Bendito el Señor, mi roca (Sal 143)
Es una de las imágenes de Dios que más me gusta, una de las denominaciones preferidas, de las metáforas que degusto con más placer: mi roca.
En Dios me hago fuerte. Lo digo porque soy débil solo. Me descubrí débil hace tiempo y creo que fue una de las cosas que más cambió mi vida, mi fe, mi yo. Saber que soy débil ha hecho afianzar en mi la seguridad de que sólo en Dios me hago fuerte. Sólo cuando dirijo hacia Él mi mirada, cuando me pongo en sus manos, cuando me dejo acoger bajo sus manos en la cruz… sólo ahí soy fuerte. ¡Bendito Tú, Señor, mi roca!
Los vientos de la vida son fuertes. Tal vez me erosionan y me reconfiguran pero no pueden conmigo. La roca hecha de amor de Dios pesa demasiado. Cada vez más. Cuando llegan los miedos, las dudas… cuando se reabren las heridas… la roca permanece, sobria, sencilla, desgastada pero firme.
¡Bendito el Señor, mi roca!
Un abrazo fraterno
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