Dios libera, no esclaviza (Mt 12,1-8)
Llevamos el cumplimiento de la Ley en nuestras venas. Al menos yo la lleva. La enseñanza religiosa hace unos años, tanto en casa como en el colegio o en la iglesia, se centraba en aprender los diez mandamientos, los mandamientos de nuestra madre Iglesia, las obras de misericordia… Ciertamente hoy nos hemos ido al otro extremo, porque casi nadie sabe nada. Pero el caso es que me cuesta ir más allá de la ley.
Creo en un Dios que, por activa y por pasiva, nos ha dicho que no quiere sacrificios, que quiere misericordia. Un Dios que ha venido a liberarnos y no a esclavizarnos. ¿Por qué la imagen de Dios y de su Iglesia sigue siendo, sobre todo entre los jóvenes, tan coercitiva? Parece que creer es, sencillamente, una lista de cosas que no puedes hacer, Algo hemos hecho mal.
La ley es una guía, un camino privilegiado que el mismo Dios nos ha enseñado. Y a la vez, la misericordia está por encima. Porque una ley sin misericordia es un auténtico fastidio. Así que cuidado con emitir juicios legalistas, cuidado con remitir a la ley sin piedad, cuidado con pensar que uno cumple mientras su corazón está lleno de rencor, odio, vicio…
Dios nos quiere libres, no esclavos.
Un abrazo fraterno – @scasanovam