La omisión, el pecado camuflado #Cuaresma
El Evangelio de hoy me deja mosqueado. Está hilado demasiado bien y me molesta, me toca, me cuestiona demasiado.
Qué bonito es pensar que cada vez que damos de comer al hambriento, de beber al sediento; cada vez que vestimos al desnudo, visitamos al preso y acompañamos al enfermo, lo hacemos con el mismo Jesús. Es precioso. Porque implica, aunque parezca una tontería, que mi Jesús vive, puebla el barrio y mi entorno, sigue siendo de carne y hueso y es fácil encontrarle y tocarle. Todo sería maravilloso si el Evangelio se quedara ahí. Pero sigue…
Y sigue diciendo lo contrario. Podría suponerse pero cuando se deja blanco sobre negro es porque Dios no quiere dar lugar a las especulaciones, a los vacíos de ley, a los huecos acomodaticios en los que vestirnos de excusas. Y habla de la omisión. La omisión es eso que dejamos de hacer, ese bien que no ejecutamos, ese mal contra el que no luchamos… y que, además, no nos deja sensación de estar alejado de Jesús. La omisión…
¿Qué hemos hecho para que el pecado sea sinónimo de malos actos? ¿Qué hay del prójimo ante el que pasamos de largo, del débil al que no sostenemos, de la injusticia contra la que no luchamos…?
La omisión me llena de inquietud. Tal vez es por donde a mí se me pille más fácilmente… Tal vez no, SEGURO:
Un abrazo fraterno