Encuentros casuales con Jesús (Lucas 7, 11-17)

ScreenShot576Ayer tuve un intercambio de reflexiones por twitter con @fsargomedo. Todo venía  a raíz de un tuit que él publicó y al que yo respondí. El Evangelio de hoy me lo ha recordado. ¿Necesitamos algún previo para que Cristo nos cambie la vida? Puede que sí, puede que no.

Hoy el Evangelio nos narra un encuentro. Jesús se encuentra con alguien muerto, completamente muerto, totalmente muerto. Nada se puede hacer ya. El muerto no toma decisiones, ni toma la iniciativa, ni piensa, ni propone, ni elige… El muerto no es libre fundamentalmente porque ya no es… Lo ha perdido todo, todo. ¡Esto es lo que hace maravilloso este encuentro!

Jesús es capaz de aprovechar algo circunstancial. Jesús no depende ni siquiera de mi voluntad de buscarlo, de seguirlo, de quererlo… Cristo es capaz de devolver a la vida aquello que está muerto sin necesidad de que nadie se lo pida, sin necesidad que el afectado sea de una manera o de otra… A veces pensamos en un Cristo, en un Dios, al que maniatamos en su poder, en su acción, en su amor infinito. Lo pensamos desde nuestras medidas, desde nuestros parámetros, desde nuestra lógica y desde nuestro concepto de justicia y amor… y lo hacemos preso de nuestras limitaciones.

Jesús pasa. Puede pasar por delante mío de nuevo, por delante tuya. Y puede cambiarte la vida. Ojalá. Ojalá todo aquello que está muerto, vuelva a la vida.

Un abrazo fraterno

Quiero rezar más. ¿Y tú? (Timoteo 2, 1-8)

Qué Palabra nos dices, Señor… Qué cosas tan hermosas nos cuentas. ¿Por qué habrá gente que se acerca tan poco a lo que nos dices? ¿Por qué a otros nos cuesta tanto poner en práctica lo que nos sugieres? ¿Por qué no tenemos la fe del centurión, Señor? ¿Por qué somos de mollera tan dura?

119397Hoy nos pides que recemos, por todos, por todo. Nos pides que oremos con fuerza. Con confianza. Con fe. Y nos pides, hoy especialmente, que encomendemos a los políticos, a los dirigentes, a los reyes… a aquellos en cuyas manos, hemos dejado los pueblos nuestros destinos y que, seamos sinceros, tantas veces hemos pensado que son las manos equivocadas. El Papa hoy lo ha dejado bien claro: no es cristiano quién no se involucra en política. Rezar por los políticos es involucrarse, ¡y tanto! ¡Ojalá frecuentáramos más esta costumbre tan sencilla! ¡Mejor nos irían las cosas! Pero el Papa Francisco también ha sugerido que hay católicos, cristianos, que deben dar un paso al frente e involucrarse a fondo para cambiar el corrupto panorama del que nos quejamos. Yo me siento llamado pero… me da miedo, ¡pánico! Miedo de perderlo todo, de perderme, de perder a mi familia. Por otro lado pienso que si es el Señor el que llama, ya me capacitará ¿no? Él conoce a quién elige…

Quiero rezar más. Quiero rezar más apasionadamente, como si la vida me fuera en ello. No quiero una oración tibia y de carrerilla. Quiero que mis hijos me vean rezar más y llevarles, así, al camino de la oración. ¿Hay otro camino mejor?

Hoy me acostaré y rezaré completas. El Señor me conoce y sabe que, tal vez, mañana el cansancio me venza y que, una vez más, priorice el trabajo al rezo. Él me sigue esperando. Siempre espera… y me quiere, siempre…

Un abrazo fraterno

En la orilla no, mar adentro… (Lucas 5, 1-11)

Mar adentro. No es posible pescar en la orilla. Mar adentro.

El Señor me llama hoy a no quedarme en mi orilla y a no tratar a los demás en su orilla. No cunden los encuentros al borde del mar. Son refrescantes, románticos y hasta bonitos… pero no transforman, no cambian la vida.maradentro

El primer encuentro es conmigo mismo. ¿Voy a encontrarme mar adentro o me quedo con las anécdotas con las que otros me ven? ¿He construido una perfecta imagen de mi mismo o sé quién soy en realidad? ¿Dónde me busco? ¿Dónde me acaricio? ¿Dónde me quiero? ¿Dónde me escucho? ¿Me da miedo coger la barca con el Señor y profundizar, navegar, perder de vista las chispeantes luces de la costa? Si me dejo acompañar por el Señor, nada he de temer. Él quiere encontrarse conmigo ahí, en la soledad de la alta mar, sin ruidos, sin distracciones, en la inmensidad de mi pequeñez.

El segundo encuentro es con los demás. Jesús me llama a hoy a dejarlo todo para ser pescador de hombres. Todos estamos llamados a evangelizar. Tú y yo también. ¿Qué respondo? ¿Estoy dispuesto? No es fácil. También hay que navegar e irse a encontrar al medio del océano. No sirve un tuit. No sirve un cartel. No sirve un conversación de café. Hay que estar dispuesto a ir allí donde el Señor se manifiesta. Sin miedo. Dispuesto a escuchar, a echar redes cuando nada parece favorable, dispuesto a mirar al otro encontrando en él al mismo Cristo.

Mar adentro. No es posible pescar en la orilla. Mar adentro.

Un abrazo fraterno

Pasa Dios y te lo pierdes… (Tesalonicenses 5, 1-6. 9-11)

Una de las cosas que más me preocupa en la educación en la fe de mis hijos es que, por alguna razón, sin querer, alguno crezca temiendo a Dios. Justicia, sí. Temor de Dios, sí. Verdad, sí. ¡Pero no miedo! La lectura de Pablo de hoy es preciosa. El Señor no nos ha destinado al castigo sino a la salvación… Miedo, nunca. 

ESo sí: vivamos despiertos. Eso no quiere decir «alerta por si…» o como oí alguna vez, «no vaya a ser que me muera mañana y me vaya al infierno…» Yo lo entiendo precisamente al revés: el día de salvación del Señor puede llegar en cualquier momento y si te pilla dormitando te lo pierdes.Ha llegado la salvación a tu casa (ábrele la puerta)

Hoy es fácil vivir anestesiado. Tal vez es el problema más grave de la sociedad occidental en la que vivo: vivimos acomodados, a medio gas, drogados… por el ruido, las cosas, la tecnología, el bienestar, el desarrollo… Cosas, muchas de ellas, que no son malas en sí mismas pero que no han convertido en personas flojitas, semiconscientes, débiles, adormecidas… Así es difícil que nos enteremos de la llegada silenciosa de la Salvación de Dios. Su llegada no viene precedida de tambores ni trompetas. No avisa. Simplemente llega y pasa.

¿Cómo podemos estar preparados? Pablo da alguna pista también:

Ayudándonos unos a otros. Una de las mejores maneras de estar despierto y atento a la llegada de Dios es sirviendo al prójimo. A veces el cansancio prende pero el Señor sigue dando fuerzas. Gastar mi tiempo en otros, andar metido en mil proyectos, ayudar a las familias del cole, hablar con ellas, buscar soluciones para todos… Conectarme a las RRSS y hablar con personas, lanzar mensajes de optimismo, de esperanza… Gastar tiempo con mi familia, también con aquellos con los que no estoy bien… Tocar a los pobres, estar con ellos, hablar con ellos…

Orando. Una vida plena de oración, lectura de la Palabra, participación en la Reconciliación y la Eucaristía, seguimiento da la vida apostólica del Papa, escucha de sus enseñanzas, vida comunitaria, corrección fraterna… ¡Antídotos ideales contra el sueño!

Hoy puede ser el día. No puedes dejar pasar a Dios como si nada. ¡Vigila! Tu oportunidad está cerca.

Un abrazo fraterno

Esfuerzos y fatigas de un cristiano (Tesalonicenses 2, 9-13)

Esfuerzos y fatigas. De eso les habla Pablo a los hermanos de Tesalónica. Esfuerzos y fatigas. Si eres de los cómodos… lo tienes crudo.

Es tan claro que no puedo comentar mucho más. Constato que todas las opciones que he ido tomando en mi vida, intentando poner a Dios en medio de ellas, me han traído esfuerzos y fatigas.

– Ser un buen hijo implica esfuerzos y fatigas. Cumplir con mi deber, estudiar, obedecer, respetar a mis padres y a mis mayores… esfuerzos y fatigas.

– Venirme a Madrid y abandonar mis seguridades, familia, amigos y estudios por apostar por mi relación con Esther… esfuerzos y fatigas. Y tristezas y añoranzas y soledades…

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– Casarme… esfuerzos y fatigas. Es más fácil vivir solo. Más cómodo. Todo a tu manera, con tus criterios, sin compromisos, sin convivencias, sin culturas distintas, sin educaciones distintas… sin familia política…

– Tener tres hijos… esfuerzos y fatigas. Noches en vela, sufrimiento, gastos, educación, transmisión de valores, de la fe, disgustos, cansancios, planes sin ejecutar, películas de dibujos a mansalva, el cantajuegos…

– La Escuela Pía… esfuerzos y fatigas. Pertenecer a una comunidad, esfuerzo y fatigas. Compartir tu fe con otros, asumir otras maneras, otras sensibilidades, otras realidades… Ser confrontado, corregido, tener que amar a más y sufrir con ellos, compartir mis bienes, momentos de desconcierto en la institución, cosas que no se entienden… esfuerzos y fatigas.

– Ser Iglesia… esfuerzos y fatigas. Me siento interpelado con las palabras del sacerdote, del obispo del Papa… llamado a cambiar cosas, intentando ayudar aquí y allá, en mil sitios, con mil cosas, sin tiempo… Permaneciendo aún no entiendo, muchas veces. Intentando querer al hermano que parece que ha leído un Evangelio distinto al mío…

En fin… y así podría seguir. ¿Feliz? MUY FELIZ. ¿Vale la pena? TOTALMENTE. ¿Es guay, chachi, trending topic, moda, reporta inmediato placer, salgo más guapo, la piel más fina, con moreno de playa…? MEJOR NO TE METAS…

Un abrazo fraterno

La catástrofe de los pecaditos (Mateo 23, 23-26)

Un mosquito es bastante pequeño. Un camello es bastante grande. Un gato también es un animal pequeño pero el mosquito es todavía más pequeño. Una vaca es un animal grande pero el camello es todavía más grande. Ambos, mosquito y camello, son realidad, es verdad. Ambos existen. Ambos tienen su entidad pero la diferencia es tan abismal que el ejemplo que pone Jesús tuvo que ser realmente hiriente.

Colar un mosquito y tragarse un camello, para aquellos encargados de guiar a las personas en la fe, de transmitirles lo que está bien y mal… es catastrófico. Ese es el ejemplo que pone que Jesús. Un ejemplo que deje a las claras lo CATASTRÓFICO que resulta esa vara medirMoonspell-Sin_Pecado-Interior_Trasera

Cuidado. Cuidado con eso. Cuidado con mirar con microscopio las manchitas del cristal y luego tragarnos la viga. Cuidado cuando lo hacemos con los demás y también cuando lo hacemos con nosotros mismos. Cuidado cuando nos acercamos al confesionario y soltamos las «chiquilladas» y no cambiamos un ápice de nuestra vida en aquellos ámbitos en los que realmente estamos alejados de Cristo. Cuidado con fustigarnos por los «pecaditos» y seguir viviendo de espaldas a las Bienaventuranzas, a la cruz, al Camino, la Verdad y la Vida.

No voy a ser yo el que diga qué es un pecadito y qué nos separa de Cristo pero mucho… La Iglesia, en su doctrina, ya especifica y enseña sobre ello pero aún así, ¡cuidado! Sinceramente, y de manera muy humilde, creo que hoy seguimos colando muchos «pecaditos» calificados como mortales y seguimos tragando con realidades que, sencillamente, no son cristianas.

Un abrazo fraterno

Guía ciego+Rebaño cómodo=Todos al foso (Mateo 23, 13-22)

El Evangelio de hoy es terrible, tremendo, de una virulencia inusitada. Jesús carga con dureza contra aquellos cuya misión es la de guiar. Jesús carga contra los pastores.

Tenemos que rezar mucho por nuestros pastores. Tenemos que rezar mucho por los sacerdotes, los religiosos, las religiosas, los catequistas, los párrocos, los responsables de pastoral, los obispos, los cardenales, el Papa. Mucho. Su tarea es la de guiar, proteger, querer, llevar a su rebaño a la Verdad, a Jesús. Su misión es la de conseguir que las personas que tienen a su cargo participen en mayor medida del Reino, ya aquí en la tierra. Llevarles la Buena Noticia de su salvación, del amor de Dios, ser el mismo Cristo en medio de ellos para que, a su vez, cada uno coja el testigo. Tenemos que pedir para ellos luz, valentía, buen discernimiento, una vida de gracia plena.

Y también tenemos que exigir a nuestros pastores que lo sean. Tenemos que hacerles partícipes del sentir del rebaño. Tenemos que aportarles nuestras opiniones, nuestras sensaciones, nuestro propio discernimiento. Tenemos que ayudarles también con nuestra corrección fraterna. Somos rebaño, sí, pero somos Iglesia y copartícipes también de su tarea. En el Concilio Vaticano II la Iglesia lo dice muy claro en la Lumen Gentium (os pongo abajo de todo el fragmento). Cada uno en su función, en su lugar, pero juntos, unidos, en comunión, siendo luz los unos para los otros. No nos podemos permitir guías ciegos. Tampoco nos podemos permitir ovejas desleales, ufanas y tramposas.

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«Los laicos, al igual que todos los fieles cristianos, tienen el derecho de recibir con abundancia [117] de los sagrados Pastores los auxilios de los bienes espirituales de la Iglesia, en particular la palabra de Dios y les sacramentos. Y manifiéstenles sus necesidades y sus deseos con aquella libertad y confianza que conviene a los hijos de Dios y a los hermanos en Cristo. Conforme a la ciencia, la competencia y el prestigio que poseen, tienen la facultad, más aún, a veces el deber, de exponer su parecer acerca de los asuntos concernientes al bien de la Iglesia [118]. Esto hágase, si las circunstancias lo requieren, a través de instituciones establecidas para ello por la Iglesia, y siempre en veracidad, fortaleza y prudencia, con reverencia y caridad hacia aquellos que, por razón de su sagrado ministerio, personifican a Cristo.

Los laicos, como los demás fieles, siguiendo el ejemplo de Cristo, que con su obediencia hasta la muerte abrió a todos los hombres el dichoso camino de la libertad de los hijos de Dios, acepten con prontitud de obediencia cristiana aquello que los Pastores sagrados, en cuanto representantes de Cristo, establecen en la Iglesia en su calidad de maestros y gobernantes. Ni dejen de encomendar a Dios en la oración a sus Prelados, que vigilan cuidadosamente como quienes deben rendir cuenta por nuestras almas, a fin de que hagan esto con gozo y no con gemidos (cf. Hb 13,17).

Por su parte, los sagrados Pastores reconozcan y promuevan la dignidad y responsabilidad de los laicos en la Iglesia. Recurran gustosamente a su prudente consejo, encomiéndenles con confianza cargos en servicio de la Iglesia y denles libertad y oportunidad para actuar; más aún, anímenles incluso a emprender obras por propia iniciativa. Consideren atentamente ante Cristo, con paterno amor, las iniciativas, los ruegos y los deseos provenientes de los laicos [119]. En cuanto a la justa libertad que a todos corresponde en la sociedad civil, los Pastores la acatarán respetuosamente.

Son de esperar muchísimos bienes para la Iglesia de este trato familiar entre los laicos y los Pastores; así se robustece en los seglares el sentido de la propia responsabilidad, se fomenta su entusiasmo y se asocian más fácilmente las fuerzas de los laicos al trabajo de los Pastores. Estos, a su vez, ayudados por la experiencia de los seglares, están en condiciones de juzgar con más precisión y objetividad tanto los asuntos espirituales como los temporales, de forma que la Iglesia entera, robustecida por todos sus miembros, cumpla con mayor eficacia su misión en favor de la vida del mundo.»

Un abrazo fraterno

Dios, pódiums y los JJOO (Mateo 20, 1-16a)

Los primeros, los segundos, los terceros… el pódium, las menciones honoríficas, los que se quedan sin nada y el último. Estamos tan acostumbrados a la competición deportiva, a los JJOO, a los mundiales… tan acostumbrados a que todo lo que no sea medalla, sea fracaso… que lo de Dios nos parece de locos. ¡De locos! ¿Pero qué se cree Dios? ¿Se le ha ido la cabeza? 

Nuestra vida de cristianos es una carrera, una prueba. Uno tiene que entrenarse, ejercitarse, mantenerse en forma constantemente, regular su alimentación, sus horarios, sus costumbres… No competimos contra otros sino más bien contra nosotros mismos y contra el mal que puede anidar en nuestros corazones. Combatimos contra la soberbia, contra la pereza, contra la desconfianza y la tristeza del alma, contra la tentación de alejarnos de Dios poco a poco, contra el dejarnos llevar, el todo vale, el ya da igual, el no es para tanto, el no es tan importante… Somos los deportistas de Cristo y sabemos lo que son las pruebas de fondo. No estamos llamados tanto a batir el récord de los 100 metros como a aguantar un maratón, unos 5000, unos 3000 con obstáculos…

PODIUM

Lo curioso es que Dios no entiende de pódiums ni de menciones honoríficas. Se la trae al pairo quién llega de primero y quién llega de último, quién ha empezado antes su carrera deportiva y quién la ha empezado después. El premio final es el mismo para todos. Parafraseando a mi hijo mayor: «Eso es injusto papá»… Esa es la reacción de los que llevan más tiempo. Yo me considero de estos. Esa reacción es fácil y hasta lógica, tentadoramente llena de argumentos; argumentos que Dios resquebraja al instante. He de decir que siendo padre de tres hijos estoy más cerca de entender al Padre que antes. La lógica del amor y la paternidad no se fundamenta en argumentos de justicia lógica, seca, adusta, cortante. La justicia del Padre se fundamenta en el amor y en la gracia. Nada hay por encima de eso.

¿Os imagináis unos JJOO con esta lógica? Serían curiosos pero también ciertamente bonitos… y ¿por qué no? justos con el esfuerzo, el ejemplo y la valentía de todos los que participan. Yo, que en el fondo nunca he sido primero en nada, me alegro de esta vara de medir del Padre…

Un abrazo fraterno

La mejor herencia para mis hijos (Mateo 10, 28-33)

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Tal vez es la mejor herencia que le puedo dejar a mis hijos:

NO TENGÁIS MIEDO. EL SEÑOR ES NUESTRA ROCA Y NUESTRO BALUARTE

Un abrazo fraterno

 

El diablo vestido de monje (Mateo 16, 13-23)

Recuerdo la visita que mi mujer y yo hicimos a los Museos Vaticanos el pasado mes de octubre. Fue una visita con guía llamada «Arte y Fe», que incluía la entrada a varios de los recintos desde una perspectiva creyente, catequética. Fue magnífica. Y recuerdo varias cosas especialmente. Una de ellas es la explicación que el guía nos hizo de la Capilla Sixtina en el comienzo de la marcha, fuera, delante de unos paneles. Y recuerdo que en una de las pinturas de las paredes laterales se plasma a Satanás, la presencia del Mal. Satanás no aparece tal cual sino disfrazado, vestido de otra cosa: de monje. Y recuerdo que el guía nos explicó que el artista quería mostrar con ello cómo el diablo suele presentarse disfrazado de algo bueno… es su manera de engañarnos, de camelarnos…

Hoy leo el muy conocido pasaje de «quién decís que soy yo» y me quedo orando con la última frase, con esa advertencia de Jesús ante la invitación de Pedro de no bajar a Jerusalén y afrontar todo ese sufrimiento. El diablo hace tropezar, dice Jesús. Y hace tropezar porque es mundano, piensa como los hombres, ofrece algo que es «bueno», «agradable», «placentero», «cómodo»… por eso es tan tentador.

Tentaciones_de_Cristo_(Botticelli)

La presencia del diablo es constante en nuestra vida y suele agudizarse, como pasó con Pedro, cuando uno más se deja guiar por el Espíritu, cuando más cerca está del Maestro, cuánto más le ama y más se deja amar por Él. El diablo viene a liarnos, a enredarnos, a confundirnos… nos tienta con aquello que sabe que entra en lo probable de nuestros pensamientos, de nuestras apetencias, de nuestras ideosincrasias… Si el diablo fuera muy evidente sería de fácil contraataque pero… no es evidente. No te hace tropezar en la curva sino más bien cuando camina en la recta, seguro de sí, desprevenido.

¡Qué lógico parece Pedro intentando que su Maestro no sufra! ¡Qué lógico y qué peligroso para Jesús!

Un abrazo fraterno