Le rogaban que les dejase tocar (Marcos 6, 53-56)
Es cierto que la religiosidad del pueblo tiene manifestaciones que no denotan demasiado profundidad pero leyendo el Evangelio de hoy uno descubre que las personas y los creyentes en muchedumbre nos hemos manifestado así desde el principio. No sé si todo esos que esperaban a Jesús en las plazas con ansias de tocarle el mano habían ahondado en su mensaje y estaban dispuestos a cambiar sus vidas y a caminar por el sendero propuesto por el Maestro; pero lo que sí está claro es que reconocían en Él un poder distinto al de otros, una cercanía y una generosidad sin límites.
El otro día pude ver en la televisión un reportaje sobre varias manifestaciones en Madrid de este tipo: las colas para ver al Jesús de Medinaceli, para besar las reliquias de Sta. Gema, para bendecir el coche en el Santuario de El Pardo… Reconozco que no soy de esos pero cada vez soy más respetuoso con ello. La acción de Dios en los corazones de las personas es absolutamente misteriosa. Sólo Él conoce tiempos y caminos.
Un abrazo fraterno