Si sigues a Jesús, un mandato te espera (Mt 10,7-13)

Los que seguimos a Jesús tenemos un mandato. Porque los verbos que usa el Evangelio de hoy no son una mera invitación. Por eso la comunión es tan relevante. Estar en comunión con Él, comulgar, es estar dispuesto a recibir este mandato:

«ld y proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis. No llevéis en la faja oro, plata ni calderilla; ni tampoco alforja para el camino, ni túnica de repuesto, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero su sustento. Cuando entréis en un pueblo o aldea, averiguad quién hay allí de confianza y quedaos en su casa hasta que os vayáis. Al entrar en una casa, saludad; si la casa se lo merece, la paz que le deseáis vendrá a ella. Si no se lo merece, la paz volverá a vosotros.»

Imperativo, imperativo, imperativo. Id, proclamad, curad, resucitad, limpiad, echad, dad, entrad, averiguad, saludad, no llevéis… Jesús no se anduvo por las ramas.

Estamos llamados a dar continuidad a su presencia entre los hombres. Llamados a salir de nosotros mismos, a anunciar que el mundo es de otra manera si lo preside el amor, a vivir unas relaciones sanadoras con los demás, a dejar buen aroma a nuestro paso, a generar vida… descansando de vez en cuando, cargando las pilas en una comunidad que nos acoja, para luego volver a los caminos. Y así siempre.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

La plenitud de lo pequeño (Mt 5,17-19)

¿Qué es dar plenitud a la Ley?

No saltarse ninguno de los preceptos menos importantes… eso por lo de pronto. Es decir, concretar el amor.

Porque AMAR en mayúsculas no es difícil. Lo difícil es amar en pequeño, hoy, aquí, ahora. Amar en casa, a tu pareja, con la que te jugaste la vida y a la que a veces no entiendes, a la que a veces haces daño y te hace daño. Amar a tus hijos. A tus hermanos. Amar en la comunidad, en la oración acostumbrada a horas y maneras. Amar en el «siempre igual» y en el «siempre diferente». Amar en el trabajo, con la tarea bien ejecutada, con el esfuerzo entregado y el sudor ofrecido. Amar en el pobre del barrio, en la anciana sola, en el silencio ante la crítica que brota, en la cabeza gacha ante la cruz del que lo dio todo.

La plenitud se alcanza en lo escondido, en los callado, en lo entregado. La plenitud de lo pequeño. La plenitud enseñada por un Dios que se hizo nada.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Luz de luz (Mt 5,13-16)

Apaga la luz de alrededor. Baja las persianas de tu vida. Permítete estar a oscuras un rato. Sin ruído. Sin flashes. Sin efectos especiales. Sólo la negrura y tú. Y mira adentro. ¿No la ves? Esa lucecita… Esa llama que nunca se apaga… Es el Espíritu que te habita. Es la huella de Dios que llevas dentro de ti. Mírala y mira todo aquello que ilumina. Observa los rincones que aparecen y que desconocías. Lleva tus ojos a lugares internos que no sabías que existían. Deléitate con los colores de esos frescos en tu corazón. Sorpréndete por todo lo bueno y bello que se esconde ahí adentro.

Y ahora que lo has descubierto, sal afuera, sin miedo. Porque llevas luz. ¡Ya la has visto! ¡Y hay tantos a oscuras que todavía no se han enterado! Al ver tu luz, querrán descubrir la suya. Al ver tu belleza, querrán ser bellos. Al sentir tu calor, querrán calor también para sus pies fríos. Al ver tu llama, inextinguible, desearán descubrir la suya.

Y la luz se propagará, y el fuego lo quemará todo, y el calor derretirá la frialdad que se hizo fuerte en el mundo. Y el Espíritu encontrará todavía más espacio para aletear…

Un abrazo fraterno – @scasanovam

El Señor está cerca, contigo. No tengas miedo. (Sal 120)

Difícil día hoy para comentar el Evangelio. Las Bienaventuranzas. Me cuestan. Me cuesta decir algo sobre lo que ya Jesús dice. Me cuesta comentar porque todo está claro. Me cuestan por la sencillez de su planteamiento. Me cuestan por la dificultad de hacerlas vida. Me cuestan porque me dejan callado.

Pero iluminadas por el salmo 120, me inspiran y me llena de paz. El salmo 120, que tantas veces canté gracias a la Hermana Glenda, es uno de mis salmos favoritos. Es un salmo que invita a la confianza en Aquel que te cuida, te guarda, te protege, te alimenta… porque te ama.

Las Bienaventuranzas son una invitación a vivir según el Reino y a abandonarse en sus consecuencias. La apuesta es de órdago y, generalmente, trae complicaciones; como cualquier apuesta de amor.

El Señor viene, está cerca contigo. Y te dice: – no tengas miedo.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Los poderes frente al espejo (Mc 12,1-12)

Jesús está en Jerusalén. Visita el Templo. Lo que ve no le gusta. Y lejos de callar y mirar a otro lado, siendo la Verdad, denuncia que el pueblo amado de Dios está falto de guías, seco de frutos, ciego y sordo.

El Evangelio de hoy es uno de tantos, en esta parte del relato de Marcos, en los que Jesús se encuentra con los poderes fácticos del «pueblo de Israel». ¿Quiénes son los los poderes que manejan las vidas y las conciencias de las personas? ¿Líderes religiosos? ¿Banqueros? ¿Medios de comunicación? ¿Políticos? ¿Futbolistas? Elige tú. E imagínatelos delante de Jesús, siendo abroncados a través de una parábola.

El caso es que si eres cristiano y, como tal, testigo, tú también debes escuchar. Yo, padre, esposo, profesor, catequista… me imagino también delante del Maestro escuchando cosas que, seguramente, no me gusten. Escuchando su corrección y, también, su reproche. Porque se me ha dado una responsabilidad, porque se me ha pedido proclamar su Palabra, porque se me ha pedido hacer crecer su Reino, porque se me ha llamado a acompañar a muchos y a anunciar a otros que Jesucristo vive y lo ama y lo salva…Y también actúo, muchas veces, como aquellos… más centrados en ellos mismos que en sus hermanos, ciegos ante las necesidades de los más débiles, sordos a las voces proféticas que me recuerdan qué quiere Dios de mí…

Hoy, te pido Señor, que me ayudes a confiar más en Ti, a abandonarme a tu Voluntad, a acallarme y dejarte hablar a través de mí. Hoy te pido no ser uno de los poderes del mundo sino un sencillo apóstol con las sandalias gastadas…

Un abrazo fraterno – @scasanovam

La alegría que viene de dentro (Jn 16,20-23a)

Una alegría que no depende de las circunstancias, ni de las personas. Una alegría profunda que brota de una fuente inagotable. Una alegría que es don. Una alegría que es regalo y fruto de la presencia del Espíritu en nosotros.

No es un falso optimismo. No es una actitud ingenua e inconsciente. No parte de una mirada irreal del mundo y las personas. Más bien al contrario. ES un optimismo que se sustenta en la Resurrección. Es una actitud que brota de la entrega. Es una mirada desde el amor de Cristo.

No busquemos tanto el placer, el éxito, la felicidad mundana. Abramos nuestro corazón al Espíritu y estemos alegres, verdaderamente alegres.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Cargar con la verdad (Jn 16,12-15)

«Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora»

Esta frase de Jesús en el comienzo del Evangelio de hoy me resulta muy sugerente y clarificadora. Porque la Verdad también hay que digerirla y no todos los estómagos están preparados en todo momento para ello. La pedagogía, los tiempos y las personas son importantes.

A veces pensamos que la Buena Noticia, por el mero hecho de serlo, está ya lista para «ser servida» a cualquier oyente, en cualquier momento. Y pasa que quemamos tiempos, etapas y personas y que dejamos de hacer algo que Jesús sí hizo y nos enseñó: acompañar el proceso personal de cada uno. No se mostró resucitado de la misma manera a la Magdalena, que a Tomás, que a los discípulos de Emaús… No se encontró de la misma manera con pedro, que con Mateo, que con la samaritana…

Uno a uno. Y respetando. Ese es el camino para poder digerir la maravillosa llegada del Reino.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

El Espíritu nos acompaña (Jn 16,5-11)

No estamos solos. El que nos hace compañía es de confianza, aunque misterioso e invisible. Poca gente se acuerda del Espíritu. Entonces ¿qué nos movería si no estuviera Él?

El Espíritu me susurra intuiciones, me sostiene en las dificultades, me señala caminos, me empuja en los desfiladeros, me ilumina el sendero, me cura las heridas, me sugiere la Verdad, me presenta testigos, me sacia la sed, me lleva sobre el mar.

No estamos solos. Dios Trinidad sigue a nuestra vera. Hasta el final.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Cuando no se conoce a Dios (Jn 15,26–16,4a)

Recuerdo que, de pequeño, mi madre me decía muchas veces que Dios nos juzgará en función de nuestra responsabilidad ante Él. Decía que Dios no le pide lo mismo a una persona que ha nacido en un barrio desfavorecido de una metrópolis cualquiera, con poca cultura, pocos medios y escasas oportunidades, que a un obispo, por ejemplo, culto, preparado y conocedor de Dios. Algo así.

Sin querer entrar en disecciones teológicas, detrás del pensamiento de mi madre hay algo parecido a lo que Jesús afirma hoy en el evangelio de S. Juan: quién no conoce a Dios a veces actúa de manera inexplicable para los que somos creyentes. Pero si le damos la vuelta, debemos pensar: ¿Cómo actuamos aquellos a los que sí se nos ha dado Dios a conocer? ¿Cómo actuamos los que sí participamos en los sacramentos, los que hemos ido a catequesis, los que hemos participado en retiros espirituales, los que hemos escuchado a referentes y testigos del Evangelio, los que oramos o decimos que lo hacemos? Porque… si conocemos a Dios y nuestra vida no lo refleja… tenemos una responsabilidad mayor que los otros.

Un abrazo fuerte – @scasanovam

Si me amas… (Jn 14,27-31a)

Si me amas… te alegrarás de que vaya al Padre. Qué frase tan bonita esta de Jesús a sus discípulos. Una bonita y precisa definición de amor.

Y es que amar es sobre todo pensar en el bien del otro. Y no hay nada mejor que mi amado, que mi amada, esté cerca de Dios. Es lo máximo a lo que puedo aspirar como verdaderamente amante.

Un abrazo fraterno – @scasanovam