Yo soy el pan de la vida (Jn 6, 30-35)

Soy de los que no saben comer sin pan. Me falta algo. No sé cómo acompañar los platos. Es algo absolutamente imprescindible en mi «dieta». Cuando Jesús viene y se equipara con el pan, a mi no hace otra cosa que surgirme hasta qué punto no se vivir sin Jesús. Hasta qué punto me falta algo. Hasta qué punto no se acompañar las circunstancias que me rodean. Hasta que punto, Jesús, es imprescindible.

Jesús, alimenta mi vida.

Un abrazo fraterno

Su rostro les pareció el de un ángel (Hc 6, 8-15)

Me han llamado la atención esas últimas palabras del relato de Hechos. Qué curioso. Con lo hermoso que es el salmo y también el Evangelio de hoy… y me voy a quedar con algo que parece muy tonto. Puede que lo sea, no lo niego. Pero hoy me ha llamado la atención. Me rechina en el relato. Me rechina lo poético y hast un poco cursi de la expresión… Me rechina estando el Sanedrín por el medio…

Estaba Esteban tan lleno de Dios que su rostro lo reflejaba. Con eso me quedo. El cuerpo habla. Y el rostro de Esteban y lo hizo y de qué manera. El cuerpo es un gran aliado para esto de tomarnos la temperatura, de vivir cerca de nosotros mismos, de calibrar la profundidad y consciencia con la que estamos viviendo. Y, a la vez, es el primer medio de propaganda de nuestro ser. Difícilmente seré un apóstol de Cristo si mi cuerpo no habla de Él. ¿Hablar el cuerpo de Cristo? Sí. Debe hacerlo. Él mío tiene mucho que mejorar. Estoy un poco dejado. Eso no es de Dios.

Tomo nota.

Un abrazo fraterno

Cinco panes y un par de peces (Jn 6, 1-15)

Con Jesús presente, el milagro de conseguir que aquello que tengo sea capaz de saciar el hambre de muchos se produce. Para ello tengo que estar dispuesto a ofrecerlo, a compartirlo, a ponerlo en medio. Ésto también es parte del milagro.

En una sociedad que cada vez nos empuja a poseer más cosas, a la individualidad, a la seguridad y a la inmediatez de los resultados… es un signo de los tiempos, un milagro, una muestra de que Jesús está presente… que siga habiendo personas capaces de poner lo suyo al servicio y que eso, a la luz de Dios, siga saciando a muchos.

¿Qué tengo yo que pueda ofrecer? ¿Cuáles son mis 5 panes y 2 peces que ofrezco a los que me rodean? hace tiempo que identifiqué alguno de mis dones, alguno de los regalos que me han sido dados y que yo pongo en juego para saciar al mundo: fidelidad, confianza, fortaleza y alegría. Y luego tengo aquello que yo mismo he ido cultivando y que también está al servicio. No hay demasiado. Pero Dios lo coge en sus manos y lo multiplica. La vivencia comunitaria facilita esto: la comunidad es multiplicadora de panes y peces.

¡Milagro!

Un abrazo fraterno

Gustad y ved (Sal 33)

Me gustan estas palabras- A veces parece que «los sentidos» y Dios son incompatibles, que el pecaminoso cuerpo no consigue llegar al nivel del espíritu.

El salmo me recuerda hoy que Dios también habla por mis sentidos, también se hace conocer a través de ellos. Una profunda acción de gracias me embarga: gracias por ver, gracias por oír, gracias por saborear, gracias por sentir, gracias por oler la fragancia maravillosa de la vida.

Un abrazo fraterno

… prefirieron la tiniebla a la luz (Jn 3, 16-21)

tinieblas.jpgEsta semana he «gozado» de una experiencia médica que ilustra bastante bien aquello que me sugiere la Palabra de hoy. Tuve que ir al dentista porque me dolía mucho parte de la encía superior. Notaba yo que tenía como un bulto doloroso que ha resultado ser una infección que se ha creado debido al contacto de una de las fundas incisivas con la propia encía. El dentista lo tuvo claro: endodoncia del incisivo. Pero no me contó sólo el diagnóstico sino que me explicó detalladamente aquello que me iba a hacer: taladrar la funda por la parte trasera, acceder al nervio, matar el nervio (todo esto puede que sin anestesia), luego drenará el pus, habrá que tapar el agujero y, por último, fabricar unas fundas nuevas que ya me ha presupuestado.

La sensación de no querer saber inundó mi ser. Que el dentista hubiera dado luz a todo el proceso me había infundido miedo y, con seguridad, hubiera preferido en aquel momento: primero, no haber ido al dentista ya que no me dolía tanto; segundo, no haber sabido lo que tenía y, tercero, no conocer los pasos que se iban a seguir. Hubiera preferido las tinieblas a la luz. Hubiera minimizado mi dolor. Hubiera relativizado la importancia. Hubiera preferido pagar las consecuencias más tarde y aguantar así todo lo que pudiera…

Lo mismo pasa con la vida muchas veces…

Aquí estoy (Hb 10, 4-10)

¡Cuántas veces nos equivocamos pensando lo que Dios quiere de nosotros! En nuestro lenguaje hemos hecho hueco ya para expresiones del tipo «Dios sabrá por qué», «es por tu bien», etc. refiriéndonos a situaciones vitales que nos llegan y a las que parece tengamos que plegarnos asumiendo que el sacrificio, el aguante, la «ofrenda de la víctima»… es parte de esa relación con el Padre. Hemos tergiversado el sentido del sacrificio y muchas veces hemos animado a la gente a confundir «cristiano» con «sacrificado».

¡Qué pensarán las personas que así lo viven cuando lean palabras como las de hoy! Dios funciona en positivo, así lo entiendo yo. No formula su salvación en negativo sino que lo que espera de mí es que limpie mis oídos, conozca mis dones y crezca como persona sana y madura, capaz de plantarme delante suya y pronunciar: «Aquí estoy. Para hacer tu voluntad». Sin victimismos. Sin sacrificios. «Ya nos os llamo siervos sino amigos». Pues eso. Proyecto común, no proyecto impuesto.

Esto, que parece más bonito, es mucho más difícil y pese a los que abanderan los sacrificios mal entendidos… pide mucho más de mi.

Un abrazo fraterno

Tu casa y tu reino durarán por siempre (2Sm 7, 4-16)

Las lecturas de hoy no son de esas que me cambian la vida. Al menos no hoy; ¿quién sabe si para la próxima? Pero lo cierto es que me han traído a la mente y al corazón una realidad a veces desdeñada o, simplemente, no tenida en cuenta: mi historia no comienza conmigo.
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Cuando uno lee estos pasajes en los que se cuenta la historia de David, de José, etc. uno percibe que, igual que la historia de Jesús comienza mucho antes en el pueblo de Israel que aquella noche en Belén; la historia de uno, la mía, también comienza mucho antes, en el devenir de mis antepasados y con la mano tierna de Dios que ha ido llevando silenciosamente a todos los que me precedieron para que hoy yo pueda ya, por mi mismo, tomar decisiones y ser quién soy.

La sensación de que mi historia es mía me ha proporcionado siempre cierto placer egocéntrico no exento de sana satisfaciión al considerarme la pieza clave de mis propias decisiones, de mis ideas, de mis valores… Pero descubrir que más allá de esto mi historia no me pertenece por completo es también trascendental. Los proyectos de Dios no manejan nuestras fechas ni nuestros tiempos. Mi historia no es sólo mía, en la historia de mi casa. Y en eso seguimos…

Un abrazo fraterno

Paz a vosotros (Jn 20, 19-31)

Hace ya varios días que no actualizaba este blog. La falta de tiempo a veces es capaz de ensombrecer hasta los momentos en los que uno debería estar preparado para sólo impregnarse de lo que le es dicho, de lo que le es regalado. Preparar la Pascua a veces ayuda y a veces dificulta a vivirla. Por lo de pronto a mi me dificulta enormemente vivir la Cuaresma de manera consciente. Este año lo volví a experimentar… ¡tanto que hacer que no queda tiempo para ser! Luego, una vez uno ya está metido de lleno en la Semana Santa inevitablemente vive momentos llenos de sentido.

Cuando hoy escuchaba el Evangelio en la Eucaristía se me clavó como una daga la famosa y archiconocida frase de Jesús: Paz a vosotros. Es tal vez esa paz el signo más claro de la vivencia de la Resurreción, del encuentro con Jesús vivo. Jesús traspasa nuestras puertas cerradas y viene a nuestro encuentro, conociendo nuestras incapacidades y temores, nuestras ataduras y miedos. Y Tomás trae a mi mente aquella catequesis comunitaria en Cercedilla y el respeto a mis tiempos y mis racionalidades… Y la primera lectura me habla de algo que conozco: hermanos, bienes compartidos, oraciones en común…

 En definitiva, este nuevo «paso del señor» trae otra vez aroma fecundo, la alegría de estar más cerca, laz paz (aunque sea momentánea) de saberme construyendo y construyéndome junto a otros… Paz, paz, paz…

Un abrazo fraterno

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AVISO

 

 HASTA DESPUÉS DE SEMANA SANTA NO VOLVERÉ A ESCRIBIR

UN ABRAZO FRATERNO

Convertiré mis montes en caminos (Is 49, 8-15)

caminoduro.jpgHoy ha sio un día de esos en los que es frecuente adelantar acontecimientos y afrontar problemas que todavía no han aparecido (aunque lo harán). Fue uno de esos días en los que el miedo a lo desconocido, a lo nuevo, a lo antiguo frena las ganas de crecer, de vivir, de salir…

Recuerdo con viveza las dos veces que hice el Camino de Santiago. La vida. Es la vida. Recuerdo apuntar con mi mirada caminos empinados cuyo no fin no alcanzaba la vista; caminos embarrados y llenos de altibajos. Y recuerdo ese pensamiento de terrible incomodidad ante lo que estaba por llegar; pensamiento paralizante y engañoso, venenoso. Como decía Javier, «el secreto está en dar siempre un paso más, sólo un paso más». Y poco a poco, paso a paso, la cuesta se convertía en llano.

Esta Palabra de hoy me llena de esperanza.

Un abrazo fraterno