El firmamento pregona la obra de sus manos (Sal 18)

Este pasado fin de semana lo pasé en Torremenga, Cáceres; en una casita rural encantadora. Y tuve el placer inmenso de admirar algo que se nos ha robado: el cielo y las estrellas. No es nada fácil poder disfrutar de la oscuridad suficiente para observar cada punto de luz, cada figura celeste, cada beso luminoso del Padre. Ver un cielo estrellado es encontrarse cara a cara con Dios, tan detallista Él, tan en las pequeñas cosas.

Y si además todo esto se hace junto a quien más quieres, mejor.

Un abrazo fraterno

Portaos como hijos de la luz (Ef 4,32 – 5,8)

Hacía ya varios días que no me sentaba delente del PC a masticar mi oración un poquito y poner por escrito lo sugerido por la Palabra. Mis hermanos de comunidad ya saben que cuando no hay blog es que no ha habido oración. Estas semanas me dejé vencer por el cansancio de unas semanas agotadoras de trabajo y llenas de cosas que hacer en casa. Como diría Carlos Herrera… «é lo que é».

Qué hermosa es la expresión de «hijos de la luz». Es nuestra denominación de origen. Pero ¿cómo se porta un hijo de la luz? Y aquí me descubro algo manipulador y manipulado sin ninguna mala intención pero… Tal vez por la educación religiosa recibida, por el tiempo que me ha tocado vivir y por lo que a veces se respira en nuestra Iglesia… he ido configurando la sensación de que «portarse como hijo de la luz» es ser buenecito, bondadoso y no hacer muchísimas cosas. Uno tiene a veces la impresión de que la idea de ser cristiano y buen hijo de Dios que ha calado más (tal vez por ser la más cómoda y fácil) es la de alguien que NO hace muchas cosas: no mata, no roba, no insulta, no hace daño, no viola normas ni mandamientos, no mantiene relaciones sexuales fuera del matrimonio, no bebe en demasía, no despilfarra su dinero, no es gay, no… no… no… Y el Evangelio de hoy, en el que Jesús cura a una encorvada insignificante en sábado, es una llamada de atención brutal: PORTARSE COMO HIJO DE LA LUZ ES PENSAR Y VIVIR COMO SUJETO ACTIVO. No es «no hacer el mal» sino que es «hacer el bien a mansalva». Es tomar la iniciativa, es ver lo que otros no ven, fijarse en quienes otros no se fijan, curar, sanar y enfrentarse a lo establecido. Es apostar por las personas y no por las normas. Es jugársela y buscarse enemigos. Es ser incómodo.

Cuando uno piensa en lo que no hay que hacer se nos ocurren muchísimas cosas concretas. Cuando uno habla de hacer el bien todo son palabras grandilocuentes: amar, ser generoso, compasivo… ¿Eso qué é lo qué? Concretemos nuestro bien. Seamos luz.

Un abrazo fraterno

Doy gracias al Señor de todo corazón (Sal 110)

Estoy cansado. Realmente no me apetece ponerme a escribir nada ahora. Estoy totalmente anulado para orar a menos que haga de este cansancio un ofrecimiento al Padre y me presente ante Él tal cual sin mayores pretensiones.

Voy a ser padrino de confirmación de Sandra. Me lo ha pedido. Y me ha explicado por qué yo. Y yo me he llevado una alegría, ¿para qué negarlo? Y también me ha llenado una tremenda responsabilidad. Por todo ello, por Sandra, quiero dar gracias a Dios hoy. De todo corazón.

Un abrazo fraterno

¿Por qué Dios os concede el Espíritu…? (Ga 3,1-5)

…porque observáis la ley o porque respondéis a la fe?»

Observar la ley es seguir fielmente lo que la ley pone sin más. Porque es ley. Porque es norma. Me viene dado. Responder a la fe es mucho más complicado, incierto. Y la mayoría de las veces lleva a cumplir la ley pero es otra cosa. Responder a la fe es no tener asideros y vivir según el Espíritu. Intuir y escuchar la brisa. Responder a la fe es tener bien dispuesto el corazón, las entrañas. Responder a la fe es enamorarse de Cristo. Es hablar de amor.

¡Vaya bronca la de Pablo! Gálatas… palabra clave para mi comunidad. Palabra fundante.

Un abrazo fraterno

Padre (Lc 11, 1-4)

Es la primera palabra que utiliza Jesús en su intento por enseñar a sus discípulos cómo orar. Y, posiblemente, sea la palabra clave no sólo del contenido de lo que se dice sino de la actitud con la que uno debe disponerse a orar.

«Padre» le quita a la oración el peso del encorsetamiento y, por contra, le inyecta una naturalidad y cercanía que le permite a uno orar más veces de las que se piensa. Orar es hablar con tu padre. Ni más ni menos. Contarle y escucharle.

Esa es la manera en la que Jesús responde a aquellos que piensan que hay una manera de hacer para todo. Gracias PADRE por revelar esto a los sencillos…

Un abrazo fraterno

Marta, Marta… (Lc 10, 38-42)

Siempre me ha hecho gracia esta regañina cariñosa que Jesús le propina a Marta. Es la única vez que repite el mismo nombre dos veces seguidas… je, je, je…

Yo, a veces, también ando inquieto y nervioso. Y pierdo el norte. Hoy Jesús me recuerda que pocas cosas las importantes y que no vale la pena afanarse en «extras» inútiles. Disfruta de mi, le viene a decir, y déjate de chorradas.

Tomo nota.

Un abrazo fraterno

Buscad y encontraréis (Mt 7,7-11)

De la tripleta de frasecillas del Evangelio de hoy me quedo con ésta: «Buscad y encontraréis».

Buscar es un verbo activo. Implica acción y voluntad del sujeto. Lo que se encuentra no es fruto del destino, de la suerte… es fruto de la decidida, confiada y arriesgada decisión de «buscar». Buscarme a mi mismo. Buscar mi felicidad. Buscar a Dios. Buscar a Cristo en el prójimo. Buscar mi lugar. Buscar mis dones. Buscar el tesoro del que habla la Palabra.

También creo, por otra parte, que este verbo activo no debe acompañarse de ansiedad. Una cosa es buscar y la otra desesperarse buscando y no encontrando. Se trata de disponer la voluntad, agudizar los sentidos y saber escoger cada día desde que me levanto hasta que me acuesto. Todo ésto aderezado con amor al prójimo y confianza en el Padre, que me ama y que conoce a quién eligió, irá haciendo camino.

Un día miraré atrás y reconoceré con gusto: Busqué y, sin duda, ahora me doy cuenta, encontré.

Un abrazo fraterno

Isaías 42: Un fin de semana lleno de Dios

Esta entrada no es para comentar la Palabra de hoy, ni la de ayer, ni la de mañana. Es simplemente la decisión de querer plasmar en palabras todo lo vivido este fin de semana que se termina con el objetivo de que el viento del tiempo no se lo lleve. Debe permanecer.

El fin de semana empezó en el intercambiador de Moncloa. Allí recogí a Violeta, Sandra y Elena alrededor de las 6 de la tarde. Laura se iba en bus y a Laura la llevaban sus padres. Nos esperaban en Villa Santa Mónica, en Becerril de la Sierra. Íbamos a empezar un retiro importante: el retiro previo a recibir el sacramento de la confirmación, el ansiado, deseado y largamente esperado sacramento. Nadie podía imaginar de aquella que la casa, el lugar, el entorno, la compañía y la presencia del Espíritu iban a ser como al final fueron. Una pintada en una roca cerca ya de Becerril nos marcaba el objetivo: «Busca a Dios».

Villa Santa Mónica es una maravilla. Es irse a la montaña literalmente. Y en la montaña habita Dios. ¿A qué sí? Sor Ángeles nos llevó a nuestro rinconcito. Había que andar a lo largo de un camino de tierra auténtico y eso iba a ser el preámbulo, el símbolo de para lo que estábamos allí. Habímos ido a caminar en busca del Padre, a salir a su encuentro, a dar un paso más. Los árboles, las plantas, las piñas caídas y las hojas ya secas del otoño eran hermosos compañeros de camino. Y poder pasar tres días en esa fortaleza era también signo del don deseado. Cada uno en su habitación. Un salón inmenso. Unas vistas amplias. Una capilla que te llamaba a gritos a la oración… Un regalo.

Lo primero fue hacer nuestro rincón y repartir roles. Violeta se encargaría de las velas, Laura del tiempo, Sandra de las luces, Laura de la música y Elena ya tenía bastante con sostenerse a sí misma (iba cojita, je, je, je). La Biblia en medio rodeada de luz y 6 sillas en círculo para vernos, para contemplarnos, para descubrir el brillo de Dios en los ojos de cada uno. Había sed. Se palpaba el hambre. Y empezamos a compartir el documento previo que trabajaron durante toda la semana. Y el Espíritu estaba allí también. Y llegó la hora de cenar. Y bajamos vistiéndonos de la noche, oliendo la paz y saboreando el silencio que aparece con la luna. Y en la mesa, sentados ya, a Elena se le ocurrió que había 6 comidas de aquí al comingo y que podíamos bendecir la mesa una vez cada una. ¡Qué gran idea Elena! Y ella fue la primera. Cada una impregnando la bendición de ella misma. Sin engaños.

Y llegó la noche. Y la primera contemplación. La Nube que se mueve y se para. El pueblo que la sigue. Y el espíritu en cada una de vosotras, compartiendo vuestros miedos, vuestros sueños, vuestros deseos, vuestras dificultades. Pero la contemplación no acabaría ahí. Antes de que el sueño nos venciera tomamos juntos una decisión importante: no meternos en la cama sin salir afuera y contemplar las estrellas en ese gran, amplio y limpio cielo que se nos había regalado. Y vimos Casiopea, y Orion… ¡y pasó una estrella fugaz! Y el Espíritu estaba allí también. Vimos a Dios mismo. Grande. Bello. Poderoso. Amoroso.

Y llegó el «sábado de los sacramentos» con el tanque de agua y el señor Mansueto. Y clarificamos ideas y conceptos y orientamos nuestra actitud y nuestra mirada de cara a lo que pronto celebraremos juntos. Y empezamos a entender que es eso de sacramento y lo poco que lo usamos… Y comimos y merendamos y cenamos con dos catequesis por el medio y una hermosa conversación sobre la comunidad. Y sobre el grupo. Y sobre el presente y el futuro contrastado con lo que ya íbamos trabajando. Y todo esto encima de una enorme roca en medio del campo, siendo parte del Todo.

Y llegó la noche y contemplamos las primeras comunidades de Hechos y oramos juntos, Y cansados nos retiramos pronto. Y algunos no quisimos desperdiciar el regalo celestial y no pudimos evitar salir a la noche y ver las estrellas…

Y el domingo fue realmente el día del Señor. Última contemplación y hermosísima celebración de la Palabra (no teníamos cura…) en el patio de la fortaleza. Delante la Palabra, en su altar. Y el terreno pedregoso, y el terreno espinoso, y la tierra buena… Y cantamos. Y celebramos por todo lo alto. Y escuchamos la Palabra. Y compartimos vida y oración. Y llegó el primero de los signos: lectura personal de un trozo de Isaías 42, con la tierra entre las manos. Una misión. Un mandato. Y el sonar de una campana, una a una, fue el signo que elevaba vuestra disposición y vuestro sí a los cielos refrendado con un abrazo fraterno de las que caminan juntas. Y oramos juntos el Padrenuestro y ¡una grande y hermosa mariposa blanca sobrevoló por encima de nuestras cabezas durante unos segundos! Y el Espíritu estaba allí también. Y llegó la bendición. Juntas. De la mano. Cada una para las otras. Contagiando. Amando. Aconsejando. Acariciando. Y me despedí con la sensación de haber estado en una de las celebraciones más hermosas de los últimos tiempos.

Y hubo risas. Y bromas. Y concesiones. Y frases para la posteridad. Y chistes para olvidar, je, je, je… Y todo esto sintiéndome tremendamente a gusto y acogido por esas agustinas simpáticas y cariñosas.

Un fin de semana lleno de Dios. Compartido con vosotras. Violeta, Sandra, Laura, Elena y Laura. Luz para las naciones. Muchos besos

Eres mi sierva a quien yo sostengo,
mi elegida en quien se complace mi alma.
He puesto mi espíritu sobre ti:
dictarás ley a las naciones.
Yo, Dios, te he llamado en justicia,
te tomé de la mano yte formé,
y te destino a ser alianza del pueblo y luz de las gentes,
para abrir los ojos a los ciegos,
para sacar del calabozo al preso y
de la cárcel a los que viven en tinieblas.

No llevéis nada para el camino (Lc 9, 1-6)

Hoy ha sido mi cumpleaños. 32 añitos. Un chaval. 32 Tours disputados de 365 etapas cada uno. Con sus contrarreloj, sus finales en alto, sus vertiginosas bajadas, sus caídas, sus retiradas, sus sprints, sus metas volantes… en fin. Como decía Carlos Ferrer Salat, «lo importante no es participar sino hacer todo lo posible por ganar». Y creo que la vida, el mejor de los deportes, sucede lo mismo. Eso de participar sabe a poco. Yo quiero ganar. Al menos intentarlo.

Y para ganar… ¡cuánto más ligero mejor! Aquí viene la lección de Jesús que sabía que para el camino no hace falta demasiado. Como dice una canción «quiénes van con prisa nunca ven el cielo».

Miro para atrás, miro a los lados y miro hacia adelante. Todo es importante. Los días que cumplo años me pongo especialmente «morriñoso» y suelo poner Luar na Lubre o muñeiras da miña terra. Es como sentir mis raíces más hondas, recordar a la familia que tengo lejos y hacer presente ese sentimiento de que aunque sy feliz y todo va bien… me gustaría tener a mis padres, a mi hermano y a mis amigos de siempre cerca. Hay palabras, miradas, abrazos insustituibles. Yo he aprendido a vivir sin ellos pero eso nos los hace prescindibles de repente. Y los días que cumplo  años suelo hacer todo esto presente.

As notas da miña música galega mistúranse coas miñas bágoas. Non é sinxelo dici-lo que viaxa por dentro. Hai tanto tempo que non escribo en galego que non sei se o estarei facendo ben pero tiña ganas de facelo. Hoxe cumpro 32 anos. E espero cumprir moitos máis sen esquezer o batir das olas atlánticas do meu mar, a néboa e o orballo das mañás de inverno e o verde esperanza dunha terra sinxela, máxica e tremendamente fermosa.

Un abrazo fraterno

Deseé… (Sal 118)

Deseos… vale la pena darle vueltas… ¿Qué deseo? ¿Mis deseos? Y me encuentro con este vídeo que me parece genial… Como papá que soy, me enternece. Besos