El silencio de los fariseos (Mc 3,1-6)

Cómo le dolió a Jesús el silencio de los fariseos ante la pregunta que les lanzó: «¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?«. Cómo le duelen nuestros silencios también ante disyuntivas donde está en juego la persona.

El silencio de los fariseos, que se quedaron callados, refleja una dureza de corazón difícil de aceptar para Jesús. Es demasiada la distancia que les separa. Los fariseos, creyentes escrupulosos con el cumplimiento de la Ley, son incapaces de entender el Reino de Dios que se hace presente con el Maestro. La letra de la Ley está por encima del espíritu que la sustenta, algo que Jesús se esfuerza en cuestionar durante toda su vida.

Yo tengo también algo de fariseo, de cumplidor. Creo que parte de mi educación religiosa va por ahí y, pese a la formación y mi crecimiento, todavía me queda algo en la sangre. Cumplir da seguridad. Cumplir también me encorseta, me aleja de la felicidad y me hace vivir muchas veces la ley como un peso. Y lo que es peor, me hace «como Dios», soberbio. Porque en el fondo, el que se «esfuerza» en cumplir, lo hace porque piensa que así «se gana» el cielo, dejando la misericordia de Dios como un mero accesorio.

Ojalá, Señor, me ayudes a ser como tú, a vivir ligero de equipaje, con el único traje que tu amor, atento a las necesidades de mis hermanos y sin miedo a ver en la Ley, más que letra, espíritu.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Notoriedad eclesial (Mc 1,40-45)

Cómo nos gusta tener notoriedad. A mí el primero, Señor. No pasar desapercibido. Tener algún pequeño momento de gloria. Ser reconocido. Es como si lleváramos en las venas el gustillo por ser mejores que otros, por ser más poderosos e influyentes.

Tú eras el Mesías y nos enseñas de qué va esto. Por eso te crucificaron, entre otras cosas. Porque no entraste al juego de la notoriedad. Los que esperaban un Mesías canciller, cacique, general de los ejércitos, libertador político, etc. se quedaron con las ganas. Tú sólo sabes de amor, no de notoriedad.

Ayúdanos, Señor. Ayúdame sólo a amar y no a figurar.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Lepra moderna (Lc 5,12-16)

Una de las razones por las que las personas, sobre todo en Occidente, se han ido alejando de Jesucristo, de la Iglesia y de Dios es que piensan que no necesitan ser salvadas. En este mundo tan aparentemente bueno, donde nos gobierna el bienestar y la seguridad, ¿qué pinta un tal Jesús rescatándonos de no se qué sitio?

Esta tal vez sea la lepra moderna: la soberbia existencial, la creencia de que yo controlo mi vida, de que no soy criatura sino casi Dios, de que todo es relativo, de que la verdad no existe y de que yo sólo me valgo, gracias además a la ciencia y la tecnología actuales.

Pues necesitamos ser limpiados, como el leproso, de esa enfermedad que, al final, nos hace tan vulnerables y tan infelices y nos sume en una profunda soledad e insatisfacción. Límpiame Señor, si quieres. Sí, lo necesito.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Programa electoral de Jesús de Nazaret (Lc 4,14-22a)

PUNTO 1
Anunciar el Evangelio a los pobres
PUNTO 2
Anunciar a los cautivos la libertad
PUNTO 3
Anunciar a los ciegos la vista
PUNTO 4
Dar libertad a los oprimidos
PUNTO 5
Anunciar el año de gracia del Señor

De esto se trata.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

La mentira del Rey (Mt 2,1-12)

La mentira de los políticos es algo que viene de lejos. Aquellos Magos que venían del lejano Oriente, al llegar a Jerusalén, con buena fe, se acercaron a la corte de Herodes a presentarse y a preguntar por el nacimiento del Mesías. Herodes se sintió amenazado y se colocó a la defensiva. Luego trató de manipularles y les mintió.

No ha cambiado tanto el panorama desde entonces. La política pasa por momentos críticos y pierde su ser cuando se olvida de aquellos a los que sirve para sólo centrarse en el poder de aquellos que gobiernan. Herodes fue uno de los primeros populistas: se vistió con piel de cordero y le dijo a los Magos que volvieran a decirle dónde había nacido ese Mesía para ir también a adorarlo.

¿Con qué me quedo en este día, y en estos días convulsos políticamente hablando? Con la actitud de los Magos que, una vez más, nos marcan el camino. ¿Cómo actuar ante nuestros políticos, nuestros sistemas políticos?

  1. No perdiendo el centro de nuestro caminar. Jesús es nuestro centro y a Él es al único al que debemos adorar.
  2. No poner nuestras esperanzas en los poderes del mundo ni en sus ideologías, sino más bien estar atentos a las «estrellas» que nos iluminan en nuestro peregrinar.
  3. No perder la alegría.
  4. Ofrecer lo mejor que tenemos. No mirar atrás ni perder tiempo criticando ni comentando la jugada de unos y otros. Estar dispuestos a poner nuestros dones en juego, al servicio de otros.
  5. Rezar y escuchar para saber ser ciudadanos que sepan vivir en el mundo que les toca. Tal vez no se trata de montar revoluciones sino, más bien, saber retirarse y caminar sin plegarse ni claudicar.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

En busca de intimidad (Jn 1,35-42)

«¿Qué buscáis?» les preguntó Jesús. «¿Dónde vives maestro?» respondieron ellos.

Uno se espera otras mil respuestas. Buscamos la respuesta a nuestras preguntas. Buscamos la felicidad. Buscamos a Dios. Buscamos lo eterno. Buscamos sentirnos bien. Buscamos nuestros sueños. Buscamos realizarnos. Buscamos el amor. No sé… ¡cualquier cosa menos ese «dónde vives»!

Dándole vueltas, he llegado a la conclusión de que la preguntita-respuesta puede tener más miga de lo que parece. Porque preguntar a alguien dónde vive, es sugerir que uno quiere conocer cómo es su hogar, dónde está el lugar donde esa persona se sabe «en casa», el lugar donde es más él… En realidad le están preguntando por su ser más íntimo. Es una pregunta preciosa.

Y más preciosa es la apertura de Jesús a compartir su intimidad con ellos. «Venid y veréis». Todos estamos invitados a compartir la intimidad de Jesús. Sólo hay que quererlo.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

La culpa la tiene el Espíritu (Jn 1,29-34)

El Espíritu es el que me regala la fe.
El Espíritu es quién me escucha cuando oro.
El Espíritu es quién me empuja a orar.
El Espíritu es quién me cruza con personas que me hacen bien.
El Espíritu es quién me cruza con personas a las que hago bien.
El Espíritu es quién me sostiene cuando me arriesgo y confío.
El Espíritu es quién me cicatriza las heridas y me impulsa a volver a la lucha.
El Espíritu es quién me guía en los cruces de caminos.
El Espíritu es quién me da la Palabra justo en el momento adecuado.
El Espíritu es quién me sobrecoge cuando me siento amado.
El Espíritu es quién me revela que ese pan y ese vino son Cristo mismo.
El Espíritu es quién me anima a ser mejor.
El Espíritu es quién me permite sentir a Dios vivo en mi vida, cerca.
El Espíritu es quién me hace ver a Dios en el arte y en lo bello.
El Espíritu es el amigo que siempre está.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Yo no soy el Mesías (Jn 1,19-28)

Quién lo escuchara… Esa frase sería oro en la boca de muchos contemporáneos que, como otras veces en la Historia, se creen los salvadores de muchos. Juan el Bautista lo tenía claro. Él no era. Hoy, muchos están confundidos. Tenemos una buena ristra de experimentos mesiánicos en la faz de la Tierra.

Incluso yo tengo que hacer el esfuerzo por no creérmelo. Los que trabajamos con personas, y si es en la educación más, tenemos la tentación de acabar pensando que somos el Mesías y que estamos en la tierra para salvar la vida de muchos. Y podemos llegar a engancharnos al placer que da que a uno le sigan, le veneren, le escuchen, le respeten, le quieran seguir e imitar…

Gran tentación la del mesianismo. Eterna tentación que se acabó con un Cristo Mesías muerto en la cruz. ¿Qué Mesías de hoy está dispuesto a transitar ese camino?

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Llega el 2020, gracias a Dios (Jn 1,1-18)

Hoy cerraremos el año 2019 y es bueno preguntarse cómo fue. En twitter, estos últimos días, es tendencia el hashtag #2019in5words, con el que resumir en cinco palabras el año que nos deja. Siempre es bueno hacer balance. ¿Termino el año mejor que cómo empecé? ¿He hecho cosas que han valido la pena? ¿He compartido tiempo con las personas importantes? ¿Me he arriesgado y he tomado decisiones? ¿En qué lugar ha estado Dios en todo esto? ¿Ha habido heridas, luchas, fracasos y derrotas? ¿He aprendido de ello?

El tiempo pertenece a Dios y que 2020 esté a punto de comenzar no es más que otro regalo del Creador. «Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada» nos dice San Juan. Pues eso. Que tenemos un nuevo presente para que lo aprovechemos. Más allá de propósitos de año nuevo, de gimnasios, adelgazamientos, viajes y sueños varios, gocemos del tiempo que se nos da y gastémoslo con responsabilidad. Un día se nos preguntará qué hicimos con ello.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Huir también es de Dios (Mt 2,13-18)

Huir del mal. Eso sí es de Dios. Cuando la trampa está cerca, conviene no minusvalorarla. El mal es poderoso. ¡Cuántos cayeron en sus redes pensando que nunca pasaría! ¡Cuántos se hicieron los valientes y confiaron en una falsa protección de Dios!

Dios nos protege, claro que sí. Vela por nosotros. Cuida nuestra vida. Procura nuestra felicidad. Pero en esta partida, de luces y sombras y ángeles y demonios, el mal también juega su partida y es enemigo poderoso.

A José, Dios le susurró que era hora de huir. El mal había anidado en el corazón de Herodes y convenía proteger al Amor pequeño que había nacido. También nosotros tenemos esa responsabilidad. Y cuando el mal se acerca y tiende la trampa, debemos seguir la voz de la luz que nos incita a salir de ahí cuanto antes y no hacernos los fuertes.

Un abrazo fraterno – @scasanovam