Casa, hermanos, padres, hijos, tierras… (Marcos 10,28-31)
Ayer contemplábamos la conversación de Jesús con el joven rico y recuerdo mi compartir en mi comunidad comentando que, claro, los que teníamos poco dinero y no éramos ricos pues teníamos menos problema en seguir a Jesús de esa manera tan desprendida. Pero resulta que hoy viene Jesús, intuyendo lo que muchos dirían ayer, y va más allá: dejar casa, hermanos, padres, hijos, tierras… por Él. ¡Buuuffffff! Qué vértigo…
La exigencia de Jesús es toda nuestra persona, sin reservas. Vuelve a insistir en ser Él el CENTRO de toda nuestra vida, acción y amor; el centro de nuestro corazón. Todo por Él. Todo para Él. Todo desde Él.
Está claro que el mensaje está siendo machacón estos días…
Un abrazo fraterno
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