JUEVES SANTO: la noche del Amor

Para mi la noche de Jueves Santo siempre ha sido una noche sobrecogedora, especial, escalofriante, humana, dolorosa, crucial… Descubrir a un Jesús que DECIDE amar pese a lo que venga, que DECIDE no renunciar a la Verdad pese a lo que venga, que DECIDE seguir siendo de Dios y para Dios… que DECIDE tomar la vida en sus manos y dejarse zarandear por los acontecimientos siendo fiel a su misión, a él mismo y a su Padre… es algo que me pone los pelos de punta. Descubro a un Jesús humano, lleno de miedo y pavor, consciente del sufrimiento que se le venía encima. Y aprendo el camino que Él me enseña.

Ayer Esther y yo fuimos a la celebración de la Cena del Señor y pudimos rememorar lo que sigue sucediendo en nuestras vidas. Acompañamos a Jesús en procesión hasta el monumento y acogimos cada gesto litúrgico con el corazón preparado y dispuesto.

Y escribí un SMS a muchos de los que me acompañan en mi vida para hacerlos presentes en una de las noches más importantes del año.

La noche de Jueves Santo la terminamos en la procesión del Silencio. Bajo las estrellas. Acompañando, un poquito, al Jesús preso.

La noche del Jueves Santo es la noche del Amor. Y yo me siento amado y lucho cada día por amar más y mejor.

Un abrazo fraterno

MARTES SANTO: Disponiendo el espíritu

He seguido trabajando un día más y he intentado mantener la vela de mi espíritu. El tiempo es magnífico y ver amanecer es una muestra preciosa de lo que será el domingo de Pascua, de lo que fue y de lo que es en la vida de cualquiera que, después de un largo camino de cruz, consigue encontrar en el Señor Resucitado una nueva vida.

Leo en internet la ilusión de los catequistas que se van a la Pascua juvenil que con tanta ilusión prepararon. Y me da cierta envidia. Pero este año está siendo bonita compartirla en familia. Y también podré hacer cosas que no hago desde hace muchos años: ir a los oficios en alguna parroquia y asistir a la procesión del silencio la noche de Jueves Santo. Ya lo tenemos todo buscado, horarios analizados y decidido. Y también me hace ilusión.

Esta noche fuimos a cenar con los niños y a disfrutar un poco de la noche tranquila de luna luminosa. Un pasito más hacia Jerusalén.

Un abrazo fraterno

LUNES SANTO: Yo soy la luz del mundo

Estos tres primeros días de semana son un poco raros siempre pero este año más. Otras veces, cuando nos vamos de Pascua, son días de ultimar preparativos, hacer fotocopias, listas, repasar horarios, cerrar dinámicas, etc. Pero este 2010 toca trabajar. Así que la «santidad» del lunes se basó fundamentalmente en hacer mi trabajo adecuadamente.

Por la tarde nos fuimos a dar un paseo con los niños y mi madre y a ver los trenes pegaditos a la vía como yo lo hacía de pequeño. Ratos compartidos. Conversaciones necesarios.

Y por la noche, para acabar el día, consenso para ver un trocito más de Jesús de Nazaret recordando aquellos tiempos en los que las parrillas de las distintas cadenas de TV nos abrumaban con títulos de pelis «semanasanteras». Hoy nada de nada. Pero ver al Jesús de Zeffirelli siempre es una maravilla. Su llegada a Jerusalén y sus primeros palos en el templo ponen los pelos de punta. Pero especialmente emocionante es el rato del ciego del templo al que Jesús le devuelve la vista pese a las palabras de Pedro: «Señor, ese hombre es ciego de nacimiento. ¿Por qué hay que devolverle la vista?». «MIENTRAS YO ESTOY EN EL MUNDO, YO SOY LA LUZ DEL MUNDO».

Yo también quiero ver. Quiero mejor mejor. Quiero ver desde otros ángulos muchas cosas. Quiero ver y mirar de otra manera. Quiero ver la verdad del mundo, de las personas y de mí mismo. Un pasito más hacia la Pascua.

Un abrazo fraterno

DOMINGO DE RAMOS: Aclamando al Señor

Este año he decidido que durante la Semana Santa no voy a comentar las lecturas del día. Son lecturas que se comentan solas y que decir algo sobre ellas es complejo; así que voy a compartir mi oración en base a lo vivido cada día para ayudarme también a ser consciente de lo que voy viviendo y celebrando este año que no vamos a ninguna Pascua organizada y estamos pasando unos días con mis padres.

Ayer fue Domingo de Ramos. No pensé que fuera a haber tanta gente pero la plaza de delante de la Iglesia estaba llena de padres e hijos, abuelos y abuelas, parejas, jóvenes y mayores con su tradicional olivo, palmón o palma en la mano. Inés y Álvaro estaban asombrados. Cuando el cura dio la bendición y todo el mundo levanto y agitó su ramo fue muy emocionante. Así debió de ser aquella vez en Jerusalén. Luego, muchos entramos en la iglesia para continuar la celebración y otros muchos se quedaron fuera (cuántas gente tenemos cerca tan reacia a la misa… es para pensar un poquito). Poder vivirlo con mis hijos y con mis padres me llenó de alegría ya que hacía muchos años que no fue.  Escuchar a mi madre contarle a Álvaro e Inés lo que estaba pasando, verla emocionada, etc. fue muy bonito.

El día fue luego tranquilo. Después de misa fuimos a ver a mi tío y a mi yaya. Vimos un trocito de «Jesús de Nazaret» de Zeffirelli por la tarde en casa y luego fuimos a jugar a la playa con los nenes.

Domingo de Ramos es el pistoletazo de salida de la Semana Santa. Creo que hemos empezado bien. Es el día en el que las emociones positivas que nos provoca Cristo se desbordan y estamos dispuestos a todo por él. Es el día del subidón. Es importante vivirlo y ser consciente de que Él llega, de que viene a nosotros, de que viene a contarnos «otra manera». Jesús sabe a lo que viene. Y sabe que nuestros subdones se desvanecen con frecuencia. Pero lo sigue intentando. Aunque tal vez yo me identifique con los apóstoles que lo acompañan, gente sencilla nada acostumbrada a esos momentazos. Me imagino que se sentirían especiales. Ellos ya eran amigos del Maestro y no se imaginaban que en el corazón de Jerusalén iban a pasar entre aquella muchedumbre cortejando a Jesús. Se sentirían pletóricos, llenos de alegría y de fuerza. Entusiasmados. ¡Eso era un éxito! ¡Las cosas estaban cambiando en realidad! ¡Jesús había calado entre aquella gente! No acababan de entender el rictus serio de Jesús en aquel momento tan importante… No era momento de seriedad sino de entusiasmo… ¡Hosanna!

Un abrazo fraterno

Sé de dónde he venido y adónde voy (Juan 8,12-20)

Hoy vuelvo a estar lejos de mi comunidad por lo que mi oración y mi recuerdo está hoy con ellos. Hoy empieza un nueva etapa comunitaria en una nueva casa, una casa que representa muchas cosas y en la que se encierran muchos esfuerzos, sacrificios, aspiraciones, sueños e ilusiones. Es la casa de todos y sé que todos lo vivimos así pero para quienes vivirán en ella 24 horas es un día muy especial.

Hoy hace sol en Coruña y Coruña con sol es muy bonita. A mi me anima mucho el sol y espero terminar de trabajar para poder ir a pasear. La primavera parece que ha llegado y me gusta contemplarla y disfrutarla. Ayer disfruté de un lindo paseo con mis padres y de un larguísimo paseo con mi hermano tras una cena rica en un italiano. Eso es muy de Dios. Pequeñeces de Dios que vale la pena saborear. Hoy ya he quedado a cenar con amigos pero he saboreado cada momento en casa. Ya sabéis que para estas cosas soy como un niño…

Las lecturas no me dicen demasiado pero porque no estoy yo ahora como para orar mucho. Pero sí me quedo con la prueba de validez que Jesús da de su testimonio. Él sabe de dónde ha venido y a dónde va. Puedo preguntarme lo mismo y creo que, más bien que mal, sabría responder. Volver a Coruña me ayuda a responder a ese de dónde vengo, con todo lo que conlleva incluso a nivel de fe. Esther y los niños, la comunidad y mis sueños y proyectos me ayudan a responder el adónde voy. Y no hay vacilación. El cómo llegar es otro tema.

Moitos bicos dende a miña terriña. Tomareime un bo polbo con cachelos pensando en vos. E non esquezades rirvos orando «o noso pai». Eso será signo vivo de que eu tamén estou ahí.

Voy a transformar a Jerusalén en alegría (Isaías 65,17-21)

Como decíamos en comunidad, esta lectura de Isaías es una de estas que se sale un poco del «aroma amoratado» del que hemos impregnado la Cuaresma. Es una lectura que alegra los oídos y que uno podría estar degustándola de continuo.

Yo veo esa Jerusalén de la que habla Isaías como un estado personal, un estado al que se llega tras la experiencia real de encuentro con el Resucitado. Un estado de paz interior, de heridas curadas, de esperanza y confianza… Yo deseo llegar ahí. Quiero que Dios haga eso conmigo. ¡Lo quiero! Ya lo comenta el Evangelio: primero viene descubrir la propia necesidad, luego desear la vida, ir a Jesús y, por último, ponerse en camino lleno de fe. Ese proceso transforma. Y yo voy poco a poco. No es un proceso secuencial sino más bien circular…

Ojalá esta Cuaresma sea un pasito más. Ojalá la Alegría se quede a vivir en propiedad.

Un abrazo fraterno

Dar plenitud (Mateo 5,17-19)

Cojo una de las expresiones del Evangelio pero lo cierto es que hoy estoy muy cansado como para orar de manera consciente y estructurada. Creo que es mejor tomar conciencia de mi cansancio y ponerlo delante de Dios. No puedo deciros mucho más hoy.

Un abrazo fraterno

Envía tu luz y tu verdad (Salmo 41)

Ha sido un fin de semana marcado por «La Misión». Sí. Se está convirtiendo ya en una especie de tradición visualizar la película de Roland Joffé entera o, al menos, su primera parte en tiempo de cuaresma. «La Misión» es una maravilla. Es un detalle tras otro, es un mosaico de guiños de aquello que debe ser un camino hacia la verdad de uno mismo, hacia Dios… un camino de purificación. Un Rodrigo Mendoza incapaz de coger su vida en sus manos. Un Padre Gabriel convencido de que el Amor es el camino de salvación, respetuoso con las personas, lleno de Dios. Un camino cargando aquello que nos pierde, nuestras heridas, nuestras máscaras, nuestro pasado… Rodrigo Mendoza se descubre pequeño, humillado, embarrado, sucio… Y es con el perdon de los guaraníes con el que se reconcilia con su historia, con su prójimo, con Dios. Es ese saberse perdonado, amado y aceptado el que transforma su existencia. Ya es capaz pues de recibir el abrazo de Gabriel y la Palabra del Padre.

Cuaresma debe ser un tiempo de luz y verdad y cierto es que puede prolongarse largo tiempo en nuestra vida. Pero es imprescindible atreverse a pasarlo. Si queremos encontrarnos con el Resucitado debemos primero enfrentarnos con la verdad de lo que somos. No hay otro camino. Y, desde luego, es tremendamente duro.

Un abrazo fraterno

En año de sequía no se inquieta (Jeremías 17,5-10)

Los años de sequía llegan. Hay que ser realistas. No se vive siempre en la eterna prosperidad, en el hermoso enamoramiento global, en la placidez de la claridez… Llegan las nubes y se tapa el sol. Eso pasa y si no ha pasado todavía, pasará. Igual que las vacas flacas económicas que estamos sufriendo ahora también hay épocas de estrechez personal y espiritual. Y cuando uno «planta su árbol» o «construye su casa» debe hacerlo pensando no sólo en los bonitos atardeceres del estío sino también en los violentos temporales invernales.

Yo no estoy viviendo ahora un año de sequía pero lo pasé hace un tiempo. Tal vez no fue una sequía demasiado exigente o tal vez es que mi árbol está plantado al lado del arroyo y gracias a eso sobreviví adecuadamente. El poder compartir la fe en mi matrimonio, tener una vida familiar y social bien tejida, una comunidad donde vivo la fraternidad y la fe… han sido claves para vivir esa sequía de manera más ligera… Por eso sigo apostando por ello y fortaleciéndome en vacas gordas. La sequía volverá y yo quiero estar preparado.

Un abrazo fraterno

Ordena (Mateo 20,17-28)

¡Cuántas veces somos como la madre de los de Zebedeo y le decimos a Dios lo que tiene que hacer! Seguramente buscando l bien de otros o el nuestro propio, con buenas intenciones o con intenciones interesadas… Tl vez es uno de los momentos en lo que de forma más palpable demostramos que no nos hemos enterado de nada, que esto no va de magia ni de milagros cuando más los necesitamos. Que los ángeles no están para resolvernos los problemas y que Dios no se hizo hombre para sacar adelante las pretensiones del pueblo judío eliminando todo su sufrimiento y apartándolo el yugo de Roma.

Las personas siempre queriendo favores, queriendo ser más, queriendo lo mejor, evitando lo malo, el dolo, lo costoso… sin darnos cuenta de que la grandeza de Dios está en su querer acompañarnos ahí, en querernos ahí, en abrazarnos ahí. Siempre intentando demostrar que nuestros criterios son absolutos y preguntando «dónde está Dios» o «por qué Dios» o… cuando no entendemos nada… Somos unos osados…

Es la cuaresma un buen tiempo para que le dé vuelta a todo esto viendo a Jesús en su Pasión…

Un abrazo fraterno