Ése es el más grande (Mt 18, 1-5.10.12-14)

El niño…

Ése es el más grande…

¿Por qué no intentamos hacernos más como niños en lugar de intentar convertirlos a ellos en adultos? Cuando voy a una Eucaristía con mis hijos todo es novedad. Por lo de pronto, quieren ver lo que pasa en el altar, donde habla el cura. Les llama la atención la cruz y las imágenes y preguntan quiénes son. Te señalan las velas encendidas en las que pocas veces nos percatamos los mayores y comentan con desparpajo lo que va pasando en la celebración. Viven la iglesia y la misa como un «estar en casa» y no se sienten encorsetados ni cohibidos. Quieren acompañarme a la comunión porque saben que es un momento especial.

Cuando en el Adviento pasado experimentamos por vez primera la corona de adviento en familia todos quedamos encantados. Mi hijo quería tocar la guitarra al comienzo y al final de la oración porque eso es lo que más le gustaba y lo que mejor podía ofrecer. No importaba tanto el canto en sí como la actitud de poner en juego aquello que soy y tengo. Era un momento que vivía con especial emoción y, como cada uno, compartía con sencillez lo que más le había gustado del día. Hablaba con Jesús sin verlo pero no recuerdo nunca haberle oído preguntar «¿dónde está?».

Los niños son auténticos y, aunque luchan por valerse por sí mismos, necesitan a sus padres y los buscan con ahínco. Se saben pequeños pero son valientes. Tienen miedos pero se fían y los vencen. expresan su amor sin reparo y también sus emociones. Y ven la vida como un regalo y cada segundo como una oportunidad.

Un abrazo fraterno

Págales por ti y por mi (Mt 17,22-27)

Tal como me ha llegado esta Palabra de Jesús hoy es, sin duda, una lección a mi afán de polemizar que muestro de manera tan usual en mi día a día.

Jesús, sabiamente, sabe elegir las batallas en las que vale la pena luchar. Hoy no quiere escandalizar. En otras ocasiones escandaliza sin pudor. ¿Qué diferencia hay pues? Pues tal vez lo que se juega en cada ocasión. No todas las batallas merecen la misma cantidad de sudor y energía; es más, muchas batallas no merecen ni ser afrontadas. Jesús suele dejarse la piel en aquellas batallas en las que está en juego la persona: su dignidad, su libertad, su ser… Lucha contra la opresión, la injusticia, la manipulación… Pero en estas batallitas de impuestos, de «chorraditas» oficiales no parece gastar ni un ápice de su fuerza.

Elegir bien aquello en lo que merece la pena escandalizar, gritar, sublevarse, etc. es algo importante que yo no acabo de descubrir. Me meto en mil charcos y en mil discusiones inútiles que no ganan metros para el Reino. A ver si poco a poco y con la ayuda de Dios voy ganando en sabiduría.

Un abrazo fraterno

¿No es el hijo del carpintero? (Mt 13, 54-58)

Que mala es alguna gente. Sí, hay gente mala. Ha conseguido tapar por completo la imagen de Dios y ha conseguido que el veneno sea el fruto de su corazón. Esa pregunta malvada, hiriente, llena de desprecio… Clasista e impregnada de enorme desconfianza, envidia y orgullo.

Jesús no sólo era el hijo del carpintero. Era carpintero. Y de pueblo. No era universitario ni tenía demasiados estudios. No era poderoso ni de familia cultísima y adinerada. No tenía mundo ni había recorrido el país. La familia, el trabajo y la fe eran suficientes para llenar su vida y su espíritu.

A Jesús le tuvo que doler escuchar esto de sus convecinos. Le tuvo que doler no poder poner los dones al servicio de aquellos que le habían visto crecer. Pero muchas veces éstos son los más cargados de prejuicios, planes, ideas, chismes… Te conocen de toda la vida y no te conocen lo más mínimo. Es duro darse cuenta de esto. Te conocen de niño y te encasillan para el resto de tus días.

Jesús coge su dolor y se marcha. El tiempo del Reino no puede pararse. Otros están esperando. Y no vale la pena tirar las perlas a los cerdos…

Un abrazo fraterno

Como está el barro en manos del alfarero… (Jr 18, 1-6)

No soy diamante, soy barro. Y no por ello soy menos precioso a los ojos de Dios. Me gusta más esta imagen del barro que la del diamante. No soy tan duro. Me rompo fácilmente, me agrieto sin dificultad. Soy frágil, ¿por qué he intentado tanto tiempo aparentar lo contrario? Fragilidad no es lo mismo que debilidad. Ser frágil me ayuda a volver a mi alfarero y a dejarme recomponer.

El barro es moldeable, manejable. Un poquito de agua y se emblandece, se deja hacer. No presenta dificultades ante las manos de aquel que sabe qué quiere hacer con él. Quiero seguir en ese camino de ser barro y seguirme dejándome moldear por Dios, por mis hermanos, por mi mujer… No es sinónimo de debilidad. Sólo si me dejo moldear llegaré a ser aquello para lo que estoy hecho y llegaré a ser bello de verdad.

Un abrazo fraterno

Si nos amamos unos a otros… (1Jn 4, 7-16)

… Dios permanece en nosotros.

No creo que se desvele ningún misterio con esta Palabra de hoy. Que Dios es Amor lo tenemos todos claro de cabeza. El amor es el camino a Dios. El amor es Dios. Cuando pierdo a Dios, cuando no le encuentro, cuando lo siento lejano… tal vez es que mi capacidad o mi calidad de amar ha decrecido, ha menguado…

La lectura tiene otro secreto muy bien guardado que muchos no quieren leer: quien ama, conoce a Dios. No se especifica sexo, raza, religión… Amar, amar es lo importante.

Un abrazo fraterno

¿Dónde estás?

Me he enamorado de una canción. Es de hace ya varios años pero yo la acabo de descubrir. La podéis escuchar en la sección de vídeos de este blog. Cuatro rockeros magníficos con alma de románticos. Maravilloso. Pero es la cantinela del estribillo la que me sirve para la oración de hoy: ¿Dónde estás? Eso mismo se preguntaban los hermanos de Narnia en la segunda parte de la saga que hoy he visto con mis hermanas de comunidad. ¿Dónde estás?

¿Por qué no me das alguna prueba de lo que quieres, alguna señal? ¿Por qué no consigo ver el camino claro? ¿Dónde estás Padre? ¿No te deseo suficiente? ¿Tal vez no estoy mirando adecuadamente?

Quiero verte. Sigo el rastro de tu amor.

Un abrazo fraterno

Acción de gracias

Es una de esas veces que cuando bajas las escalerillas del avión y pisas la tierra que es tu casa te surge una profunda acción de gracias por estar ya de vuelta. Demasiado tiempo solo, lejos de lo mío, de los míos. Hoy no he podido leer las lecturas del día pero no por eso quiero dejar de compartir mi oración

Un abrazo fraterno

La tierra de las sombras parirá (Isaías 26, 7-9.12.16-19)

He tenido dos hijos hasta ahora y con ambos viví la misma experiencia: ambos retrasaron 15 días su nacimiento sobre la fecha previstas. Y recuerdo los comentarios con mi mujer en los momentos en los que la espera ya se hacía pesada: parece que no va a llegar el parto nunca. Interminable. Para el que espera es desesperante comprobar como esa vida que llevas dentro no acaba de salir.

Hoy recibo otra Palabra del Señor especial para mi. Porque lo de hoy también está escrito para mi. Es una promesa: la tierra de las sombras parirá. Sigue siendo tiempo de gestación. Sigue siendo tiempo de que esa vida que llevo dentro siga creciendo. «No hay prisa» parece decir el Señor. Todo a su tiempo.

Gracias Padre por estar tan atento a mis necesidades.

Un abrazo fraterno

La gente sencilla (Mt 11, 25-27)

Podía haber utilizado «pobre», o «miserable», o «desgraciada», o «turbada» o «enferma» pero utilizó SENCILLA. Nuestro diccionario dice que la palabra «sencilla» significa, entre otras cosas: sin doblez ni engaño, que no tiene artificio ni composición, que carece de ostentación y adornos, ingenua en el trato…

A veces nos preguntamos por qué es tan difícil conocer la voluntad de Dios y puede que la respuesta esté en esta Palabra de hoy. ¿Soy sencillo? No lo creo. A veces soy demasiado complicado hasta para Dios. El problema está en mi, no en Él. Estamos en sintonías diferentes y no acabo de escuchar con claridad. Es tiempo de purificarse…

Un abrazo fraterno