Leyendo las lecturas de hoy me encontré con ese salmo precioso en el que un grito se eleva a Dios: «¿Hasta cuándo, Señor?». Se me encogió el corazón. Encarné ese grito en personas queridas que están sufriendo y que tampoco encuentran respuesta a ese grito tan desgarrador.
Pensé que nada más importante podrían decirme hoy las lecturas pero sigo y me encuentro con un Evangelio importantísimo para mi: el hombre prudente que construye su casa sobre roca. Es el Evangelio que sustentó Betania, mi comunidad, desde sus comienzos; sustenta mi matrimonio…
¿En qué consiste la prudencia de ese hombre del que habla Jesús? En saber que caería la lluvia, que saldrían los ríos y que soplarían los fuertes vientos. En eso radica su prudencia. Y su respuesta es construir sobre roca firme para que cuando lleguen las calamidades, su casa permanezca en pie pese a todo. No era un hombre cenizo ni pesimista ni aguafiestas… era prudente. Hay que saber que las calamidades llegarán, siempre. Siempre llegan. Siempre arrecia la tempestad algún día.
Construir sobre roca permite que la casa siga en pie y que ese grito del salmo sea eso, un grito, pero de alguien que, luchando y pese a todo, sigue en pie.
Jesús es muy claro a la hora de determinar qué es «construir sobre roca»: escuchar su palabra y ponerla en práctica. No hay más. Ni menos.
Para terminar, hoy pongo delante del Padre a alguien que comienza hoy peregrinación a Santiago. Alguien que ha construido, y sigue en ello, sobre roca. Alguien que está SEMPRE EN CAMIÑO y a la que yo también quiero acompañar con mi oración. Que el Señor camine a su lado y la sostenga en los momentos de mayor dificultad, cuando las fuerzas desaparecen.
Un abrazo fraterno