Carta después de un debate electoral I
No sé muy bien a quién dirigir esta misiva.
Después del debate que acabamos de presenciar entre los dos candidatos principales a la Presidencia del Gobierno de España posiblemente la mayoría de la población se encuentre durmiendo en lugar de pulsar la opinión primera de periódicos y televisiones como yo estoy haciendo. No lo considero una virtud porque la verdad es que a esta altura de la noche pocos de los analistas coinciden con mi valoración.
Por supuesto que he seguido el debate con extremo interés aunque también es cierto que soy más amante de los debates más libres y espontáneos aún a riesgo de que deparen sorpresas desagradables. Recuerdo con gusto el debate entre Royal y Sarkozy y sigo con envidia el formato de los debates de las primarias americanas. De todas maneras, esto es lo que hay en este país con esta clase política tan cobarde y falta de frescura personal.
No voy a esconder que ninguno de los dos candidatos me resulta antipático y que intento ser bastante ecuánime en mi postura. Rajoy es un excelente orador y con un discurso preparado al detalle y argumentado de manera brillante. Zapatero es mucho más fresco y su optimismo antropológico, defecto para algunos, es innegable que es positivo frente a la catástrofe absoluta. Hoy creo que han estado bien ambos aunque demasiado encorsetados. ¿Por qué tan poco aire fresco? ¿Por qué ese tufo a discursos inamovibles? Esto no hay que identificarlo con las chispas que suelen detectar los periodistas de oficio. Ellos identifican la frescura y el dinamismo con la carnaza. Yo no. Yo identifico la chispa con la posibilidad de que cada candidato lleve el debate adonde quiera, pregunte lo que quiera, pueda interrumpir lo que quiera… ¿que no son educados? Problema de ellos. Pero ahí veríamos el «punch» personal de cada uno.
A Zapatero lo he visto «menos él» que a Rajoy. Mucho más tenso, serio y rígido de lo que suele ser. Apelando demasiado al ex-gobierno del PP y con demasiadas cifras en el bolsillo. Él es el Presidente y eso te da un empuje y una planta institucional que debía haber aprovechado. Rajoy demasiado repetitivo en algunos temas y apelando poco a su ironía gallega. Su mejor momento al apelar las incoherencias en política antiterrorista.
Evidentemente se han echado en falta respuestas a qué propone cada partido para determinados problemas de la calle: ¿Se va a rebajar la edad penal? ¿Qué va a pasar con la relación Iglesia-Estado? ¿Qué medidas concretas a nivel de conciliación de vida familiar y laboral? ¿Qué modelo de estado concreto plantea cada uno? ¿Qué pasa con la ley electoral? ¿Qué piensan hacer en los pactos post-electorales? ¿Cuál es la posición sobre Cuba? ¿Y sobre Kosovo? ¿En qué consiste realmente el contrato para los inmigrantes? ¿Cuál es el modelo de relación con USA? ¿Y qué hay de la posibilidad para los padres de elegir de manera real el colegio para sus hijos? ¿No es posible un pacto de estado en Educación? Etc, etc, etc… Yo propondría que cada candidato hiciera un test de preguntas a contestar entre Sí/No del estilo de «¿Usted está de acuerdo con la incorporación de Turquía a la UE, sí o no?» que le espetó Sarkozy a Royal… Esas son las preguntas que necesitamos. Y respuestas del estilo «Yo no».
De lo que estoy convencido es que para lo visto esta noche no hacían falta ni 29 cámaras ni a los cronometradores de la ACB, ni a seis asesores por barba, ni moderador, ni mesa de diseño… En eso hemos hecho el ridículo. Ellos, desde luego, estarán orgullosísimos…
¿Que me moje? Creo que ha estado muy equilibrado. Si tengo que elegir… creo que ha estado mejor el Sr. Rajoy.
Un saludo
A mí me ha producido tristeza, si te soy sincero. Necesitamos gobernantes que miren hacia el futuro, no que se enfanguen en un pasado del que poco aprenden. Necesitamos gobernantes que no tengan que fingir una pretendida cercanía a los ciudadanos por estrategia electoral, sino que conozcan sus problemas y se hagan partícipes de ellos. Necesitamos gobernantes que no necesiten de seis asesores de imagen para ponerse delante de una cámara, que no tengan que negociar hasta la temperatura del estudio donde van a exponer sus propuestas, que se atrevan a enfrentarse a las preguntas de periodistas de los de verdad, que hagan de la coherencia y de la autenticidad su mejor discurso aprendido. Necesitamos gobernantes de mayor talla intelectual y menor gusto por la palabrería de trazo grueso. Necesitamos gobernantes con vocación de servir, y no servidores de vocaciones que poco tienen que ver con lo que debería ser la política con mayúsculas.
Creo que hemos perdido todos.
Todos menos Campo Vidal. Al que le ha salido muy rentable la jugada.
Gracias por compartir tus reflexiones, Santi.
Estoy de acuerdo con ambos:
Muchos datos, mucho gráfico, que por cierto, la primera vez ni se veían.
A los debates les falta frescura, espontaneidad, calor, en todos los sentidos, que suden un poco, que se mojen y que bajen al ruedo, al de verdad, a la oscuridad del metro, a los apretujones del autobús con miedo a que te roben el móvil o la cartera, al bar del trabajador donde con los postres y el carajillo se habla claramente, aunque se suelten tacos, se sea incluso grosero. O a la cafetería cerca del trabajo, donde no solamente se habla de fútbol.
Me da la sensación que aquí, incluso en el resto de Europa, se tiende a dividir La Unión Europea, los países en dos grandes bloques políticos, al estilo americano, a imitar sus economías, porque siempre hay alguno que dice que no se puede hacer otra.
Nuestra política, es la que queremos tener, porque el poder, no lo tienen ellos, ni mucho menos, el poder de cambiar las cosas, los tenemos nosotros, los socorridos votantes a los que se nos promete el edén o el Infierno, según se mire, por nuestro voto.
Yo votaré, claro que sí, pero sin la coacción del voto útil, votaré a quien me de la gana, y perdón, y no a quien ellos quieren que les voten.
Gracias Santi: Un abrazo-Sejo
aquí si que viene muy bien esto de que «lo aparente nunca es real»