Carta a mi hijo Álvaro
Querido hijo…
Me apetece escribirte esta noche. Lo llevo dentro del corazón. Lo quiero decir con esa música de fondo con la que me engaño y me creo que esto es como una gran película, de esas que te ponen la carne de gallina mientras aprietas los dedos a los reposabrazos de la butaca centrada de la sala.
Hoy te fui a buscar al cole. Tenías predeporte. Después de pedirlo insistentemente el año pasado, este año tú madre y yo pensamos que era algo bueno para ti. El deporte siempre es sano cuando se inspira en los valores que lo han sostenido todos estos siglos. Correr, jugar, sudar, reirse junto a otros intentando alcanzar un objetivo, pelearse con uno mismo por conseguir el nuevo reto, ejercitar al cuerpo y tenerlo a raya… Además, con lo nerviosillo que tú eres sabíamos que te iba a venir bien algo de desfogue. ¡Y que de la música no vive el hombre! ¡Ni sólo de sueños e imaginación! Abre puertas que ya tendrás tiempo de elegir por cuál entras…
Cuando llegué al polideportivo escuché tu voz llamándome desde la pista. Me viste antes de que yo te pudiera ubicar. Allí estabas sudando a chorro y botando un balón. Con una sonrida de oreja a oreja. Y fue ahí donde pasó. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Si quieres que te lo cuente… no vale reirse… tu padre es así, ya lo sabes tú… Te miré y te vi tan mayor… Te vi hecho un niño hecho y derecho. Pienso en tu edad y 5 años no me dicen nada. Me dicen cuando te veo. No sé si son muchos o pocos. Sé que hoy te vi mayor y que sentí al tiempo recorrerme de arriba a abajo en un carrerón fugaz que casi me deja sin aliento.
¿Sabes? Todavía recuerdo aquella noche del 6 al 7 de septiembre, junto a tu madre, en el hospital de Alcorcón. Recuerdo como si fuera hoy la de uñas que me hubiera comido en la soledad de la sala de espera de paritorio. Recuerdo tu primer llanto. Recuerdo que me encogí. ¡Madre mía! ¡Cómo olvidarlo! Recuerdo las primeras palabras que te dije y cómo te miré. Recuerdo tu primer pañal y tu primer baño. Recuerdo a mamá apretándote a su pecho de madrugada y apuntando las horas de las tomas. Recuerdo la primera vez que viste Coruña o Badalona. Y la congoja del primer día de guardería. Tu primer cumpleaños con «el tractor de san Pedro» que aún sigue por ahí disfrutándolo tu hermana. Recuerdo tu primer viaje en avión y en coche. Recuerdo la primera vez que te puse Nessum Dorma. ¡Y tus primeros reyes y el primer tambor! Recuerdo tus primeras pesadillas y los brazos nocturnos calmándote. Recuerdo el primer capítulo de Caillou, ya de la familia. ¡Y nuestro primer teatro! Recuerdo a tus primeros amigos y el primer día en el cole. Recuerdo la emoción en tu segundo cumpleaños. Tu primera bici. Tu primer muñeco. Tu primer delantal. Tu primer playmobil. Recuerdo cómo te gustaba el cuento de Teo y su familia. Lo recuerdo todo. Y hoy me viene todo.
Hoy te vi mayor. Descubro que el tiempo pasa. No es que sea tonto pero, a veces, quiero disfrutar de estos sentimientos aunque sea para llorar. Me siento vivo. Siento que mi corazón palpita. Que sufro por amor. Que te adoro. Que te mataría a besos. Que me encantas. Que estoy enamorado de ti.
Cada edad tiene su gracia. Ahora vamos los dos en bici y vemos alguna que otra peli juntos ya. La relación va cambiando. Y ambos nos conocemos más. Yo me sé tus puntos débiles y tú los míos. Nos conocemos y nos respetamos. Cada año que pasa trae alegrías y novedosas sorpresas. Pero cierto es que ya hemos quemado una etapa que no volverá. Creo que la he disfrutado a tope. No se me ha quedado casi nada en el tintero contigo. Lo vivido, vivido está.
¡Ay madre cómo he llorado escribiendo esto! En eso somos parecidos. Mucho más sensibles de lo que parecemos. Ilusionados por todo, vivindo al cien por cien cada momento. Y a veces con dificultades para explotar emocionalmente… En fin… ¡¡¿Cómo no voy a querer tener otro hijo?!! La paternidad es algo que no se puede explicar. Imposible contarlo. No admite demasiados cálculos. Se mide en amor, en sufrimiento, en vida gastada.
¿Sabes hijo? Ya casi no me queda pelo. Ja, ja, ja… El trabajo, esta gran ciudad, vosotros… todo pesa a la hora de perder cabello… Y lo cierto es que ya me da un poco igual. Mis manos están curtidas de abrazos. Mi boca conoce tu sabor y el de tu hermana y el de tu madre… Mis ojos son los más bellos del mundo porque reflejan vuestra alegría. Cursi pero bonito… con un par (ya lo entenderás cuando seas más mayor)…
Sigue creciendo. Tu madre y yo estaremos a tu lado. Listos a darte la mano cuando lo necesites y felices de verte ejercitar el vuelo poco a poco. Eres un préstamo maravilloso del Padre. Te quiero tal y como eres.
Muchos, muchos besos. Te quiero.
Papá
y ahora he sido yo la que se ha emocionado. Gracias por este REGALO.
«Eres un préstamo maravilloso del Padre. Te quiero tal y como eres».
Todo me emocionó especialmente, pero esta línea, casi rezo, me llega al corazón y me invita a hacer yo misma esa declaración hacia mis hijas.
gracias!
Menos mal que sigues escribiendo.
Me quedo con ésto, ahora que ya vamos sabiendo en qué consiste:
«La paternidad es algo que no se puede explicar. Imposible contarlo. No admite demasiados cálculos. Se mide en amor, en sufrimiento, en vida gastada.»
Hoy hemos dormido cuatro horas… 😉
Un beso
Precioso, tierno, «completo»………… Para mi que crecí sin padre porque él así lo decidió leerte ha sido todo un descubrimiento. Viví mi maternidad con ansias, con vehemencia por la vida y por mi hija. Por darle toda la felicidad y todo el amor y en ti descubro que un papá también puede dar todo de si en este empeño.
Besitos y enhorabuena por VIVIR
Si no lo veo no lo creo. Un antiguo compañero mío de foros del Ágora con un blog parecidísimo al mío. Es por eso que no puedo evitar el postearte algo, con tu permiso.
Precioso todo lo escrito, a esta lectora se le ha puesto la piel de gallina 🙂
Un saludo, y eres bienvenido a Cartas a Los Míos cuando quieras 😉
http://cartasalosmios.blogspot.com
Edurne- Edi.
Me quedo con la frase que cita Analia, «“Eres un préstamo maravilloso del Padre»».
Efectivamente, los hijos, no son de nuestra propiedad, tan solo son ese tierno regalo, esa amada y sufrida paternidad para que un día, también den el salto del nido y vuelen.
Nada se puede transmitir, hacer sentir por mucho que lo espliques, pero los que somos padres, te entendemos perfectamente, solo necesitas decir una palabra, te quiero hijo mio, eres mi vida.
Ya verás cuando sea abuelo……Gozada elevada a 1000…….
Un abrazo:Sejo
A mi tb m has emocionado…GRACIAS enormes!
¡¡QUÉ CRACK!!
Lo leo por enésima vez, y conociéndoos, y viéndoos, y sintiendo esa sana envidia…yo también lloro.
Gracias Santi, no sabes lo importante que está siendo para mi vuestro testimonio de familia y padres…
Un abrazo
TeSs
Santi si que es cierto que te gusta escribir, me sorprende lo larga que es la carta sigue asi. un saludo