Lo poseemos todo (II Corintios 6, 1-10)

No conocía esta parte de la carta a los Corintios y ha sido todo un descubrimiento. Su lectura me ha llenado de fuerza y me animado a ser «de una manera». Pongo el último fragmento, al que voy a acudir más de una vez.

Unos nos alaban y otros nos deshonran;
unos nos calumnian y otros nos elogian.
Se nos considera impostores, aunque decimos la verdad;
quieren ignorarnos, pero somos bien conocidos;
estamos al borde de la muerte, pero seguimos con vida;
nos castigan, pero sin llegar a matarnos;
nos tienen por tristes, pero estamos siempre alegres;
nos consideran pobres, pero enriquecemos a muchos;
piensan que no tenemos nada, pero lo poseemos todo.

Un abrazo fraterno

Apacienta mis ovejas (Juan 21,15-19)

Esta lectura de Juan tiene un nombre grabado en mi corazón: Felipe. Es lo que hay. Hoy por hoy soy incapaz de leerla desde otro prisma, de llevarla a mi vida… Es como si fuera suya, como si la hubiera comprado en propiedad.

Felipe es uno de mis hermanos de comunidad y esta lectura es tremendamente especial para él y muy importante en su vida. Inevitablemente, año tras año, cuando sale, rezo a Dios por Él. No le pido nada en especial ni le encomiendo por nada en particular. Simplemente lo pongo delante del Padre.

Felipe y yo somos distintos en muchas cosas y nos reconocemos diferentes. Pero la vida comunitaria nos ha hecho hermanos y así me siento con él. Lo quiero y acojo lo que es con extremo cariño y delicado cuidado. Me siento acogido por él de la misma manera. No estamos de acuerdo en todo ni vivimos muchas cosas de la misma manera. Cuando hablamos solemos entendernos mejor que cuando callamos y nuestra familia es también para familia del otro. Aprendo mucho escuchándole y me beneficio de continuo de sus dones. Tenerlo cerca me da seguridad y es para mi una opinión de peso cuando me hallo en momento de importante decisión.

Un hermano pastor… Bendícele Padre.

Un abrazo fraterno

Mi carne descansa serena (Salmo 15)

Que salmo más hermoso este salmo 15. Lo leo y lo releo y descubro en él el modelo de vida y de fe en el que creo profundamente y por el que voy apostando: saberme amado y protegido, saber que poner mi vida en manos de Dios es apuesta segura, saber que puedo descansar sereno porque «mi suerte está en su mano».

Son tiempos en los que este descanso en Dios me está permitiendo vivir con paz la búsqueda de trabajo de Esther, la organización diaria en la familia y el futuro, los proyectos personales, comunitarios y eclesiales en los que ando embarcado… Es tiempo del Espíritu y yo estoy plenamente convencido de que seremos conducidos por el sendero por el que se nos espera. Si estamos a la escucha of course y no ponemos demasiadas trabas…

Un abrazo fraterno

El mundo los ha odiado porque no son del mundo (Juan 17,11b-19)

Es difícil orar con unas lecturas como las de hoy. Me he puesto el instrumental del «Nada te turbe» de Taizé a ver si la plegaria me fluye más fácilmente. Lo cierto es que leyéndolas me surge una emoción tremenda de gratitud y me surje recuperar una postura que adoptaba con frecuencia en un retiro que hice en Coruña allá por el año 2000 y que significó mucho para mi: postrado ante la cruz, recogido, débil, buscando la mano protectora y amorosa del Padre. Dócil a sus deseos y sin más pretensión que hacer el bien y ser feliz. Eso me surge hoy también sentado en el ordenador en mi casa.

Leo la Palabra y descubro a un Jesús que ora por mi y que pronuncia palabras que también hoy puedo hacer mías. El mundo todo esto no lo entiende. Es un lenguaje, una actitud, una fe, un estilo… ¡tan poco del mundo! A veces me considero tonto, panoli, inocente, demasiado confiado… pero sé que no es así. Al revés. En esto que el mundo desecha, YO ME HAGO FUERTE. En el diálogo, en la cercanía, en priorizar a las personas, en procurar atención al que lo necesita, en intentar escuchar, en no responder al golpe, a la agresión… en no luchar por ser más que nadie sino simplemente yo… No sé… Son tantas cosas.

Hoy poco todo esto delante de Dios y que Él haga con ello lo mejor.

Un abrazo fraterno

No me hago responsable (Hechos 20, 17-27)

Me ha llamado poderosamente la atención hoy la primera lectura de Hechos y las palabras de Pablo. En definitiva lo que entiendo que viene a decir es que él ha dado lo que tenía que dar, ha dado testimonio, ha predicado y no se ha dejado nada en el tintero. Poco más puede hacer. Y no se hace responsable del devenir de los recién evangelizados.

¡Cuántas veces yo me hago, me siento, responsable de muchos, de mucho! Muchas veces pensando que hago un bien pero también muchas veces porque creo que en mi está la clave del éxito, del cambio, del corazón convertido… En el fondo me hago responsable porque me juego mi credibilidad, mi imagen, la estima de otros… o eso creo yo. Dejo poco a Dios ser el protagonista absoluto de los frutos de mi siembra, de la siembra misma. Gracias Padre por esta Palabra de hoy.

Un abrazo fraterno

Siddharta

Hoy tuvimos sesión formativa en la comunidad. Desde hace ya meses estamos profundizando en el hecho religioso y llevamos 2 sesiones aproximándonos al budismo. Estas últimas semanas hemos leído el libro de Ramiro Calle sobre Buda y hoy lo pusimos en común.

La verdad es que el libro me gutó, muy fácil de leer y lleva a un conocimiento inicial sobre la persona de Buda muy interesante. Yo encontré la historia de un hombre con una inquietud que le lleva a tomar decisiones drásticas en su vida. Un hombre en búsqueda, volcado en el cumplimiento de vocación y decidido a llegar a la iluminación que le pemitiera ser luz para los demás. Esto suena bastante a lo nuestro ¿verdad? Es verdad que hay diferencias pero también muchas similitudes. Detrás de la figura de Jesús se respira sabiduría oriental muchas veces que luego hemos ido occidentalizando y cuadriculando. Por eso es bueno estudiar estas cosas y abrir un poquillo la perspectiva.

Me llamó mucho la atención la enseñanza sobre la paz interior, objetivo final de las personas. ¿Es eso la felicidad? ¿Paz interior? Sin duda, puede serlo.

Un abrazo fraterno

¿Qué significa esto? (Juan 16, 16-20)

¡Cuántas veces no entendemos nada! ¡Cuántas veces le diríamos a Jesús a la cara que no sabemos lo que significa esto? Es difícil saber qué quiere Dios de uno, es difícil saber cómo pretende que seamos felices y luego se silencia ante sucesos devastadores, es difícil dar sentido a situaciones que no lo tienen…

Esta pregunta del grupo de apóstoles desconcertados es también una pregunta mía. Tal vez la única respuesta posible sea la que da Jesús hoy y siempre:

«Les aseguro que ustedes llorarán y gemirán, mientras que el mundo se sentirá satisfecho. Ustedes estarán tristes, pero su tristeza se convertirá en alegría.»

Un abrazo fraterno

Al Dios desconocido (Hechos 17, 15.22-18,1)

Es curioso de la llegada de Pablo a Atenas ese detalle de la escultura al Dios desconocido. Me llama la atención por dos cosas que creo ue pueden ser útiles para la oración de hoy.

La primera es la capacidad, la sensibilidad, la espiritualidad, la profundidad… de los atenienses que reconocen y saben la existencia de alguien, de algo, que sobrepasa su entendimiento humano, su capacidad para poner nombres y explicar acontecimientos. Un Dios inabarcable. Su cortedad humana no impideel reconocimiento de una deidad así. Vivimos en un mundo, en pleno siglo XXI, en que parece que ha vuelto la terquedad y la cortedad y ya muchos ni siquieran tienen la capacidad de los atenienses de mirar má allá de sus narices, de buscar más allá de sus mentes o de sus acciones. Hoy pido por todos ellos.

La segunda, y más importante, es que como cristianos que somos nosotros nos vemos incapacitados para hacer una escultura semejante. ¿Al Dios desconocido? ¡Nuestro Dios se dio a conocer! Jesús.  Conocemos mucho y nos queda mucho. Pero ser hombre y mujer, viviendo en Dios y con Dios, es más fácil desde entonces.

Un abrazo fraterno

¡Grita de felicidad! (Sofonías 3, 14-18a)

Creo que no vale la pena comentar nada. Tomo estas palabras como de Dios para mi, como de Dios para mi familia y miro adelante y contemplo mi vida confiando plenamente en que esto ES VERDAD:

¡Grita de felicidad, hija de Sión, regocíjate, Israel, alégrate de todo corazón, Jerusalén! El Señor ha anulado la sentencia que pesaba sobre ti, ha expulsado a tus enemigos; el Señor es rey de Israel en medio de ti, no tendrás que temer ya ningún mal. Aquel día dirán a Jerusalén:
«No tengas miedo, Sión, que tus manos no tiemblen; el Señor tu Dios está en medio de ti, él es un guerrero que salva. Dará saltos de alegría por ti, su amor se renovará, por tu causa bailará y se alegrará, como en los días de fiesta».

El Señor le abrió el corazón (Hechos 16, 11-15)

Me gusta la historia que me encuentro hoy en el relato de Hechos. Me gusta porque se me hace cercana y real y porque tiene muchos detalles que me llaman la atención y que me resultan muy valiosos en la oración de hoy.

Lo primero con lo que me quedo es que cuenta una historia de una «conversión» concreta, con nombre propio. Lidia era una mujer normal, cualquiera, una más entre muchas muchachas judías que aquel día habría ido a orar como de costumbre al lado del río. Lidia era judía y pertenecía ya a una gran comunidad de fe. Lidia soy yo. O tú.

La «conversión» de Lidia no es fruto del buen hacer de Pablo, de sus sabias palabras, de su psicología, de la calidad de su discurso, de lo profundo de la charla… Pablo se acercó a hablar con ella, a charlar. Y de un hablar y un escuchar… Dios saca su milagro. ¡Es el Señor! ¡Él es quien abre el corazón! ¡Es el Espíritu que actúa y sopla, el que marca los tiempos y empuja las vidas, el que desbarata los planes y pone patas arriba incluso aquello más estable en la vida de uno!

La escuha de Lidia… Cuánto me cuesta a mi escuchar… ¡Cuánto desearía poseer el don! Sé que lo puedo trabajar y entrenar pero ¡me cuesta tanto! Es en la escucha donde el Espíritu se manifiesta…

Y luego… a casa. La casa como lugar de encuentro, como lugar de pertenencia, como lugar de compartir lo mejor que tengo, lo poco que poseo. La casa para el hermano, lugar de descanso para el que lo necesite. Una imagen muy betaniana y muy mía, muy nuestra. Nuestro matrimonio tiene uno de sus pilares en esa concepción de la casa.

En fin… ¡cuánto! ¿Verdad?

Un abrazo fraterno