Al Dios desconocido (Hechos 17, 15.22-18,1)
Es curioso de la llegada de Pablo a Atenas ese detalle de la escultura al Dios desconocido. Me llama la atención por dos cosas que creo ue pueden ser útiles para la oración de hoy.
La primera es la capacidad, la sensibilidad, la espiritualidad, la profundidad… de los atenienses que reconocen y saben la existencia de alguien, de algo, que sobrepasa su entendimiento humano, su capacidad para poner nombres y explicar acontecimientos. Un Dios inabarcable. Su cortedad humana no impideel reconocimiento de una deidad así. Vivimos en un mundo, en pleno siglo XXI, en que parece que ha vuelto la terquedad y la cortedad y ya muchos ni siquieran tienen la capacidad de los atenienses de mirar má allá de sus narices, de buscar más allá de sus mentes o de sus acciones. Hoy pido por todos ellos.
La segunda, y más importante, es que como cristianos que somos nosotros nos vemos incapacitados para hacer una escultura semejante. ¿Al Dios desconocido? ¡Nuestro Dios se dio a conocer! Jesús. Conocemos mucho y nos queda mucho. Pero ser hombre y mujer, viviendo en Dios y con Dios, es más fácil desde entonces.
Un abrazo fraterno
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