Bendigo al Señor en todo momento (Sal 33)

Soy de las personas a las que les cuesta enormemente tener un rato de oración diaria. Ese tipo de disciplinas son especialmente costosas para mi. Con el blog estoy descubriendo la manera de mantenerme firme ante ello. Pero la dificultad ha sido siempre la constante… En cambio siempre he tenido presente al Señor en mi vida a lo largo del día, lo he «bendecido en todo momento» como reza el salmo de hoy.

Bendigo al Señor cuando estoy alegre, cuando el sol acaricia mi ventana por la mañana porque eso me llena de energía. Bendigo al Señor cuando paseo en primavera o cuando el viento fuerte del invierno da sobre mi cabeza y me hace sentir vivo. Bendigo al Señor cuando escucho música y la música me transporta más allá de mi. Lo bendigo cuando me rio con Álvaro, mi hijo, cuando lo acaricio y él me llena de besos y me llama papá. Bendigo al Señor cuando vivo con Esther los momentos más pequeñitos de la existencia, momentos que ella consigue hacer grandes y que me ha enseñado a mi también. Bendigo al Señor cada vez que del corazón me brota llamar hermano a las personas de mi comunidad, cuando siento que ellos son mi bastón y que me aman porque me conocen. Bendigo al Señor en medio de la naturaleza, tanto en los anchos campos de Castilla como a la orilla del bravío océano Atlántico. Bendigo al Señor cuando me quedo satisfecho con mi día de trabajo. Lo bendigo cuando nuevas personas se cruzan en mi vida y algunas se quedan. Bendigo al Señor cuando disfruto con mis sentidos: cuando enciendo las velas de mi casa, cuando el perfume llega a mi pituitaria, en las buenas comidas, al hacer ejercicio y sentir el cuerpo cansado… Bendigo al Señor cuando los chicos a los que acompaño en catequesis me sorprenden y me enseñan cómo se busca a Dios.
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No creo que todo esto sustituya al rato de oración personal necesario para «guardar en el corazón» la Palabra y lo vivido pero, sin duda, es mi manera de hacer partícipe al Señor de todo aquello cuanto me sucede.

Un abrazo fraterno

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