Celebrando a María…

Siempre he crecido con una imagen de María cerca. En la casa de mis abuelos de Badalona, una preciosa imagen de María preside el salón, siempre con una flor al lado y una vela encendida. Haciéndose presente de manera bella y sutil en la realidad y los trasiegos familiares.

Hoy fui a misa a S. Jorge, en Coruña, y pude celebrar la Asunción adecuadamenbte. Escuchando una preciosa homilía sobre la fidelidad de María y, luego, acudiendo al sacramento de la reconciliación. ¿Hay mejor manera?
Hoy rezo por alcanzar yo también esa fidelidad de María, por sentimre acompañado por ella en los momentos de dolor, siempre mirando al cielo. Rezo por personas a las que quiero y por las que pido a María. Rezo para que mis hijos descubran en ella una madre.
Un abrazo fraterno

La siembra y la cosecha (Corintios 9,6-10)

¿Qué se me pide en plena crisis? Siempre, pero ahora más… Pablo nos da hoy la respuesta exigente que se espera de un seguidor de Jesús:

Hermanos:

El que siembra tacañamente, tacañamente cosechará; el que siembra generosamente, generosamente cosechará. Cada uno dé como haya decidido su conciencia: no a disgusto ni por compromiso; porque al que da de buena gana lo ama Dios. Tiene Dios poder para colmaros de toda clase de favores, de modo que, teniendo siempre lo suficiente, os sobre para obras buenas. Como dice la Escritura: «Reparte limosna a los pobres, su justicia es constante, sin falta.»

El que proporciona semilla para sembrar y pan para comer os proporcionará y aumentará la semilla, y multiplicará la cosecha de vuestra justicia.

Más claro agua. El que quiera oir, que oiga.

Un abrazo fraterno

Los perros y las migajas (Mateo 15, 21-28)

Cuando leí este Evangelio me invadió una tremenda desazón: no había entendido nada. Así que me puse a buscar por internet alguna reflexión al respecto para entender este pasaje. Os dejo lo que he encontrado en la web de los Carmelitas:

Contexto. El pan de los hijos y la gran fe de una mujer cananea es el tema que presenta este pasaje del cap.15 de Mateo, que propone al lector de su evangelio una ulterior profundización de la fe en Cristo. El episodio va precedido de una iniciativa de los escribas y fariseos llagados de Jerusalén, que provocan un encontronazo de poca duración con Jesús, hasta que se alejó con sus discípulos para retirarse a la región de Tiro y de Sidón.
Mientras va de camino, lo alcanza una mujer que viene de lugares paganos. Mateo presenta a esta mujer con el apelativo de “cananea”, el cual aparece en el AT con toda su dureza. En el Deuteronomio, los habitantes de Canaán son considerados una gente llena de pecados por antonomasia, un pueblo malo e idolátrico.
Dinámica del relato. Mientras Jesús desarrolla su actividad en Galilea y está en camino hacia Toro y Sidón, una mujer se le acerca y empieza a importunarlo con una petición de ayuda a favor de su hija enferma. La mujer se dirige a Jesús con el título de “hijo de David”, un título que suena a extraño en boca de una pagana y que podría encontrar justificación en la extrema necesidad que vive la mujer. Podría pensarse que esta mujer ya cree de algún modo en la persona de Jesús como el salvador final, pero esto se excluye puesto que sólo en el v.28 aparece reconocido su acto de fe, justamente por parte de Jesús. En el diálogo con la mujer, parece que Jesús muestra la misma distancia y desconfianza que había entre el pueblo de Israel y los paganos. Por un lado, Jesús manifiesta a la mujer la prioridad de Israel en acceder a la salvación y, ante la insistente demanda de su interlocutora, Jesús parece tomar distancias, una actitud incomprensible para el lector, pero en la intención de Jesús expresa un alto valor pedagógico. A la súplica primera “Ten piedad de mi, Señor, hijo de David”, no responde Jesús. A la segunda intervención, esta vez por parte de los discípulos que lo invitan a atender a la mujer, sólo expresa un rechazo que subraya aquella secular distancia entre el pueblo elegido y los pueblos paganos (vv.23b-24). Pero a la insistencia del ruego de la mujer que se postra ante Jesús, sigue una respuesta dura y misteriosa: “no está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos” (v.26). La mujer va más allá de la dureza de las palabras de Jesús y se acoge a un pequeño signo de esperanza: la mujer reconoce que el plan de Dios que Jesús lleva adelante afecta inicialmente al pueblo elegido y Jesús pide a la mujer el reconocimiento de esta prioridad; la mujer explota esta prioridad con el fin de presentar un motivo fuerte para obtener el milagro: ”También los perritos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos” (v.27). La mujer ha superado la prueba de la fe: “Mujer, grande es tu fe” (v.28); de hecho, a la humilde insistencia de su fe, Jesús responde con un gesto de salvación.
Este episodio dirige a todo lector del Evangelio una invitación a tener una actitud de “apertura” hacia todos, creyentes o no, es decir, una disponibilidad y acogida sin reserva hacia cualquier hombre.
Para la reflexión personal
• La palabra escrutadora de Dios te invita a romper tu cerrazón y tus pequeños esquemas. ¿Eres capaz de acoger a todos los hermanos que se acercan a ti?
• ¿Eres consciente de tu pobreza para ser capaz, como la cananea, de confiarte a la palabra salvífica de Jesús?

Pedro bajó de la barca (Mateo 14, 22-36)

Cuando la tormenta, la tempestad y los fuertes vientos nos pillan sin Jesús en la barca… todo lo que somos parece tambalearse. Los vientos parecen huracanes, las olas, feroces monstruos marinos y la tensión y el desánimo, el miedo, toma posesión de nuestro cuerpo, de nuestra mente y de nuestro espíritu. El naugrafio y la muerte pasan a ser una posibilidad plausible.

Por eso es tan importante la decisión que toma Pedro: salir a por Jesús. Abandonar la barca, asumir riesgos, desmarcarse de un colectivo atenazado, andar aún sin saber muy bien si eso va a solucionar su problema o si, definitivamente, va a terminar con él pero con la certeza de que sólo Jesús puede salvarle. Y resulta que Pedro no es un prodigio de fe; como yo, como tú. No nos presenta el Evangelio a un hombre de espíritu inquebrantable, que controla su miedo… Nos presenta a alguien que DECIDE IR EN BUSCA DE JESÚS, CAE EN EL CAMINO Y ES SALVADO POR EL MAESTRO. Tal vez es un camino en el que tienen que darse las tres etapas.

La calma regresa cuando Jesús pisa la barca junto a Pedro. A veces, la determinación y la clarividencia, el saber qué es lo importante, de una sola persona puede salvar a todo un grupo.

Un abrazo fraterno

Llenos de espanto (Mateo 17, 1-9)

Cuando uno es testigo de ciertas cosas, que traspasan lo humanamente explicable, se llena de espanto, como aquellos apóstoles. Ellos, que estaban con Jesús mismo, cayeron de bruces llenos de espanto. Nosotros solemos darle a la cabeza y relativizar o negar lo que no podemos explicar. Nos da miedo aceptarlo. Pánico. Aunque venga del Dios mismo a quien amo y adoro…

Un abrazo fraterno

Instigada por su madre (Mateo 14, 1-12)

Hay relaciones dañinas que nos empujan a ir por un camino alejado de Dios. Y no tienen que ser relaciones con personas lejanas o medio extrañas. Son relaciones que nos absorben, que aniquilan nuestra libertad, que sacan lo peor de nosotros, que nos manipulan y nos manejan… A veces están disfrazadas de amor pero, evidentemente, no hay amor si no hay libertad.

Herodías es un claro ejemplo de alguien que se deja anular, de alguien que necesita algo y que, para conseguirlo, se vende a la sed de venganza de su propia madre.

Herodías es lo que no quiere Dios para nadie. Dios nos quiere libres, aún para rechazarle o negarle, más que maniatados y mediocres.

Un abrazo fraterno

 

La más pequeña de las semillas… (Mateo 13, 31-35)

Todos y cada uno de nosotros estamos llamados a ser ese grano de mostaza del Evangelio, levadura en medio de la gran masa. Es verdad que, en determinados momentos, un pueblo, una sociedad, necesita grandes manifestaciones, grandes líderes, grandes… pero no nos olvidemos que la Historia se ha ido construyendo gracias al trabajo y al amor de los pequeños granos de mostaza que, siendo poca cosa, han sido capaces de arrastar como río bravo que baja la montaña.

Descubro cada día como tengo la oportunidad de hablar con personas que se me acercan buscando algo. No sé lo que ven, lo que perciben de mi, pero algo es. Tal vez es el grano de mostaza del Reino, que ha ido creciendo en mi… Lo cierto es que a veces me hago consciente de la cantidad de personas, familias, instituciones… que uno toca con su forma de ser, de estar, de amar… No es poca cosa. No es pecata minuta. Tontos somos pensando que no podemos cambiar las cosas. Si cada uno tomara conciencia de ésto, el mundo cambiaría, estoy seguro.

Un abrazo fraterno

Quiero ser tierra buena…

Lo sembrado en tierra buena
significa el que escucha la palabra y la entiende;
ése dará fruto
y producirá ciento o sesenta o treinta por uno.

Duros de oído, ojos cerrados (Mateo 13, 10-17)

Nos hemos convertido en una sociedad, en un pueblo, duro de oído y ciego. Incapaz de compadecerse de los que sufren. Preocupado por sí mismo. Ansioso de poder y riquezas. Hedonista. Vacío.

Necesitamos más que nunca volver la mirada a Cristo, encontrarnos con Él, mirarle a la cara, escucharle, seguirle… fascinados, como aquellos primeros discípulos, por los milagros que cuentan los que se siguen encontrando con el Maestro.

Necesitamos a Dios. No podemos seguir arrinconándole.

Un abrazo fraterno

Mirad a mi siervo (Mateo 12, 14-21)

La situación es compleja y grave en España. En otros países también, pero en mi país son horas difíciles y complicadas. Mucha gente está sufriendo calamidades y cuando las lecturas de hoy no puedo más que hacer la lectura desde lo que estamos pasando.

Un sistema que abruma al pobre, al ciudadano; un sistema injusto; unos «mercados» insaciables, devoradores de riqueza…

Sólo puedo mirar a Jesús y tener fe y esperanza. Y mirarle para que me dé luz para saber cómo ayudar a tantos, cómo actuar según su voluntad.

Un abrazo fraterno