Con vuestra fe, nos animáis (1Ts 3, 7-13)

Leyendo la carta de Pablo de hoy me viene al corazón un sentimiento que ilustra tremendamente lo que el Señor viene a recordarme hoy: la fe no se vive solo sino en comunidad. A partir de ahí podemos entrar a debatir, discutir o compartir diferentes maneras de entender esto pero todas ellas tendrán una base común.

El sentimiento del que habla es un sentimiento que me llena enormemente y trae paz a mi corazón. Surge cada vez que, como los tesalonicenses de entonces, alguien de mi alrededor, con su ejemplo y vida, me lleva a fortalecerme, a saberme en Dios con otros. Sentí esto cuando una catequista del grupo de jóvenes en el que estoy decidió irse con Médicos sin Fronteras. Hoy está en Sri Lanka construyendo Reino. Lo sentí con el matrimonio de amigos y hermanos. Lo sentí con la alegría de aquellos que nos comunicaban su reciente embarazo y con aquellos que vivieron el dolor y supieron aceptarlo y superarlo. Lo sentí con mi mujer y su valentía al romper cadenas. Lo sentí con aquellos que quisieron seguir dando pasos en su crecimiento pese a lo que supone mirarse adentro. Lo sentí en la Pascua en los corazones y las miradas de los chicos y chicas en búsqueda y con sed de algo que les de sentido.

Sin duda lo que soy hoy y la fe que tengo es fruto del don de Dios, de mi esfuerzo y del continuo nutrirse de la fe de todos, patrimonio de cada uno.

Un abrazo fraterno

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No les tengas miedo (Jr 1, 17-19)

miedos.jpgMe gusta la Palabra de hoy a través del profeta Jeremías. «Cíñete, ponte en pie». Hago mías esas palabras de mi Dios. Parecen estar dichas para mi y sólo para mi. Detrás de todas mis seguridades y de todas mis caretas prepotentes, arriesgadas, orgullosas, autosuficientes… detrás de todo eso creo que soy una persona con muchos miedos, con mucho miedo. En el momento de hoy tengo miedo a mi fracaso personal, a no ser capaz de poder vivir haciendo aquello que me gusta y deseo. Tengo miedo de ser un cristiano a medias. Tengo miedo de no educar bien a mis hijos, de transmitirles mis miedos. Tengo miedo de sentirme mal. Tengo miedo de la muerte y de la enfermedad.

Hoy el Padre, que me conoce y me ama, me anima y me exhorta a tomar el timón de nuevo, a buscar proyecto y objetivos cortos, a ser realista, a ser valiente, a pasar por encima de mis miedos. Él me conoce y me sabe fuerte, más de lo que me sé yo. Él está a mi lado y su fuerza será capaz de romper mis cadenas.

Me levanto de nuevo. Me pongo en pie. Y comienzo a andar de nuevo… con miedos… y con Dios.

 Un abrazo fraterno

Os tratamos con delicadeza (1Ts 2, 1-8)

En la primera lectura de hoy Pablo cuenta una manera de ser apóstol, muestra una manera de ser testigo: sin autoritarismo, con delicadeza, con cariño, entregando la persona entera, con valentía, sin pretender ser nada ni más que nadie, sin galones, sin buenos y malos… ¡Bonitas palabras de S. Pablo hoy! Bonita lección a los que a veces pecamos de grandilocuentes, de salvadores del mundo, de maestros morales, de pensadores cristalinos…
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Ser, hacer, creer… No hay mucho más. Menos charlas y más vida. Menos discursos y más convicciones. Menos autoridad y más amor.

Un abrazo fraterno

¡Ciegos! (Mt 23, 13-22)

Lo más cercano que tengo a una de esas escenas de Jesús cabreado es gracias a la película de Zeffirelli. Un Jesús tremendamente enfadado gritando con autoridad y haciendo resonar en el Templo esas contundentes acusiones: «¡Ciegos! ¡Guías ciegos!» Es fuerte eh. Me cuesta imaginármelo porque es fuerte. Cualquiera de nosotros gritando lo mismo ante algún obispo seríamos causa de escarnio, de detención y, casi, de excomulgación. Para Jesús lo fue también. Pero Jesús estaba harto de palabrería, de discursos vacíos, de moral manipulada, de un fanatismo cuyo objeto era oprimir a los más débiles y controlar sus vidas a base del miedo.
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Creo que no han cambiado demasiado las cosas en este sentido y lo afirmo desde el respeto y el amor profundo a mi Iglesia, a la Iglesia que formo, que construyo y a la que pertenezco. Sigo viendo cómo nuestra Buena Noticia no se transmite como tal en infinidad de ocasiones y cómo «la liberación de Jesús» se convierte en una losa difícil de mover. Cargamos a las personas de obligaciones, de doctrina moral, de normas, de mandamientos… todos aderezados con sus correspondientes amenazas, con amenazas incompatibles con un Dios Amor que ama, respeta, cuida, mima y acompaña. Sigo oliendo a hipocresía en multitud de discursos puritanos y exentos de realidad y de verdad, sobre todo en lo que a sexualidad se refiere. Sigo comprobando cómo colamos un mosquito y nos tragamos un camello. Me sonroja ver a los cristianos en la calle manifestándose contra un gobierno por una serie de leyes y cómo esos millones de los que tanto nos gloriamos desaparecen a la hora de compartir su dinero, su tiempo… a la hora de exigir medidas de justicia, a la hora de exigir medidas contra la pobreza, el hambre…

Hoy mismo un compñaero de trabajo me contaba el caso de una amiga suya que se iba a vivir con su novio. Ella tiene 32 años y su vida amorosa fue un calvario hasta que encontró a este chico. Su madre siempre fue una controladora obsesiva que no hizo más que torpedear su autoestima y su confianza. Ahora no le habla. La madre, católica de misa diaria, no asume esa situación en pecado de su hija, a la que mi compañero se refiere como una excelente y buena persona. Así seguimos. ¡Ciegos! ¡Ciegos! ¡Ciegos!

Un abrazo fraterno

¡Que todas las criaturas te den gracias, Señor! (Sal 144)

Creo que hacía años que no leía el diario Marca, uno de los grandes periódicos deportivos de España. No lo leo porque no me gusta el periodismo deportivo y porque no me interesa tanto el deporte cómo para averiguar los tejemenejes de cada disciplina. Pero hoy se lo compré a mi padre y lo lei mientras comía. Y después de leerlo y de leer las lecturas de hoy veo una clara conexión entre un artículo de Laso y el salmo de hoy. Laso, ex-jugador de baloncesto, escribe un artículo que gira en torno a unas declaraciones de Rudy Fernández (jugador del DKV Joventut y de la selección española) en las que éste afirma que todo lo que sabe de baloncesto es gracias a Aito García Reneses, su actual entrenador y uno de los grandes del baloncesto europeo. Laso se limita a alabar la humildad de Rudy y a certificar la escasa «acción de gracias» de las estrellas a aquellos, clubes y personas, que los iniciaron, los formaron, les exigieron y los pulieron.
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No es que yo sea Rudy pero esa relación entrenador-jugador puede tener muchas semejanzas con mi relación con Dios. Yo soy quien sale a la cancha y sólo de mi depende el meter o fallar las canastas. Soy yo quien se entrena, quien está en forma o no, quien debe cuidarse y prepararse al máximo para los grandes partidos de la vida. Pero es innegable que detrás hay alguien que me alienta, que me enseña a potenciar los dones que tengo, que intenta corregir mis defectos o minimizarlos, que me descubre secretos de cómo moverme por la cancha, que me anima a jugar para el equipo, que cree en mis posibilidades… Negar esto sería negar la evidencia. Por eso hoy quiero hacerme eco de estas palabras del Salmo. ¡Que todas las criaturas te den gracias! ¡Empezando por mi!

Un abrazo fraterno

Setenta veces siete (Mt 18, 21-19, 1)

pedir_perdon.jpg¡Qué medida la nuestra y qué desmesura la del Padre! Nosotros siempre pensando en números: cuánto vale, cuánto dar, cuántas veces, cuánto tiempo. Siempre nos falta dinero, siempre andamos justos de tiempo, siempre reivindicamos el orgullo sano de quien, al sentirse ofendido, espera el paso del de enfrente.

El Padre no es así. El Padre no actúa así. El Padre no mide, no espera, no cuenta, no exige, nunca se agota. Nuestro Padre es Padre 24×7, 24 horas al día, 7 días días a la semana. Y nos pide lo mismo. Ese «setenta veces siete» nosotros cogemos y lo traducimos por «muchas veces» porque asumimos que hay veces que no puede ser. Para Dios, «setenta veces siete» es SIEMPRE, es tener el PERDÓN como actitud natural en nosotros, pilar de vida, consecuencia del amor.

Me vienen a la mente situaciones complejas, faltas graves, delitos importantes, ofensas dolorosas.  ¿También ahí Padre? También. No cabe el rencor en un corazón cristiano. Cabe el dolor pero no el rencor. ¡Qué difícil para mi! ¡Y cuánto me ama mi Padre que pone el contador de ofensas conmigo a cero cada mañana, al alba!

Un abrazo fraterno

El Señor, tu Dios, avanza a tu lado (Dt 31, 1-8)

La Biblia está llena de frases, expresiones, sentencias… contudentes. A veces son duras, exigentes, interpeladoras y otras, como hoy, son tremendamente revitalizadoras. Repetir esta frase me llena la boca, me sacia, me complace. No se puede decir mucho más con tan pocas palabras, de una manera tan bella y transmitiendo tanta fortaleza.
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Es verdad que la vida es un camino en el que lo importante es siempre dar un paso adelante. Caminar no siempre es fácil ni hermoso y no siempre siente uno el hacerlo acompañado. Saber, por boca de Dios, que camina a tu lado es reconfortante, al menos para mi. Saber que esto está claro me da seguridad. Saberme hijo, respetado y amado da garantías a mi caminar y da confianza a mi corazón.

Y de paso me recuerda que Él es mi Dios. Que es a Él a quien debo adorar, seguir, alabar y amar. Que fuera de Él no hay nada y que todo lleva a Él. Pero esta afirmación sería muy fría sin esa segunda parte. Tal vez Dios es más Dios por caminar conmigo, por abajarse a mi, por ponerse al servicio, por morir en cruz, por lavar los pies, por dar la vida… ¡Uf!

Un abrazo fraterno

Se pusieron muy tristes (Mt 17, 22-27)

tristeza.jpgParece que a los discípulos no les gustaba demasiado la idea de que su Maestro fuera ejecutado por más que éste prometiera su resurrección. No estamos preparados para asumir el dolor en nuestra vida por muy maravillosa que sea la promesa o la consecuencia. Y menos yo, al que le cuestan especialmente las situaciones dificultosas y dolorosas.

Sólo la experiencia del encuentro con el Resucitado, la experiencia de la resurrección cambia el chip y torna el miedo en valentía, la tristeza en serenidad.

Yo todavía tengo miedo. Yo todavía evito el dolor y el sacrificio. Creo que todavía no me he encontrado cara a cara con Jesús resucitado…

Un abrazo fraterno

¿Para qué me sirve? (Mt 16, 24-28)

Inevitable es para mi leer este pasaje del Evangelio y no traer a la mente de manera instantánea la canción y la voz de la Hermana Glenda. Sus canciones, y ésta especialmente, marcaron mi Retiro de tercera etapa, retiro que hice con los chicos y chicas de mi grupo de catequesis en Coruña allá por el año 2000 antes de venirme a Madrid. Cada vez que la oigo me sigue turbando, interpelándome. Poco más hay que decir. Os la dejo en vídeo ¡con dibujos japoneses! Es lo único que encontré pero vale la pena…

Un abrazo fraterno