Parece que a estas alturas de septiembre, igual que si del 31 de diciembre se tratara, uno tiende a hacer balance del final del «año escolar», del verano vivido y se planteara este nuevo curso que se asoma con energías renovadas, nuevos retos y jugosas oportunidades que no se pueden desaprovechar. En mi caso el balance del verano es tremendamente positivo aunque también bastante agotador. Viajes, desplazamientos, niños, parques, etc. le dejan a uno exhausto; «jodido pero contento» como decía el otro.
Al llegar a la Palabra de hoy me encuentro con una Palabra que también se apunta a esto de empezar el curso y que viene a recordarme desde dónde debo vivir lo que se me viene por delante. Construir la casa sobre roca es jugar la partida con seguridad. No es que todo lo que deseo se va a cumplir sino más bien que todo lo que vaya a hacer esté fundamento, discernido, elegido ydeseado desde la perspectiva del Reino. Y, además, me recuerda que pese a mis relaciones afectivas, a mis hijos, a mi mujer, a mi comunidad, a mi trabajo… Él es lo que permanece siempre, lo intransferible, lo invariable, lo inmutable. Pase lo que pase y venga lo que venga, Él es mi roca, la que me sostiene, la que me eleva, la que me abriga en caso de tormenta, la que me hace fuerte.
Feliz nuevo curso escolar a todos.
Un abrazo fraterno