¿Miedo a las tempestades? #tengomiedo

A todos nos llega la tempestad. Es la climatología. En la vida, hay días de calor, de frío, de viento, sequías, lluvias… y tempestades. La tempestad es esa época donde se ponen a prueba los cimientos, donde hay cosas que se lleva el viento, donde hay que amarrar bien aquello que no queremos que se lleve, donde es imposible pasear y es recomendable quedarse en casa unos días, hasta que escampe. La tempestad es extrema, con vientos fuertes y lluvias abundantes.

¿Hay que tener miedo a las tempestades vitales? Depende. El miedo es libre y, posiblemente, como pequeños y débiles que somos, aparecerá. Yo tengo miedo muchas veces. El Señor, el mismo que iba en aquella barca con los apóstoles, me llamaría cobarde.  Si Él está, nada tengo que temer. Si acudo a Él, si me aferro a Él, si me abandono a Él, nada podrá la tempestad, por mucho que se mueva la barca, la casa, la vida. Si Él no está… prefiero no imaginarlo.

¡Y cuidado! La tempestad no siempre tiene connotaciones negativas. En mi vida, empezar a trabajar fue una tempestad, casarme fue otra tempestad, la llegada de los hijos fue otra tempestad, etc, etc, etc. Quiero decir que la vida tiembla en muchas ocasiones, que el viento sopla muy fuerte más a menudo de lo que creemos… porque hay momentos vitales, negativos y positivos, con una descarga de fuerza brutal, fuerza que pone todo lo ya asentado en vilo.

Jesús. Eso es lo primero que tengo que proteger, amarrar y asegurar.

Un abrazo fraterno

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Pablo Iglesias, el Evangelio y los sistemas de medida

Mi hijo estudió este año las unidades de medida. Se pasó el curso haciendo equivalencias, cambios de unidades, etc. La clave de cualquier sistema de medida es su medida de referencia. El metro, el gramo, el segundo… lo que sea. Es algo invariable y alrededor del cual se construye el sistema. Si la base fuera voluble… difícilmente se podría medir nada.

En nuestras relaciones, inevitablemente, también aplicamos sistemas de medida. Hay personas que ponen el listón muy alto y otros se ponen una referencia de pequeñas dimensiones. El Evangelio de hoy nos vuelve a recordar la clave del sistema de medida: la referencia es inmutable. Si el listón es alto lo será también para mí. Si el listón es benévolo, lo será también para mí. Lo que no puede es cambiar.

Y justamente hoy esto viene al pelo ante la irrupción sufrida por el dirigente de PODEMOS, Pablo Iglesias, en su conferencia de esta mañana en el hotel Ritz. He leído, con desagrado, comentarios de tuiteros católicos, hartos de condenar esas acciones cuando somos los cristianos, políticos del PP, etc. quienes las sufrimos, pero incapaces hoy de utilizar la misma medida con Pablo Iglesias… Me produce tristeza. Cuidado con las medidas y las referencias que luego nos pasan factura…

Un abrazo fraterno

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Aquí ¿quién pone la otra mejilla? #granpregunta

«NO HAGÁIS FRENTE AL QUE OS AGRAVIA»

Así comienza el Evangelio de hoy. Me reafirma en muchas cosas. Es la verdad. Podría decir otra cosa pero es lo que siento. Siento que hoy, el Señor, me anima a seguir comportándome de la misma manera ante ciertos agravios en esta España nuestra. A algunos, mi silencio les parece una falta de compromiso. A otros, miedo. Otros no entienden que no colabore en defendernos… No sé… Yo siento que hoy, el Señor, me entiende y que yo intento hacer vida esta Palabra suya.

Estoy harto de recogidas de firmas, de exigencias de respeto, de campañas defensivas… ¿Quién pone la otra mejilla aquí? ¿Quién ofrece su túnica? Queremos defendernos con las mismas armas de quién nos ataca, aunque las vistamos de otra manera. Nos indignamos y clamamos al cielo porque entran en nuestras iglesias, nos insultan, nos faltan el respeto… ¿Es todo esto peor que los latigazos, que la traición, que la cruz? ¿Cómo respondió nuestro Señor a la injusticia del pecado que se vertía sobre Él?

No es un tema fácil. La frontera es fina. Pero yo, por ahora, lo seguiré rezando y seguiré aceptando.

Un abrazo fraterno

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Católicos que defienden SU verdad #haberloshaylos

Jesús me envía al mundo. Yo no soy del mundo. Jesús me envía al mundo.

Jesús pide al Padre que me consagre en la Verdad. No en mi verdad. En la Verdad. La Palabra es Verdad, dice.

Hoy hablaba con un amigo, en twitter, la cantidad de creyentes que se pasan el día peleando por SU verdad. SU verdad política. SU verdad moral. SU verdad social. Creyentes y no creyentes. Cada uno defiende SU verdad. Eso es el mundo. Yo también me pierdo a veces. Normalmente cuando la Palabra se aleja de mi vida y la dejo en la estantería o simplemente en mi cabeza. Algo conceptualmente bonito que no cambia nada de mi ser ni de mi vida. Cuánta energía, cuánto tiempo, cuánto disgusto… y qué lejos Jesús de todo eso.

Hace varias semanas que llevo un Rosario en mi bolsillo. A veces lo rezo. Otros días se me pasan sin rezarlo. Pero meto la mano al bolsillo y lo agarro continuamente. Es un intento de no perder el centro, de pedirle a la Madre que me ayude, de hacer presentes los Misterios de Jesús en cada instante de mi vida. Es una manera de saberme enviado.

Conságrame a la Verdad, Padre. Amén.

Un abrazo fraterno

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¿Qué pasa si me muero mañana? #buenapregunta

Yo no me quiero morir con la sensación de haber sido infiel a la llamada de Dios, de haber incumplido el sueño de Él para mí, de haber tirado mi vida en pos de cosas sin importancia, de haber dejado de hacer tanto…

Yo pienso esto todos los días. Pienso en cuando me vaya. Puede ser mañana. Puede ser dentro de 50 años. El caso es que, igual que Pablo o Jesús, quiero irme diciéndole a Dios: «Señor, lo he dado todo. No me he guardado nada. Lo he intentado. Sé misericordioso conmigo. Quiero estar a tu lado el resto de eternidad«. Yo quiero eso.

El día de hoy no ha sido bueno. No me gusta mi trabajo. Lo tolero pero convivo con esa sensación de que no puedo estar mucho más tiempo dedicando tanto a algo que no me llena, que no responde a lo que Dios me pide y que no saca de mí los dones que Dios me ha dado. Por ahora no queda otra, pero hoy ha sido muy difícil. Me siento muy cansado en este punto. ¿Debería ser valiente? ¿Debo ser prudente? ¿Quiere Dios que mueva ficha? ¿Quién lo sabe?

Me agarro a la cruz, resisto, rezo y confío en la jugada que tengo en mi mano. Amén.

Un abrazo fraterno

Oración en el huerto de Getsemaní

¡Nosotras parimos! Y nosotros también #daraluzalaLuz

En lo que a Dios se refiere, todos estamos llamados a dar a luz, a traer al mundo la Luz. Esa es posiblemente una vocación compartida entre todos, que unos aceptan y otros no.

Lo que parece claro es que, en ese «dar a luz» al que me llama Jesús, aparecerán la tristeza y la alegría. La tristeza, primero. La alegría, después. No mola el plan. A mí me gustaría que fuera al contrario. Pero desde mi ser padre de tres criaturas entiendo el planteamiento. Es muy difícil explicar a quién no ha experimentado la maternidad y la paternidad, cómo se vive esa alegría que brota de lo, aparentemente, inexistente. O como esa alegría compensa en su totalidad todo la tristeza y el sufrimiento que también trae consigo el proceso.

Jesús no quiere una panda de amiguetes alegres y satisfechos, resabiados, respetadísimos, acomodados… Jesús no quiere burgueses espirituales. La «clase media» espiritual no sirve. Esto no va de eso. Jesús quiere hombres y mujeres pecadores, sedientos de Dios, en búsqueda de la Verdad que sacie sus vidas, insatisfechos pero abiertos al encuentro con Él. ¡Cuánta energía gasto a veces en ser de los primeros sin darme cuenta que el camino es el segundo!

Todo a tus pies Padre. Amén.

Un abrazo fraterno

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Conversos y católicos de toda la vida #apropósitodePablo

Leo la lectura de Hechos de hoy y me veo reflejado en parte en ese pueblo judío al que Pablo no es capaz de evangelizar, de llegar. Ellos «ya saben». Ellos ya tienen «su Dios». Ellos han sido judíos «de toda la vida». ¿Qué puede enseñarles ese converso de pacotilla, ese gentil de Tarso?

Pablo habla de un Jesús vivo, experimentado y conocido. Habla de un Dios que le salió al paso y que le puso todo patas arriba. Pablo habla desde su vida, desde su experiencia reciente pero intensa. A Pablo le arde el corazón.

¿Cuántas veces desconfío Señor de ese ardor de otros? Porque yo «ya sé». Yo ya tengo «mi Dios», «mi Jesús», «mi Iglesia». Yo soy católico «de toda la vida». ¿Qué me estaré perdiendo Señor?

Pongo hoy, delante del Padre, la frialdad de mi corazón y de mi mente que, tantas veces, me impide darle a mi fe el ardor que otros hermanos me aportan. Amén.

Un abrazo fraterno

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Mi Dios no es de oro ni de plata ni de piedra

Mi Dios no es de oro ni de plata ni de piedra. Mi Dios se hizo hombre. Mi Dios nació, sintió el frío del invierno. Mi Dios supo lo que es el abrazo de una mamá y el cuidado de un papá. Mi Dios jugó, como cualquier niño. Mi Dios tuvo una familia y cumplió con ella. Mi Dios sabe lo que es marcharse de casa, siguiendo una llamada. Mi Dios conoce el desierto, su aridez, su calor abrasador, su horizonte inalcanzable. Mi Dios sintió hambre y sed. Mi Dios fue tentado y venció la tentación. Mi Dios conoce el rostro del Mal. Mi Dios tuvo amigos y se alegró y se decepcionó con ellos. Mi Dios supo lo que es el cariño de la gente pero también conoció el rechazo, la injusticia, el desprecio. Mi Dios tuvo miedo y lo abrazó. Mi Dios conoce el sonido del sufrimiento, del SUFRIMIENTO en mayúsculas. Mi Dios me salvó y me abrió las puertas de la Vida.

Mi Dios tiene rostro, fragancia, tacto, gusto y oído para escucharme. Mi Dios está tan cerca de mí que me equivocaría si lo buscara muy afuera. Mi Dios me llama por mi nombre y me enseña a pronunciar el suyo. Me ama como nadie, apasionadamente hasta la extenuación.

¿Qué Dios hay así?

Un abrazo fraterno

Jesús

Al encuentro del carcelero #lohepillado

Ayer me decía una persona a la que mucho quiero, que le gustaban más los posts cuando los escribía sin pensar tanto en quién los iba a leer… Esas entradas más mías, sin mayor objetivo que el de compartir conmigo mismo lo que me hacía sentir la Palabra al orarla. Me dio qué pensar… y qué sentir.

Hoy me encontré con la lectura de los Hechos y me llené de fuego. Ese ardor que uno siente cuando lee una historia que le toca lo profundo y enardece las entrañas. Veo a unos hombres esclavos, apaleados, humillados, encarcelados… por una «plebe» que no acepta su palabra; una «plebe» molesta, revuelta. Estos hombres no reúnen firmas, ni protestan, ni se revuelven, ni siquiera piden a Dios su liberación y claman contra la injusticia. Estos hombres se entregan a la oración. Y luego viene todo lo demás.

La oración como principio. La oración como ingrediente. La oración como fermento. La oración como pilar, como suelo, como base. La oración como origen. Una oración que sacude y abre las puertas de todo aquello que me aprisiona, que me esclaviza. ¿Para qué? Para ser testigo auténtico del Señor y llevar su Palabra a los demás.

El mundo no se convertirá sin mi oración. El mundo no se convertirá mientras no sea yo el primer liberado, mientras mis cadenas no se rompan, mientras no me sienta auténticamente salvado por el  Señor Jesús. En el mundo no voy a encontrar comprensión ni aceptación. Las «plebes» nunca son convertidas en masa. Sólo el encuentro uno a uno con los «carceleros» del mundo irán transformándolo todo… 

Capto el mensaje Señor. Rezar para ser liberado. Liberarse para encontrarse. Encontrarse para predicar. Predicar para salvar.

Un abrazo fraterno

Un-policía-y-un-manifestante-lloran-juntos.-Sofia-Bulgaria-2013.

Tengo el mejor de los Defensores #sinmiedo

Es verdad. Jesús no está. Ninguno de nosotros ha podido recogerse entre sus brazos o encontrarse cara a cara con su mirada, igual que la Magdalena o Pedro. Pero no nos ha dejado solos. No estamos solos.

La manera que tiene Jesús de denominar al Espíritu Santo me llama profundamente la atención: el Defensor. Un defensor no es tan sólo alguien que me protege y me libra de desgracias. Esa es, tal vez, la acepción más extendida pero no en la que hoy me quiero detener. Me gusta más entender al Defensor como Aquel que me sostiene, Aquel que sostiene mi fe.

Cuando leo el Evangelio de hoy me doy cuenta de que Jesús ya advirtió que las tentaciones iban a ser muchas, y también los ataques y las incomprensiones. Pienso en las personas que han perdido su casa, en las que pasan hambre, en las que ven caer enfermo a uno de sus hijos, en las que mueren aplastadas por las bombas de una guerra sin sentido… y todo amparado por el silencio de Dios, al menos por su permisividad ante estos hechos. No es descabellado pensar que estas personas se pregunten «¿dónde está Dios? ¿dónde está el Defensor?». La fe se tambalea, se cuestiona, entra en crisis tantas veces…

No hay mayor regalo que nuestra fe en Jesús. No hay mayor tesoro. No hay nada más importante que proteger. Nada más crucial para sostener. Eso le pasa a Lidia, la romana, en la lectura de Hechos. Le es regalada la fe y esa fe abrirá las puertas de su casa y de su corazón de par en par al amor de Dios.

Confiemos en el Espíritu. No tengamos miedo. Mientras Él esté cerquita… lo más preciado está garantizado… si así lo deseamos.

Un abrazo fraterno

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