Enséñame tus caminos (Sal 24)
A veces nos planteamos la vocación como algo de por vida. Muchas veces nos rompemos el tarro intentando descubrir qué es aquello que Dios ha soñado para nosotros en la vida. Y es verdad que hay vocaciones fundamentales que implican diferentes estados de vida, es verdad. Pero la vida es más complicada y más sencilla a la vez. Más complicada porque la vocación no se elige una sola vez sino que estamos día a día, momento a momento, determinándola. Y más sencilla porque hay veces que parece que necesitemos ayuda divina para resolver nuestras dudas cuando son las decisiones pequeñas y abordables las que forjan un carácter, las que dejan rastro, las que determinanan un porcentaje elevado de lo que somos y de adónde vamos.
Enséñame tus caminos. Me encanta este plural. No hay un solo camino. No hay una sola opción. No nos la jugamos a una sola decisión. Entiendo este plural de varias maneras:
– No hay una sola manera de llegar a Dios. Cada uno debe emprender su camino desde lo que es, desde quien es. Ningún camino es criticable, ni opinable. Todos son válidos si nos conducen al Padre. No entiendo esas disputas internas eclesiales cuando intentamos imponernos unos a otros un solo camino. Respeto. Dios nos conoce y sabe cómo encontrarnos, cómo abordarnos, en qué «pozo de Siquem» esperarnos…
– No hay un solo camino para cada uno. Cada día se nos abren miles de caminos. Cada minuto llegamos a un cruce. Cada segundo tenemos que tomar decisiones, que elegir, que optar. Aquí es donde nos jugamos casi todo; en las pequeñas decisiones, en nuestras pequeñas elecciones: en nuestra manera de disfrutar el tiempo libre, en nuestra manera de tratar a nuestra familia, en estar atento a las necesidades de nuestros compañeros de trabajo, en decidir en base a nuestra felicidad o en base a nuestra carrera laboral, en la manera de educar a nuestros hijos, en las chorradas en las que nos gastamos dinero, etc.
Enséñame tus caminos. Tengo que escucharte Padre. Yo solo no sé. Aunque crea, a veces, saberlo todo.
Un abrazo fraterno