Cargar con mi cruz (Lucas 9,22-25) – Jueves después de Ceniza
En este primer día de Cuaresma tras la Ceniza me encuentro con esta lectura del Evangelio que me transporta inevitablemente a un retiro hecho hace muchos años en Bastiagueiro (Coruña) en el que me di de frente con la música de Glenda y con la posibilidad de hacerme escolapio.
Una relación de 5 años y medio había terminado hacía poco y mi vida estaba patas arriba. Y en el retiro se abrió una posibilidad siempre presente en mi: ¿querría Dios que me hiciera escolapio? ¿Era ese el camino que Dios soñaba para mi? ¿Era mi felicidad? Fueron ´días muy llenos y muy plenos. Fueron días, los del retiro y los posteriores, de gran discernimiento personal y de gran paz. Cuando uno está dispuesto a dar su vida allí donde es llamado… el corazón reposa. Tuve claro, y lo sigo teniendo, esto que dice Jesús y que canta Glenda de manera tan conmovedora: ¿para qué me sirve el mundo si pierdo la paz, si me pierdo a mi mismo?
Doce años después creo haber respondido adecuadamente y creo estar donde se me pide. Esther y yo hemos ido tomando decisiones que nos han ido complicando la vida. La hemos ido dando entendiendo que esa manera de entregarla era construir el Reino. Las consecuencias siempre llegan. Seguir a Jesús es cargar con una cruz, con la pesada carga de ir contracorriente, de luchar por la justicia, por la educación, por la paz, por el amor.
Pero hoy creo que todavía estamos llamados a más y en este momento de tremenda oscuridad en una sociedad acomodada y autocomplaciente, me arde el corazón pensando que estamos ante una cruz dolorosa que tenemos que agarrar y llevar.
Con Él llegaremos.
Un abrazo fraterno