Un papá que ama. Un papá que sufre. (Lucas 11, 5-13)

Ayer mi hijo mayor trajo una nota del profesor. Había tenido un día regular en clase. Falta de atención, poca concentración… Uno, como padre, intenta darle la importancia justa y, como conozco a mi hijo, intento que la balanza entre el refuerzo positivo y la «regañina» esté bien equilibrada. Pero luego, cuando ya salgo de su habitación, tras hablarlo con él, me quedo con lo mío. Y me pregunto qué hacer, y cómo ayudar, y cómo conseguir, y cómo afrontar y lo hablamos con mi mujer… Los hijos son una fuente de preocupación continua.

padrehijoOtro de ellos sufre mucho de los oídos y la sensación, en los días pasados, de ver cómo, a causa del tapón de mocos en el oído, preguntaba continuamente al hablarle «¿Cómo? ¿Qué? ¿Qué? ¿Qué?»… pues no es agradable. La mera posibilidad de que una tendencia se convierta en un problema serio pues me llena de intranquilidad, de desasosiego.

Y el ansia de perfección de la niña y su mala gestión emocional cuando algo le sale mal y no es capaz de demostrarle al mundo que ella lo hace todo perfecto. Y sus miedos y sus bucles de los que a veces sale con dificultad…

¡Cuánto trabajo! ¡Cuánto sufrimiento! ¡Bendito trabajo! ¡Bendito sufrimiento! Todo por amor. Es lo que tiene amar sin condiciones y con todo el ser por entero, sin reservas.

Hoy leo el Evangelio y me pongo en la piel de ese Padre que sufre por cada uno de sus hijos. Y pienso en su dolor viendo y escuchando nuestras peticiones, nuestras penas, nuestro grito… Y comprendo, porque lo sé, que estará haciendo todo lo posible por nuestro bien. No tengo ninguna duda. Si yo, como padre, lo hago… ¡cuánto más Él!

Un abrazo fraterno

A veces sólo quiero que me quieras (Lucas 10, 38-42)

Marta, Marta…

Lo mismo me dice a mí Jesús hoy, cuando elevo mi queja por todo lo que me cuesta «trabajar» para el Reino. Marta está trabajando por Jesús y para Jesús, no lo olvidemos. Ella, en su ansia por tenerlo todo a punto, no descansa afanada en que el Señor esté lo más a gusto posible. Pero se olvida de que lo tiene allí.

Esta lectura, tan conocida y trillada, a veces pasa sin pena ni gloria. Nos la ventilamos rapidito sin acabar de darle una vuelta más. Yo creo que yo lo hago porque es una lectura molesta para mí. PRODUCCION-FAMILIA-CRUCIFIJOS-ADORNAR-CONVENTO_LNCIMA20130331_0521_5

Intuyo en mi corazón que el Señor, contento y satisfecho con mi dedicación en la construcción del Reino, me pide muchas veces otras cosas. Jesús tal vez me pide que, estando muy bien lo de hacer, hacer y hacer…, a él también le gusta que le quieran, que le amen, que le mimen. Le gusta encontrarse a solas conmigo, contarme confidencias, apoyarse en mi hombro y ofrecer el suyo, compartir preocupaciones, descansar uno en el otro… Jesús me dice que está bien llevar grupos de fe, dedicarse a las familias del cole, trabajar incansablemente con la Fraternidad, evangelizar en la red… pero que Él también quiere encontrarse conmigo en la Eucaristía, en la Reconciliación, en la visita inesperada al Santísimo, en el rezo del Rosario y en tantas otras cosas.

No es más quién hace más cosas. Yo tampoco. Por muy majo que me crea, por muy entregado que me sienta, por muy cansado que esté. El diablo también me enreda en mi autocomplacencia, en mi humilde soberbia.

Un abrazo fraterno

¿Qué tal andas de misericordia? (Lucas 10, 25-37)

En este día de Nuestra Sra. del Rosario, el mandato de Jesús es claro: «Haz tú lo mismo«. Pórtate como prójimo. Sé misericordioso.

No me acabo de sentir bien con esta Palabra. Me golpea. Me cuestiona enormemente, así lo siento. Considero que hay mucho prójimo al que no atiendo, al que no respondo. Creo que hay mucho prójimo junto al que paso cada día y paso de largo. Y me confunde. A la par, siento que hay también mucho prójimo al que cuido, al que atiendo, al que recojo, al que  me acerco… Difícil. Muy difícil. pelea-pareja

Hay una parte del prójimo que no se elige: uno se lo encuentra en el camino. Es esto lo que Jesús no trae hoy. ¿Qué pasa con ese prójimo que no eliges y que te pongo delante? ¿Qué pasa con el deshauciado, con el pobre de la puerta de la iglesia, con la pareja divorciada, con la madre soltera y apartada, con el solitario, con el abuelo despreciado, con los niños dejados a la mano de Dios, con el parado deprimido?

La red es un lugar privilegiado para encontrarse con prójimos no elegidos si uno está abierto a ello. La red es un camino privilegiado para encontrarse con heridos y poder acercarse. La red es un entorno idóneo para escuchar qué ha pasado con aquel, con el otro, con la de más allá, con la de aquí mismo… ¿Respondemos?

Se me agolpen los pensamientos y los sentimientos. Se me agolpan y no sé qué hacer con ellos. Sólo puedo ponerlos delante de Dios y dejar que Él vaya guiando mis pasos. Lo más importante es NO HUIR, como hizo Jonás. El que le da la espalda a Dios y decide huir de la llamada, firma su sentencia de infelicidad y oscuridad. Que el Señor me ayude. Que el Señor me proteja.

Un abrazo fraterno

Orar es algo más (Mateo 7, 7-11)

Leo las lecturas de hoy después de haber disfrutado ayer con este vídeo presentación de May Feelings. Y me encuentro con el «pedid y se os dará» del Evangelio y pienso que no es casualidad…

Yo rezo de muchas maneras- Hay veces en las que siento simplemente que me pongo en presencia del señor, que me pongo delante de Él, me presento ante Él para que me acaricie, me vea, me acoja… Hay veces en que mi oración es una auténtica conversación, hablando, diciendo, pidiendo, contando, compartiendo con el Padre todo: lo que me preocupa, lo que anhelo, mis preocupaciones, mis inseguridades… A veces pido con fuerza por cosas o personas concretas y pienso que ese «estar en comunión», ese «unirme a muchos en oración por algo» es efectivo… Creo que esa fuerte voz llega al Padre con fuerza. Me encantó oír al Papa Francisco comentar que hay que orar incesantemente hasta «incomodar al mismo Dios».

Pero orar además tiene un tremendo efecto preventivo que yo, cada día noto más: previene del engreimiento, de la soberbia, de la autocomplacencia y la suficiencia. Me encantan las palabras de Moisés a su pueblo de la primera lectura. ¡Qué fácil es olvidarse de Dios cuando todo va bien! ¿No es esto tremendamente actual? El hombre ha dado de lado a Dios, le ha vuelto la espalda, se ha creído todopoderoso y ha olvidado toda una historia de salvación para la humanidad…

Recemos, recemos por y para otros y por y para nosotros mismos. La oración es alimento y medicación.

Un abrazo fraterno

Y yo… ¿a qué muevo? (Lucas 8, 16-18)

ScreenShot577Hoy leía el Evangelio y una posterior meditación sobre el mismo y me impactaba una reflexión muy certera de S. Ambrosio: «las cosas nos parecen menos difíciles cuando las vemos realizadas en otros». La meditación apostillaba: «todos tienen derecho a tu buen ejemplo». Y es verdad.

Yo me considero cristiano, seguidor de Jesús. El Evangelio de hoy no me lanza una pregunta sino una afirmación y una advertencia. La afirmación es que todo aquel que sigue a Jesús, debe ser testimonio vivo de Jesús entre los hombres, luz en la tiniebla del mundo, igual que lo fue el Maestro. La advertencia es clara: al que tiene, se le dará y al que no tiene, se le quitará hasta lo que cree tener. Dicho de otro modo: que eres llamado a ser luz entre los hombres, a dar luz también a tus partes más oscuras… eres llamado a poner la luz de Jesús en medio de tu ser y dejar que lo ilumine todo. Si no respondes a ese llamado, si te anclas en tu oscuridad, en la oscuridad del mundo, si no te dejas «mover» como Ciro (en la primera lectura)… cada vez vivirás en una mayor oscuridad.

Un cristiano no se agota en sí mismo. Nadie lo hace pero menos un cristiano. Un cristiano que no testimonia no es cristiano. Un cristiano que no dejar ver a Cristo en sus acciones… no es cristiano. Un cristiano que no colabora en la salvación de los demás con su propia vida, no es cristiano.

Ciro lo vio claro. Se dejó mover por el Señor y quiso construir el Templo y llamó a construirlo con él. No todos respondieron entonces ni todos responden ahora. Yo hay veces que tampoco lo hago. Hay veces que me tizno y me oscurezco, que me dejo absorber por la atrayente y seductora oscuridad, donde nada se ve y donde todo lo que soy queda bien escondido. Pero no estoy llamado a eso. Ni tú tampoco. Cada uno en su lugar, en su trabajo, con las personas que le rodean, en su familia, con sus amigos, en la red… donde sea y con quién sea… Somos llamados a plantar la luz de Cristo en medio para iluminarnos a todos.

Un abrazo fraterno

Encuentros casuales con Jesús (Lucas 7, 11-17)

ScreenShot576Ayer tuve un intercambio de reflexiones por twitter con @fsargomedo. Todo venía  a raíz de un tuit que él publicó y al que yo respondí. El Evangelio de hoy me lo ha recordado. ¿Necesitamos algún previo para que Cristo nos cambie la vida? Puede que sí, puede que no.

Hoy el Evangelio nos narra un encuentro. Jesús se encuentra con alguien muerto, completamente muerto, totalmente muerto. Nada se puede hacer ya. El muerto no toma decisiones, ni toma la iniciativa, ni piensa, ni propone, ni elige… El muerto no es libre fundamentalmente porque ya no es… Lo ha perdido todo, todo. ¡Esto es lo que hace maravilloso este encuentro!

Jesús es capaz de aprovechar algo circunstancial. Jesús no depende ni siquiera de mi voluntad de buscarlo, de seguirlo, de quererlo… Cristo es capaz de devolver a la vida aquello que está muerto sin necesidad de que nadie se lo pida, sin necesidad que el afectado sea de una manera o de otra… A veces pensamos en un Cristo, en un Dios, al que maniatamos en su poder, en su acción, en su amor infinito. Lo pensamos desde nuestras medidas, desde nuestros parámetros, desde nuestra lógica y desde nuestro concepto de justicia y amor… y lo hacemos preso de nuestras limitaciones.

Jesús pasa. Puede pasar por delante mío de nuevo, por delante tuya. Y puede cambiarte la vida. Ojalá. Ojalá todo aquello que está muerto, vuelva a la vida.

Un abrazo fraterno

En la orilla no, mar adentro… (Lucas 5, 1-11)

Mar adentro. No es posible pescar en la orilla. Mar adentro.

El Señor me llama hoy a no quedarme en mi orilla y a no tratar a los demás en su orilla. No cunden los encuentros al borde del mar. Son refrescantes, románticos y hasta bonitos… pero no transforman, no cambian la vida.maradentro

El primer encuentro es conmigo mismo. ¿Voy a encontrarme mar adentro o me quedo con las anécdotas con las que otros me ven? ¿He construido una perfecta imagen de mi mismo o sé quién soy en realidad? ¿Dónde me busco? ¿Dónde me acaricio? ¿Dónde me quiero? ¿Dónde me escucho? ¿Me da miedo coger la barca con el Señor y profundizar, navegar, perder de vista las chispeantes luces de la costa? Si me dejo acompañar por el Señor, nada he de temer. Él quiere encontrarse conmigo ahí, en la soledad de la alta mar, sin ruidos, sin distracciones, en la inmensidad de mi pequeñez.

El segundo encuentro es con los demás. Jesús me llama a hoy a dejarlo todo para ser pescador de hombres. Todos estamos llamados a evangelizar. Tú y yo también. ¿Qué respondo? ¿Estoy dispuesto? No es fácil. También hay que navegar e irse a encontrar al medio del océano. No sirve un tuit. No sirve un cartel. No sirve un conversación de café. Hay que estar dispuesto a ir allí donde el Señor se manifiesta. Sin miedo. Dispuesto a escuchar, a echar redes cuando nada parece favorable, dispuesto a mirar al otro encontrando en él al mismo Cristo.

Mar adentro. No es posible pescar en la orilla. Mar adentro.

Un abrazo fraterno

La catástrofe de los pecaditos (Mateo 23, 23-26)

Un mosquito es bastante pequeño. Un camello es bastante grande. Un gato también es un animal pequeño pero el mosquito es todavía más pequeño. Una vaca es un animal grande pero el camello es todavía más grande. Ambos, mosquito y camello, son realidad, es verdad. Ambos existen. Ambos tienen su entidad pero la diferencia es tan abismal que el ejemplo que pone Jesús tuvo que ser realmente hiriente.

Colar un mosquito y tragarse un camello, para aquellos encargados de guiar a las personas en la fe, de transmitirles lo que está bien y mal… es catastrófico. Ese es el ejemplo que pone que Jesús. Un ejemplo que deje a las claras lo CATASTRÓFICO que resulta esa vara medirMoonspell-Sin_Pecado-Interior_Trasera

Cuidado. Cuidado con eso. Cuidado con mirar con microscopio las manchitas del cristal y luego tragarnos la viga. Cuidado cuando lo hacemos con los demás y también cuando lo hacemos con nosotros mismos. Cuidado cuando nos acercamos al confesionario y soltamos las «chiquilladas» y no cambiamos un ápice de nuestra vida en aquellos ámbitos en los que realmente estamos alejados de Cristo. Cuidado con fustigarnos por los «pecaditos» y seguir viviendo de espaldas a las Bienaventuranzas, a la cruz, al Camino, la Verdad y la Vida.

No voy a ser yo el que diga qué es un pecadito y qué nos separa de Cristo pero mucho… La Iglesia, en su doctrina, ya especifica y enseña sobre ello pero aún así, ¡cuidado! Sinceramente, y de manera muy humilde, creo que hoy seguimos colando muchos «pecaditos» calificados como mortales y seguimos tragando con realidades que, sencillamente, no son cristianas.

Un abrazo fraterno

Guía ciego+Rebaño cómodo=Todos al foso (Mateo 23, 13-22)

El Evangelio de hoy es terrible, tremendo, de una virulencia inusitada. Jesús carga con dureza contra aquellos cuya misión es la de guiar. Jesús carga contra los pastores.

Tenemos que rezar mucho por nuestros pastores. Tenemos que rezar mucho por los sacerdotes, los religiosos, las religiosas, los catequistas, los párrocos, los responsables de pastoral, los obispos, los cardenales, el Papa. Mucho. Su tarea es la de guiar, proteger, querer, llevar a su rebaño a la Verdad, a Jesús. Su misión es la de conseguir que las personas que tienen a su cargo participen en mayor medida del Reino, ya aquí en la tierra. Llevarles la Buena Noticia de su salvación, del amor de Dios, ser el mismo Cristo en medio de ellos para que, a su vez, cada uno coja el testigo. Tenemos que pedir para ellos luz, valentía, buen discernimiento, una vida de gracia plena.

Y también tenemos que exigir a nuestros pastores que lo sean. Tenemos que hacerles partícipes del sentir del rebaño. Tenemos que aportarles nuestras opiniones, nuestras sensaciones, nuestro propio discernimiento. Tenemos que ayudarles también con nuestra corrección fraterna. Somos rebaño, sí, pero somos Iglesia y copartícipes también de su tarea. En el Concilio Vaticano II la Iglesia lo dice muy claro en la Lumen Gentium (os pongo abajo de todo el fragmento). Cada uno en su función, en su lugar, pero juntos, unidos, en comunión, siendo luz los unos para los otros. No nos podemos permitir guías ciegos. Tampoco nos podemos permitir ovejas desleales, ufanas y tramposas.

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«Los laicos, al igual que todos los fieles cristianos, tienen el derecho de recibir con abundancia [117] de los sagrados Pastores los auxilios de los bienes espirituales de la Iglesia, en particular la palabra de Dios y les sacramentos. Y manifiéstenles sus necesidades y sus deseos con aquella libertad y confianza que conviene a los hijos de Dios y a los hermanos en Cristo. Conforme a la ciencia, la competencia y el prestigio que poseen, tienen la facultad, más aún, a veces el deber, de exponer su parecer acerca de los asuntos concernientes al bien de la Iglesia [118]. Esto hágase, si las circunstancias lo requieren, a través de instituciones establecidas para ello por la Iglesia, y siempre en veracidad, fortaleza y prudencia, con reverencia y caridad hacia aquellos que, por razón de su sagrado ministerio, personifican a Cristo.

Los laicos, como los demás fieles, siguiendo el ejemplo de Cristo, que con su obediencia hasta la muerte abrió a todos los hombres el dichoso camino de la libertad de los hijos de Dios, acepten con prontitud de obediencia cristiana aquello que los Pastores sagrados, en cuanto representantes de Cristo, establecen en la Iglesia en su calidad de maestros y gobernantes. Ni dejen de encomendar a Dios en la oración a sus Prelados, que vigilan cuidadosamente como quienes deben rendir cuenta por nuestras almas, a fin de que hagan esto con gozo y no con gemidos (cf. Hb 13,17).

Por su parte, los sagrados Pastores reconozcan y promuevan la dignidad y responsabilidad de los laicos en la Iglesia. Recurran gustosamente a su prudente consejo, encomiéndenles con confianza cargos en servicio de la Iglesia y denles libertad y oportunidad para actuar; más aún, anímenles incluso a emprender obras por propia iniciativa. Consideren atentamente ante Cristo, con paterno amor, las iniciativas, los ruegos y los deseos provenientes de los laicos [119]. En cuanto a la justa libertad que a todos corresponde en la sociedad civil, los Pastores la acatarán respetuosamente.

Son de esperar muchísimos bienes para la Iglesia de este trato familiar entre los laicos y los Pastores; así se robustece en los seglares el sentido de la propia responsabilidad, se fomenta su entusiasmo y se asocian más fácilmente las fuerzas de los laicos al trabajo de los Pastores. Estos, a su vez, ayudados por la experiencia de los seglares, están en condiciones de juzgar con más precisión y objetividad tanto los asuntos espirituales como los temporales, de forma que la Iglesia entera, robustecida por todos sus miembros, cumpla con mayor eficacia su misión en favor de la vida del mundo.»

Un abrazo fraterno

Dios, pódiums y los JJOO (Mateo 20, 1-16a)

Los primeros, los segundos, los terceros… el pódium, las menciones honoríficas, los que se quedan sin nada y el último. Estamos tan acostumbrados a la competición deportiva, a los JJOO, a los mundiales… tan acostumbrados a que todo lo que no sea medalla, sea fracaso… que lo de Dios nos parece de locos. ¡De locos! ¿Pero qué se cree Dios? ¿Se le ha ido la cabeza? 

Nuestra vida de cristianos es una carrera, una prueba. Uno tiene que entrenarse, ejercitarse, mantenerse en forma constantemente, regular su alimentación, sus horarios, sus costumbres… No competimos contra otros sino más bien contra nosotros mismos y contra el mal que puede anidar en nuestros corazones. Combatimos contra la soberbia, contra la pereza, contra la desconfianza y la tristeza del alma, contra la tentación de alejarnos de Dios poco a poco, contra el dejarnos llevar, el todo vale, el ya da igual, el no es para tanto, el no es tan importante… Somos los deportistas de Cristo y sabemos lo que son las pruebas de fondo. No estamos llamados tanto a batir el récord de los 100 metros como a aguantar un maratón, unos 5000, unos 3000 con obstáculos…

PODIUM

Lo curioso es que Dios no entiende de pódiums ni de menciones honoríficas. Se la trae al pairo quién llega de primero y quién llega de último, quién ha empezado antes su carrera deportiva y quién la ha empezado después. El premio final es el mismo para todos. Parafraseando a mi hijo mayor: «Eso es injusto papá»… Esa es la reacción de los que llevan más tiempo. Yo me considero de estos. Esa reacción es fácil y hasta lógica, tentadoramente llena de argumentos; argumentos que Dios resquebraja al instante. He de decir que siendo padre de tres hijos estoy más cerca de entender al Padre que antes. La lógica del amor y la paternidad no se fundamenta en argumentos de justicia lógica, seca, adusta, cortante. La justicia del Padre se fundamenta en el amor y en la gracia. Nada hay por encima de eso.

¿Os imagináis unos JJOO con esta lógica? Serían curiosos pero también ciertamente bonitos… y ¿por qué no? justos con el esfuerzo, el ejemplo y la valentía de todos los que participan. Yo, que en el fondo nunca he sido primero en nada, me alegro de esta vara de medir del Padre…

Un abrazo fraterno