Si no creéis, no subsistiréis (Is 7, 1-9)

Parece que estos últimos días, el Señor ha puesto especial empeño en clarificar mi situación y dar salida a mis ansias. «¡Vigilancia y calma!» me dice, como sacado de una batalla de Gladiator…

Voy a hacer el tremendo esfuerzo de creerme estas Palabras sucesivas del Padre, confiando en que esta intuición sea verdadera. Parece importante que no agote antes de tiempo este tramo del camino. Parece importante que crezca todavía más, que me enamore todavía más, que discierna sus proyetos sobre los míos todavía más, que pula mis aristas todavía más… para, llegado el momento, amar más y mejor, condición indispensable para que cualquier proyecto de Dios salga adelante.

Ayer visité la Iglesia-Catedral de Ulm, Alemania. Tiene la torre más alta del mundo en lo que a un templo se refiere. Ahora es protestante. Entré y me quedé sobrecogido por su altura, por esas dimensiones. Me sentí pequeño. Encendí dos velas y las dejé en un terrario arenoso muy bello donde había otras velas. Quise hacer presente a mi comunidad. Luego dejé un mensaje en un tablón donde los visitantes dejaban sus mensajes… «Que tu luz siga iluminando nuestros pasos».

Un abrazo fraterno

No me traigáis más dones vacíos (Is 1, 10-17)

Es tan brutal esta primera lectura que me cuesta hasta articular palabras. Me he quedado absolutamente sobrecogido. Este sí que es un lenguaje agresivo… y no el que practico yo a veces… madre mía… La Palabra de Isaías me traspasa y pone patas arriba tantas cosas…

Dones vacíos… Dones vacíos… ¿Ofrezco yo dones vacíos? ¿Me doy sin ofrecer nada? Me recuerda a un fragmento del libro de Chesterton «El amor o la fuerza del sino» en el que explica que una de las bases del amor es que uno no puede puede repartir el pastel y quedarse con los trozos, no puede dar el corazón y a la vez quedarse con él. Es un darse vacío, un darse de palabras, de puertas para afuera. No es eso lo que quiere Dios. Dios no quiere de mi que juegue a comprometerme, que juegue a Tom Cruise en Misión Imposible… Dios quiere de mi que me dé, que comprometa la vida en ese darme.

Todos sabéis la de vueltas que ha supuesto eso de la misión. Después de este fin de semana y de esta Palabra tal vez vea más claro, un poquito. Fue un fin de semana junto a mis hermanos de comunidad tremendamente lleno. Lo del domingo no tiene nombre. Me ha traspasado. Primero por la información recibida, después por los que me la proporcionaban (empezando por mi mujer y siguiendo por mis hermanos que tanto quiero) y, por último, por las consecuencias. Ya descubrí hace mucho tiempo que quien ama, daña también; que quien se relaciona con otro, daña. Creo que es inevitable. Pero es inmoral resignarse ante ello. Tal vez Dios me exige que me deje de florituras y me centre en aquello que ya conozco de hace tiempo y que sigo aceptando alegremente: acabar mi carrera, controlar mis discusiones, estar pendiente del otro, cuidar mi cuerpo y luchar por conectarme más a mis emociones de manera que pueda reducir el daño causado a mi y a los que me rodean. ¿Puede ser esa mi misión actual? ¡Qué poca lucida! Con lo poco que me gustan las cosas poco lucidas… Se me pide ser pilar cuando lo que me gusta es ser vidriera gótica. A lo mejor estoy equivocado pero estoy empezando a intuir que no.

Nunca podré borrar de mi corazón las lágrimas de Pili y las de Esther. Bendito domingo.

Un abrazo fraterno

Florecerá como azucena (Os 14, 2-10)

En esta época de incertidumbre que estoy viviendo con respecto a la misión es hermoso recibir estas palabras de Dios por boca del profeta Oseas. Es como si Dios pretendiera decirme que mantenga el corazón enamorado y que sepa esperar. El corazón enamorado será la garantía de que llegado el momento floreceré como azucena.

Desde que una semilla es plantada hasta que aparecen los primeros pétalos pasa un tiempo, largo. Durante éste la semilla germina, se agarra a la tierra, echa raiz y empieza a brotar. Primero es un pequeño tallo que deberá irse fortaleciendo. No es una etapa demasiado hermosa. La espera se hace interminable. Parece que la flor nunca va a salir. Pero una mañana, después de una noche larga, los pétalos aparecen. Esa es la promesa del Señor. Yo me la creo aunque el cuerpo me pida otra cosa…

Un abrazo fraterno

Se me conmueven las entrañas (Os 11, 1-4.8c-9)

Mi oración de hoy, inspirada por estas impresionantes palabras de Dios, clama al Padre ante los dramas humanos que cada día inundan nuestras televisiones. Las historias de las pateras, de los inmigrantes muertos en el mar, no cesan. Se siente ese silencio de Dios tan inquietante ante estas catástrofes.

Pero Dios no calla. Habla. Y hoy lo hace de manera clara. A Dios se le rompe el corazón. Él mismo lo dice. Dios se inclina ante el hombre, ante el sufriente, y le da de comer. Encolerizado responde con amor. Dios no calla. Su tristeza es su gran grito.

Me parece cojonudo que en el Congreso se aprueben los derechos de los primates. Seguro que a partir de ahora a ningún mono se le toca el pelo. Han tenido más suerte que algunos…

Un abrazo fraterno

Es tiempo de consultar al Señor… (Os 10, 1-3.7-8.12)

… hasta que venga y llueva sobre vosotros.

Así acaba la Palabra que el señor me dirige hoy a través del profeta Oseas. Es tiempo de consultar… Es tiempo de consultar… No parece tiempo para producir, ni para fructificar. No parece tiempo para pelear ni para luchar. Siento que es así. Es tiempo de consultar…

El sábado por la mañana me juntaré con toda mi comunidad para pasar dos días de retiro juntos en una casita en la sierra de Madrid. Es tiempo de consultar. Es tiempo de orar. Es tiempo de escuchar. Ojalá escuche porque lo cierto es estos tiempos me incomodan. Me siento raro. No sé qué hacer, para dónde ir, en qué gastar mis fuerzas. No tengo claro a qué se me llama, dónde se me requiere.

Es tiempo de consultar al Señor y esperar que su agua empape, me empape, nos empape. Esto es lo que toca vivir ahora y de lo bien que lo haga dependerá cómo empiece el tiempo próximo.

Un abrazo fraterno

Tienen boca y no hablan (Sal 113B)

En el periódico de hoy leí una columna que me llamó la atención. Las líneas versaban sobre la doblegación actual de los ciudadanos, de la individualidad, ante el Estado y los conceptos grupales: pueblo, nación, raza… sobre todo en Europa, en las democracias del Viejo Continente. También afirmaba que la democracia, que es un sistema mejor que muchos de los que le precedieron, estaba empezando a ser un concepto bajo el cual todo cabe, todo lo que no sean críticas al propio sistema y al Estado.

Y leyendo el Salmo… me he estremecido un poco. Siento la certeza de que estamos bastante adormecidos, anestesiados y doblegados ante muchas trampas del sistema que nos ha tocado vivir. Hay sed de profetas. Y a lo mejor no sólo de profetas «morales» que inviten a reconsiderar comportamientos sino de profetas «civiles» que comiencen a despertar en las personas cierta inquietud y preocupación ante determinadas actuaciones estatales, macroestatales, etc. Y no se trata tanto de crear un grupo para luchar contra el grupo sino de tomar conciencia de mi valor como persona y ciudadano, de mis obligaciones, de mis derechos, de mis valores, de mis principios.

Uf, no sé… Es un poco complicado pero en mi interior me entiendo a mi mismo. Pero lo que hace falta es gritarlo de una vez.

Un abrazo fraterno

Le hablaré al corazón (Os 2, 16.17b-18.21-22)

Hoy he vivido una tarde muy hermosa. Estoy en Cáceres por cuestiones de trabajo. Es la primera vez que vengo aquí. Fue un descubrirse mutuo realmente bonito. Después de las horas cansadas del trabajo decidí abandonar el hotel a pie y dirigirme expectante a ese famoso casco histórico de la ciudad, mapa en mano. Crucé puentes, paseé arboledas, admiré detalles de la cotidianeidad cacereña y, después de haberme comprado un kilo de ricas picotas y mientras las comía como si fueran pipas, llegué a la Plaza Mayor, antesala introductoria de lo que estaba por llegar. Es difícil adjetivar con palabras lo que ni los ojos han sido capaces de procesar en toda su grandeza. Piedra. Historia. Belleza austera. Sin duda, uno de los lugares más románticos por los que he paseado nunca.

Y es hoy cuando me encuentro esta apasionada palabra del Padre. Hoy Dios ha estado especialmente romántico, como si hubiera paseado Cáceres a mi lado (seguro que lo hizo). Y trae a mi corazón la necesidad de vivir esta pasión también en mi relación con Dios. La óptica paternal la vivo. También la creadora, la protectora, la óptica desde la amistad… ¡Pero qué óptica más maravillosa esta del amor romántico! Llena la relación con Dios de sueños, de rincones, de pequeñeces, de detalles, de miradas, de secretos, de cierta tontería, de necesaria locura…

Un abrazo fraterno

Esto haces y ¿me voy a callar? (Sal 49)

Cuando se escucha una cosa, cuando se predica la misma cosa y a la hora de actuar se hace justo lo contrario… hay un problema. Un problema del que hay que hacerse consciente, que hay que reconocer y que hay que afrontar. Aunque realmente no apetezca, aunque no guste. Porque gustar no gusta. Reconocer las propias incongruencias, darse cuenta de las propias incoherencias… es duro y doloroso.

Dios no se calla ante nuestras incoherencias. Creo que somos nosotros los que acallamos su voz. No queremos oír su voz a través de hermanos, de amigos que nos conocen y nos rodean. No queremos escuchar su voz en el silencio y en el retiro. No queremos enfrentarnos con su espejo salvador. Dios no se calla por reprochar sino por salvar. Este es el matiz que hay que descubrir. Dios no se calla porque nos acuse sino porque nos ama.

La comunidad, lugar privilegiado para escuchar la voz de Dios.

Un abrazo fraterno

He combatido bien mi combate (2Tim 4, 6-8.17-18)

No suelo escribir en el blog en domingos, no suelo hacerlo los fines de semana. Pero acaba de comenzar una semana de vacaciones después de varias de mucho trabajo, de muchos cambios, de mucho esfuerzo… y me apetecía reaparecer para mi mismo.

Elegir el buen combate es un tema recurrente en ese libro de Paulo Coelho que tanto me gusta: «Manual del guerrero de la luz». Elegir el buen combate… No todas las batallas son para mi. No estoy llamado a todas las luchas ni los dones que me han sido regalados sirven con utilidad al Reino en todos los frentes y ante todos los enemigos.

¿Cuál es el gran combate al que soy llamado a luchar? Todavía estoy en tiempo de preparación y aún estoy afilando mis armas. Todavía creo que el Señor no ha enseñado todas su cartas para mi. Pero desde luego voy intuyendo cosas. Y lo que un día se intuye no se puede olvidar…

Un abrazo fraterno

Esperad y apresurad (2Pe 3, 12-15,17-18)

¡Qué manera de empezar! ¡Parece contradictorio si se lee rápido! Es como si Pedro me pidiera que meta primera y quinta a la vez. Es como si me dijera que me deje querer y a la vez que me lance. Es como me pidiera que agote la posesión y, a la vez, que haga un ataque rápido.

Pero no. Creo que es muy sabio lo que me plantea Pedro hoy. Dos verbos que, juntos, son brutales. Esperar que Dios me abra puertas y, a la vez, apresurarme en encontrar mi sitio. Esperar el amor y apresurarme a amar. Esperar un mundo mejor y, a la vez, apresurarme a construirlo. Esperar que pueda cambiarme y conocerme y, a la vez, apresurarme y dedicarme tiempo.

Saber que la esperanza es una virtud y que, a la vez, no hay tiempo que perder.

Un abrazo fraterno