Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá (Lucas 12, 39-48)
Creo haber oído de mi madre esta frase en incontables ocasiones. Mi madre la decía siempre que me quería hacer ver que no existe el «café para todos» para Dios. Dios sabe quién es cada uno, los dones que tiene, sus posibilidades, lo que tiene encomendado y lo que no, sus flaquezas, su vida y circunstancias, etc. y va a saber pedir a cada uno lo que le corresponde.
A veces somos muy ligeros en el juicio hacia los demás. Ponemos a todos bajo los mismo parámetros que, además, son los de fabricación propia. Pero Dios no funciona así, eso creo.
Yo he nacido en un país de lo que podemos llamar «primer mundo». He visto colmadas mis básicas necesidades económicas, sociales, afectivas… He crecido en una familia que me quiso, que me ayudó, que me instruyó en la fe… He podido recibir una educación extensa y una formación adecuada. Además he podido disfrutar de oportunidades: espirituales, materiales, de desarrollo, laborales… No tengo ninguna tara psíquica y física… Y muchas otras cosas más… Creo que yo soy de los que «se les exigirá mucho».
Un abrazo fraterno