Cielo nuevo, tierra nueva (II Pedro 3,12-15a.17-18)
Cuando miro a mi alrededor descubro un mundo dilapidado por el pecado. Cada día hay más personas que sufren hambre, pobreza, carencia de derechos básicos, guerras, injusticias… El panorama en muchos sitios es desolador. En la misma España, donde vivo, la negrura va haciéndose cada vez con más terreno… La gente está cabizbaja, triste, preocupada… y el pesimismo insano empieza a erigirse como vencedor de esta batalla que se está librando.
Yo no me resigno. Son muchas las razones que encuentro para seguir pensando que vale la pena vivir, seguir luchando, pese a todo. Hoy, esta carta de Pedro nos invita a esperar con paciencia y a crecer en gracia de Dios. Una doble cara: esperar y crecer. Un verbo pasivo y otro activo. Hay cosas que no podemos cambiar pero lo que sí podemos es crecer en luz, crecer en gracia, aumentar la talla del Dios que vive en mi, darle más espacio…
Un cielo nuevo y una tierra nueva se nos ha prometido. Incluso para ti, que tanto sufres pensando que ya nada va a cambiar. Un nuevo sol donde se acaben muchos de los malos sueños que hoy te aflijen. Ten esperanza.
Un abrazo fraterno