Carta a Ban Ki-moon
Apreciado señor,
es la primera vez que le escribo una carta a un Secretario General de las Naciones Unidas así que le pido que me disculpe las incorrecciones protocolarias y las meteduras de pata diplomáticas.
Quería, desde mi posición de ciudadano del mundo (que no es poco), darle la bienvenida a su nuevo puesto, animarle en su nueva tarea y desearle toda la suerte del mundo para que aquellos objetivos que se fije como prioritarios pueden alcanzarse a lo largo de su mandato. Siempre he pensado que debe ser muy difícil esto de ser Secretario General de la ONU. Es ser como un jefazo pero sin tener a nadie a tu cargo, es como ser ese que dice lo que hay que hacer pero que depende de otros para que su orden se ejecute. Debe dar mucha desazón y traer al corazón mucho desasosiego el enfrentarse día a día con la imposibilidad de hacer más, con la sordera de otros, con la ceguera de muchos. Ojalá le vaya bien.
La ONU es un organismo que, creo, que los ciudadanos valoramos. Valoramos a los cascos azules, valoramos los camiones con ayuda humanitaria, valoramos la declaración de los derechos humanos, valoramos el intento por conciliar y solucionar problemas de todos… Pero el desazón del que antes le hablaba también nos acaba llegando a los que creemos que la ONU está llamada a ser lo que nadie quiere que sea: un lugar de encuentro de naciones, de políticas, de personas, de culturas. Un ámbito donde discutir y buscar acuerdos y puntos de encuentro. Un ámbito donde mejorar el mundo y sus relaciones. El lugar privilegiado para sentir que, antes que español o francés o americano o venezolano, pertenezco a la familia humana. Esto no ha sido posible hasta ahora. Posiblemente la ONU naciera ya con una tara física que le impide avanzar: el «derecho a veto» de unos países sobre otros, la balanza desigual, las categorías en la teoría y en la práctica. Unos pueden reprender a otros pero nunca pueden ser reprendidos. Tara decisiva ésta. Intolerable. La ONU no puede seguir existiendo mientras USA, Rusia, China, Francia y Gran Bretaña tengan poder sobre el resto del mundo. Esta es su primera tarea Sr. Ki-moon. Posiblemente nunca consigamos verlo pero necesitamos soñarlo.
África sigue muriéndose de hambre, de SIDA, de guerra. Occidente sigue descubriendo nuevas enfermedades generadas por el exceso, el bienestar y el progreso. Oriente Próximo igual de sepaado que siempre. El terrorismo generando miedo por doquier. Pero no sólo es esto el mundo con el que le va a tocar lidiar Sr. Ki-moon. La mayoría somos personas de buen corazón, con sueños, aspiraciones, pacíficas y felices. Ese también es su mundo. No todo está pérdido. Cárguese de sueños ante la realidad innegable. Póngase en manos de Dios y de su vida por el mundo. Para eso está usted ahí. No necesitamos gestores sino profetas. No necesitamos diplomáticos sino guerreros de la luz.
Cuente con mi pequeño porcentaje para la construcción de un mundo mejor. Es lo único que le puedo ofrecer. Y no es poco.
Un afectuoso saludo
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