Parón
ESTOY MALITO. SIENTO ESTE PEQUEÑO PARÓN.
ESTOY MALITO. SIENTO ESTE PEQUEÑO PARÓN.
Esta frase de Pablo me trae a la mente cuántas veces y cúantas personas prefieren educar y enseñar a la fuerza más que desde la libertad. «Porque sí. Porque lo digo yo. Porque hay que hacerlo. Porque hay que ir. Porque, porque, porque…». No voy a ser yo de los que desprecien el valor de la autoridad ni de los que se abanderen en el diálogo absurdo ante toda norma o disciplina. Pero creo que durante muchos años se ha hecho de ese estilo, también en la educación religiosa, lo cual es mucho más sorprendente teniendo en cuenta que Jesús nunca lo hizo de ese modo. Estoy convencido de que cuánto más a la fuerza se quieren imponer las cosas, mayor inseguridad existe de enseñarlas de otro modo. Quien usa el «porque sí» es porque no sabe usar otra cosa igual de convincente.
Está claro que de ahí al anarquismo absoluto hay un trecho. No hay más que ver a profesores, padres, educadores, sacerdotes, etc. Nos hemos ido al otro extremo. No vendría mal leer más a menudo la Palabra y pedir luz, mucha luz…
Un abrazo fraterno
Sólo volvió el extranjero. ¡Qué fuerte!
Estoy seguro que ese samaritano no estaba bien visto por las autoridades ni por los creyentes de a pie. Era un poquito renegado y lo consideraban el ejemplo de todo aquello que se separaba de Dios, de todo aquello de lo que Dios se escandalizaba. Ese extranjero necesitaba a Jesús y no sabemos si se dejó llevar o si era plenamente consciente de lo que hacía cuando se dirigió a él la primera vez pidiéndole curación. Lo que sí sabemos es que fue el único que VIO, el único que ENTENDIÓ, el único que ACEPTÓ que Jesús le había curado.
No sé dónde estarían los otros pero tal vez contándole a otros lo que habían hecho para curarse, que tampoco era para tanto, etc.
«¡Ay de aquellos que se glorían de ver!» dice Jesús en algún momento. Este samaritano nos acaba de desvelar un secreto muy valioso: consciencia y sinceridad para saberse enfermo, esperanza para creer que uno se puede curar, pasión para lanzarse a los brazos de Jesús y humildad para reconocer en Él el camino de salvación y cambio.
Un abrazo fraterno
Creo que tito debió de quedarse un poco abrumado tras esta carta de Pablo. Más que una carta es una serie de instrucciones y de mandatos de cómo debe ser todo el mundo. Como si Dios no tuviera claro a esas alturas del partido que todos eran humanos y que, en la vida, no hay blancos y negros sino escala de grises…
En fin, creo que no es la manera de convencer, sinceramente lo digo. Primero porque no es real y segundo porque abruma. Acojo la Palabra con humildad pero, desde luego, esta carta de Pablo me parece… uf, no sé elegir un calificativo justo y preciso… mejor me callo…
Un abrazo fraterno
Un hermano de comunidad me envía un documento sobre alternativas sociales en este tiempo de crisis, reflexiones de expertos alternativos y rebeldes sobre otra manera de plantearse las cosas tanto en economía como en recursos naturales, tiempo, etc. Y ayer en comunidad lo comenté: me cuesta creer que la civilización sea capaz de dar un giro a todo esto y de apostar, no por el propio beneficio sino por el beneficio de todos.
A la vez necesito creer esto. Veo el vídeo del famoso discurso de Luther King «I have a dream» y me sobrecojo. Porque ese sueño se ha hecho realidad. En gran medida. Y fue su empuje y su valentía y la de otro muchos los que lo hicieron.
Señor, si queremos… podemos. Sólo necesito creerlo un poquito más. YES, WE CAN. Auméntame la fe.
Un abrazo fraterno
Pablo todo lo estima basura con tal de ganarse a Cristo. Basura. Todo aquello de lo que se puede prescindir. Basura. Todo aquello que sobra. Basura. Todo aquello que no sirve. Basura. Todo aquello que se ha hecho viejo. Odres viejos. Basura. Todo aquello que huele mal si le damos cabida donde queremos hacer hogar y vida.
Despojarse. Deshacerse. Desnudarse. Desprenderse. Sobran muchas cosas. Sobra mucho de mi. Y si no lo lanzo al contenedor… tal vez Cristo no encuentre sitio.
Un abrazo fraterno
Valiente para ser justo y cambiar lo que esté en tus manos.
Ánimo para sobrellevar tu responsabilidad, tu soledad, tus fracasos, tus decepciones.
Y esperanza para que nunca muera el sueño, tu sueño… de cambiar el mundo.
Cuando uno se convierte en esclavo deja de disponer de sí mismo libremente. Hay algo o alguien por encima de él que le «gobierna». Y en esto radica el misterio de la libertad: DIOS NOS LLAMA A SER LIBRES HACIÉNDONOS ESCLAVOS. Tiene memoles el asunto. No voy a ser yo quién intente explicarlo porque bastante tengo con creérmelo y con vivirlo.
La libertad sólo es auténtica cuando se gasta, cuando se entrega. Sólo es libre quien conscientemente deja de serlo. Lo de esclavo suena fuerte, muy fuerte. Pero es esa palabra y no otra la elegida.
Un abrazo fraterno
Cuando llega una Palabra como ésta me estremezco por dentro y me cuestiono tanto, tanto… Me da la sensación de que, en parte, seguimos frenándonos y calculando riesgos… que no nos acabamos de dar del todo y que no acabamos de hacer vida el Evangelio de Jesús. Y me da miedo. Me da miedo morirme siendo un mediocre, un temeroso, un apocado. No quiero ser sólo un cristiano formado, alguien que habla bien y que maneja con soltura ciertas aspectos de su fe. No quiero ser un cristiano cumplidor ni uno que se conforma con colaborar o gastar parte de su tiempo en aquello que ha decidido hacer. Me da miedo.
Cuando leo esta Palabra sigo teniendo la terrible (y digo terrible porque es una sensación fuerte, dura y brutal… apasionada y honda) sensación de que no hay tanto tiempo y de que, si se deja escapar, no volverá. Sigo teniendo mil ideas, mil proyectos… Sigo teniendo ganas de meterme aquí y allá y de ayudar en lo que se pueda. Y hoy por hoy creo que estoy haciendo nada o muy poco. Y escucho a mi comunidad y a los que me quieren y me conocen pero… ayyyy… no me sirve, no me sirve para calmar la quemazón.
No necesito esta Palabra Padre.. ¿o sí? Dame luz. Y valentía.
Un abrazo fraterno
Qué bonito es esto que nos dice la Palabra hoy sobre la manera en la que los padres debemos actuar con nuestros hijos: «Padres, vosotros no exasperéis a vuestros hijos; criadlos educándolos y corrigiéndolos como haría el Señor.» Esa última parte de la frase es la que me parece clave: al estilo de Jesús. Así debe de ser la educación y el trato con nuestros hijos: al estilo de Jesús. Esa es la manera de meter menos la pata, ese debe ser el objetivo al que tender. No es posible querer ser testigo de Jesús y no actúar así con tus propios hijos.
Hay mucho que aprender.
Un abrazo fraterno