No hizo allí muchos milagros (Mt 13,54-58)
Cuando una cuenta su experiencia de Dios uno realmente cuenta los milagros que Dios ha hecho con él. Al menos así lo siento yo cuando comparto esos momentos más fuertes de encuentro con el Padre. Y cuando los comparto tengo el miedo de que la persona que los esté escuchando se decepcione al comprobar que no hay nada espectacular en ellos y que no deja de ser una interpretación personal de los acontecimientos. Y seguro que así es.
Jesús ha obrado milagros en mi vida. Pero soy yo el que los ve así. Otros dirían que son casualidades, circunstancias, el destino… Es mi fe la que me hace poner los hechos a la luz de Dios y entender en lo más profundo que ha sido su mano la que ha ido meciendo mi historia…
Sin fe, desde luego, no hay milagros que valgan.
Un abrazo fraterno