Caminad por una senda llana (Hb 12, 4-7.11-15)
Hoy me ha llamado profundamente la atención esta frase de la carta a los Hebreos. En medio de una hermosa exhortación a fortalecer manos débiles, a robustecer rodillas vacilantes… aparece esta indicación tremendamente valiosa por su carga de sano realismo y por su llamamiento a «no perder la cabeza».
En nuestro entorno cristiano, de personas implicadas en catequesis, ONG’s, voluntariados, parroquias, etc. uno a veces encuentra las mayores dificultades para crecer personalmente justamente donde menos se lo espera. Esa sensación de que uno tiene que hacer muchas cosas, meterse en cien mil asuntos, ir a todas las convivencias, programar todas las actividades, estar implicado en diversos y variados asuntos, gastar las vacaciones en campamentos, cursos, etc. Nos convencemos que más implicados estamos y más trabajamos por el Reino cuantas más cosas hagamos. Y esto, creo, que puede llegar a ser peligroso. A mi me ha costado mucho descubrirlo porque mi tendencia natural es a meterme en la espiral de activismo que acabo de relatar. Y claro, cuantas más cosas hago menos tiempo para mi… y uno no siempre puede permitirse ese lujo.
Esta Palabra de hoy me recuerda que por supuesto hay que caminar, nunca pararse. Pero hay momentos en que tenemos que buscar caminos llanos. Hay que vivir consciente y saber que no siempre es momento de muchas cosas, de grandes cosas, de grandes donaciones, de grandes misiones, de gastar mucho tiempo, de forzar la máquina… No siempre estamos en condiciones. Hay heridas, cansancios, motivaciones, situaciones… que no podemos obviar. La Palabra de hoy creo que nos invita a no obviarlo y a dedicarse también tiempo a curar, fortalecer, revisar… para ser verdaderamente útiles a la batalla por el Reino. Un ejército de tullidos, por mucha voluntad que tengan, no gana batallas.
Un abrazo fraterno
Foto extraida de: http://flickr.com/photos/neregauzak
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