Devuélveme la alegría (Sal 50)

Tanto la primera lectura de hoy como el salmo son dos palabras preciosas que me vienen estupendamente para irme recuperando del dolor y del enfado de estas últimas horas. El Señor es capaz de hacerlo todo nuevo y la esperanza debe seguir firme e inquebrantable. Así como el pecado y la oscuridad nos destruyen y nos cercan, así somos restaurados para volver a comenzar. En lo personal y en lo eclesial.

Pero dos cosas que hoy me dice el Señor que creo que son muy importantes. La primera es que me juzgará según mi proceder. Lo dice el profeta y lo dice así después de haberse extendido explicando cómo vive y actúa un hombre justo. Es lo que hago en la vida lo que marca la diferencia. No es lo que pienso, ni lo que deseo, ni de lo que me arrepiento… es lo que hago. Lo que hago con mi tiempo, lo que hago con los pobres, lo que hago en mi familia, lo que hago en la Iglesia. Son las decisiones que tomo, las opciones que elijo, los caminos que recorro. Con el riesgo de equivocarme, el Señor me pide acción.

La segunda cosa habla más de Dios que de mí. «No quiero la muerte de nadie» dice el Señor. El quiere que todos seamos felices, que todos hagamos el bien, que todos descubramos la verdad, que todos obremos con justicia. Dios quiere que todos nos salvemos. ¡TODOS! Dios siempre alienta al cambio, a la reparación, al arrepentimiento. Siempre hay tiempo. ¡Qué deseo tan bonito del Padre!

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Alabar, verbo olvidado (Sal 148)

De todas las acepciones que tiene el verbo «alabar» en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, la segunda es la que se aplica más directamente a Dios pero a mí me gusta más la primera. Porque también aplica a Dios y porque me ayuda a concretar qué es eso de alabar.

Alabar
Del lat. tardío alapāri ‘jactarse’.

1. tr. Manifestar el aprecio o la admiración por algo o por alguienponiendo de relieve sus cualidades o méritos.
2. tr. Venerar y celebrar con oraciones.
3. prnl. Jactarse o presumir de algo.

Es bueno expresar lo bueno que es Dios conmigo. Es bueno que reconozca en mi vida sus caricias, sus detalles, sus cuidados. Es bueno que le dé gracias por todo lo que hace conmigo. Es bueno que reconozca su grandeza y mi pequeñez, su inabarcable amor y mi limitada capacidad para conocerle. Es bueno que lo cuente, que lo cante, que lo diga, que lo grite, que mi vida sea un auténtico canto de alabanza.

Son muchos los salmos de alabanza y es algo que hemos olvidado. La carne de Jesús y su humanidad nos ha acercado a Dios, nos ha hecho tocarle con nuestras propias manos y verlo con nuestros propios ojos pero no debemos dejar de postrarnos ante su divinidad, ante su magnificencia, ante su realeza.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Menos reuniones y más amor concreto (Sal 49)

Necesitamos profetas. Necesitamos que nos hablen, que nos digan, que denuncien, que destapen nuestros pecados, que pongan a la luz nuestras incoherencias. Nosotros, cristianos, seguidores de Jesús Resucitado, ¿vivimos como tales? ¿Somos reconocibles por nuestro amor? ¿O seguimos siendo sólo palabra y poco acto?

El salmo de hoy, unido a la palabra del profeta Amós, viene a traer una advertencia de Dios que debemos actualizar. Tal vez hoy, aquellos que le seguimos y creemos en Él, ya no quemamos cabritos ni ofrecemos tórtolas en los templos (aunque quedan todavía ciertamente costumbres religiosas que pretenden «comprar» el favor de Dios), pero hacemos otras cosas con las que intentamos acaparar el protagonismo de nuestra propia salvación y calmar, además, nuestras conciencias. Yo el primero.

Llenamos nuestras agendas de reuniones, programamos mil proyectos, descuidamos nuestras casas y nuestras familias, nos volcamos en planes, actividades pastorales, etc. para luego tener, en muchos casos, una nula incidencia social, donde nuestro amor no es germen de justicia social. Seguimos mirando de reojo muchas veces a los pobres, no nos atrevemos a cuestionar las estructuras, nos alejamos de la vida política como si no fuera con nosotros, vivimos acomodados, en sobreabundancia, mientras hermanos nuestros viven en la necesidad. Nuestras familias muchas veces están en disputa, nuestras comunidades son tantas veces lugar de murmuración y crítica… Nos sacrificamos a nosotros mismos pero sin que esto sea reflejo de un amor concreto por el prójimo concreto.

«Buscad el bien y no el mal, y viviréis» dice el profeta. Hoy diría «dejad de reuniros tanto y salid ahí afuera a entregar vuestra vida para que no haya ya pobre ni anciano ni viuda ni enfermo ni joven desorientado que desconozca lo que es el amor de Dios en sus vidas».

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Tu voluntad (Sal 118)

«Enséñame a cumplir tu voluntad
y a guardarla de todo corazón.»

 

No es fácil cumplir la voluntad de Dios. Al menos no para mí. Igual tú eres más aventajado o aventajada y rozas ya la santidad. Creo que ni para los santos fue fácil. Por eso resuenan hoy en mí, con especial interés, las palabras del salmista, pidiendo ayuda para tan alto propósito.

Primero, se trata de discernir cuál es la voluntad de Dios. Uno no se levanta una mañana y lo descubre. O lee un ratito el Evangelio y lo ve claro. O llega alguien y se lo dice. Hay que estar a la escucha. Hay que unir los puntos. Hay que querer descubrirlo. Y aún así a veces uno convive con la duda de si habrá acertado.

Segundo, una vez descubierto cuál es la voluntad de Dios, hay que cumplirla. Jesús conocía la voluntad del Padre pero en Getsemaní vivió en sus carnes lo difícil que es muchas veces llevarla a cabo. Porque no es lo que esperabas, porque contradice tu propia voluntad, porque trae consecuencias difíciles, qué se yo…

Y tercero, y me parece muy bonito por parte del salmista, hay que hacer todo este proceso desde el corazón. Es desde el amor desde donde hay que vivir todo esto. No es un mandato. No es una ley. No hay que cumplir bajo pena de muerte. Es otra cosa. Es algo a degustar, a saborear, a reconocer como valioso en mi vida, a descubrir la propia felicidad en ello, a querer y desear estar con el Señor hasta el final.

Yo necesito que Dios me enseñe a hacer todo esto. Soy torpe. A veces escucho mal. A veces escucho pero no quiero cumplir. Y a veces no lo vivo desde el amor. En eso estamos.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Dios acaba con la sequía (Sal 64,10.11.12-13)

Qué precioso es el salmo de hoy…

Tú cuidas de la tierra, 
la riegas y la enriqueces sin medida; 
la acequia de Dios va llena de agua, 
preparas los trigales.

Riegas los surcos, 
igualas los terrenos, 
tu llovizna los deja mullidos, 
bendices sus brotes.

En estos tiempos de subida de temperaturas, de cambio de paisajes y ecosistemas, de luchas por el agua en muchos rincones del planeta, de embalses vacíos, de secarrales, desiertos y deforestación; es una palabra refrescante la que hoy escuchamos, una imagen preciosa de que cómo el Señor nos cuida, nos enriquece, nos riega y deja nuestro corazón bien mullidito para que de él broten las más espectaculares y hermosas plantas, hierbas, flores.

Cuando Dios deja de estar presente en nuestras vidas, el calor aprieta y el mismo sol con el que disfrutábamos empieza a cansar, a agobiar y a quemar en exceso. La sed aprieta. La piel se reseca y oscurece. El pecho se oprime y se ahoga. El ambiente se carga y la polución de queda. Llega de Dios y con él trae vientos de cambios que limpian el cielo, la humedad que suave vuelve a empapar cada poro de tu ser. La temperatura baja. El entorno se refresca y su acción sobre tu vida es similar al trago de agua cuando la boca ya no puede ni tragar.

Hay imágenes que no necesitan más explicación porque también la poesía, y en buena manera lo hace, habla de Dios.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

María y los escolapios (Lc 1,39-56)

María actualiza el salmo de hoy en su visita a Isabel. «Mi fuerza y mi poder es el Señor», dice el salmista, y María, desde ahí, proclama la grandeza de su Salvador.

¿Puedes tú, con el salmista, con María, decir que tu fuerza y tu poder es el Señor? ¿Puedes decir que tu fuerza y tu poder no son el dinero que tienes en el banco, ni la casa en la que vives, ni el coche en el que viajas, ni los libros que has leído, ni los títulos que tienes, ni los planes futuros? ¿Puedes plantear tu vida desde la grandeza de un Dios que se hace carne en tu pequeñez y que, desde ti, pretende llegar a todos? ¿Dónde encuentras tu fuerza? ¿Dónde la pierdes?

Hoy es también el Día de Oración por las Vocaciones Escolapias. Sin duda, tiene mucho sentido, celebrar este día junto con la Visitación. Comprobar que, al final, se trata de dar un sí, de abandonarse, de reconocer que no es en uno donde reside la fuerza. Es Dios quién me llama, es el Señor quién obra en mí, es el Espíritu que me habita el que pone la palabra en mi boca, el que me lleva aquí y allá, el que libera, cura, sana, salva.

Ojalá muchos hombres y mujeres de hoy estén dispuestos a ser buenos escolapios, siendo laicos y religiosos. Escolapios que dediquen su vida por entero a los niños y jóvenes. Escolapios que vivan con pasión la educación y que encuentren en la escuela un auténtico camino a Jerusalén, un lugar donde vaciarse y dar la vida por completo.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

La ternura de Dios (Sal 102,1-2.3-4.8-9.11-12)

Leo el salmo que nos ofrece la Palabra del día y pienso inevitablemente en Santiago Uno, en sus chicos y en sus educadores. Pienso en la cantidad de veces que le oí al director de la casa decir que lo que hacemos en ella es recuperar la ternura en la vida de aquellos que han sido tratados con desamor y que, ahora, son descartados por una sociedad que mira hacia otro lado y los trata, o como culpables a los que acusar o como víctimas de las que compadecerse.

Es verdad que muchos de los chicos que están con nosotros no son creyentes. Para muchos, la experiencia de Dios es algo desconocido. En cuanto empiezas a rascar, compruebas que no es así. Al final descubrir a Dios es saborear el perdón, sentir que las heridas comienzan a cicatrizar, paladear la ternura que se lleva en el corazón, rescatar la propia vida de la fosa. ¡Qué maravilloso es Dios, que cree en cada uno y que lucha por cada uno, para que cada uno se salve!

Cuando el Papa Francisco habla de todo esto, alguno le mira con cara de descrédito, incluso desdén. Muchos querrían hablar de grandes teologías, de morales infumables, de culpas, pecados, castigos… de un mundo que ha delinquido y que ha desagradado a Dios. Hay mucha verdad en todo ello, pero el Papa, como el salmista, prefiere poner el foco en la acción poderosa y maravillosa de un Dios todo amor. Prefiere hablar de ternura y misericordia, más que de pecado. Prefiere hablar de la curación más que de la enfermedad. Y de la luz más que de la oscuridad. En Santiago Uno también es así.

La ternura de Dios es lo que nos sostiene, lo que nos empuja, lo que nos recrea y lo que nos lleva a parecernos a Él.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Doncellas prudentes #aceite

Yo también espero al Señor. Cada día sigo preguntándome qué quiere de mí, qué me tiene preparado, cuáles son sus caminos… Cada mañana, al ver el mundo, no reconozco la realidad del salmo de hoy, donde la alegría reina en un mundo lleno de Dios y de su paz y prosperidad. Yo también espero al Señor, como las doncellas del Evangelio.

Esperarle ya es bastante, en un mundo cansado de esperar. La sociedad de la wifi, de la fibra, de la conectividad, de la fast-food, de los trenes de alta velocidad y las autopistas interminables… ya no sabe lo que se cuece en un tiempo de espera. Ese tiempo, más bien, es despreciado. Pero no llega con esperarle.

Ese aceite, tal vez, sea la oración, la frecuencia de los sacramentos, la vida comunitaria, una vida al servicio de los demás. Porque la espera, si finalmente no lleva al encuentro, sí que no tiene sentido. Es el mayor de los sinsentidos.

Hoy comienza el nuevo curso y no quiero quedarme sin aceite. Tomo nota.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

¿Cómo es Dios? #salmo145

¿Alguna vez os habéis preguntado cómo es Dios? Pues el salmo 145 nos lo dice de una manera preciosa que no admite comentarios… sólo silencio y acogimiento…

Mantiene su fidelidad perpetuamente,
hace justicia a los oprimidos,
da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos. R/.

El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
El Señor guarda a los peregrinos. R/.

Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad. R/.

El sacerdote más grande #darlavida (DEP Ignacio Echevarría)

Hoy celebramos la fiesta de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote. Y uno lee las lecturas y encuentra un punto en común bastante claro: ser sacerdote es dar la vida por todos, siguiendo la voluntad de Dios.

Yo, como Jesús, soy sacerdote desde mi bautismo. No sacerdote como ministro ordenado sino sacerdote como persona que se ofrece al Padre para cargar sobre sus hombres a sus prójimos, para obedecer el mandato del Señor de amar por encima de todas las cosas.

No se puede amar sin dar la vida. Y no se puede dar sólo un trocito de vida…

Getsemaní es el escenario del Evangelio de hoy… ¿Estoy yo dispuesto a afrontar lo que Dios me pide sean cuales sean las consecuencias? Esa es la pregunta de hoy.

Ignacio Echevarría lo tuvo más claro que yo. Ya está contigo, Dios. Dale las gracias de parte de todos. Un sacerdote ha llegado al cielo. DEP

Un abrazo fraterno – @scasanovam