capitán sin timón,
sólo con catalejo.
Capitán grumete soy.
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