No temas, sigue hablando (Hch 18,9-18)

El Espíritu habla. A Pablo le habló a través de un sueño. A mí a través del corazón. Pero escucho su voz. También me dice, como a Pablo, «no temas, sigue hablando y no te calles, pues yo estoy contigo, y nadie te pondrá la mano encima para hacerte daño». Muy fuerte. Necesitaba encontrarme con esta Palabra. Necesitaba sentirme enviado a algo.

Hablar da miedo. Miedo de que no te entiendan. Miedo de sufrir rechazo. Miedo de generar conflicto. Miedo de hacer daño. Miedo de equivocarte. Miedo de no acertar con las palabras adecuadas. Callar es una opción. A veces la vestimos de prudencia. Pero yo me siento llamado a hablar y a decir y a proponer y a animar y a criticar y a apoyar y a bendecir y a denunciar y a profetizar…

¿Miedo? Un poco. Pero seguiremos hablando.

Un abrazo fraterno

Cuando a Dios no se le entiende (Jn 16,16-20)

A Dios no siempre se le entiende. El Evangelista Juan es especialista en utilizar los malentendidos… Este pasaje es una prueba de ello.

Yo también lo experimento a veces. La confusión y la desorientación en mi vida y en camino espiritual. Responder a una llamada, intentar hacer la voluntad de Dios, y a la vez toparse con troncos que cierran los caminos, con impedimentos. Otras veces, mirar el mundo y seguir sin entender por qué no es todo más fácil, intentar responder preguntas y no encontrar respuesta.

Pero también el malentendido y el desconcierto es usado por el Señor. Porque nos prueba, nos confronta, nos pregunta, nos hace sensibles al desaliento y nos obliga a confiar en Él sin más seguridades.

Señor, necesito claridad y más en mi desconcierto. Ayúdame.

Un abrazo fraterno

¿Es Dios un desconocido? (Hch 17,15.22–18,1)

¡Qué grande este Pablo! Es un animal evangelizador. Qué envidia. Pasearse por Atenas, ver la estatua al dios desconocido y percibir en ella la sed del pueblo ateniense, la sed espiritual. Ver la oportunidad. No hacer juicios. No comparar con otros pueblos o lugares o épocas. Y anunciar a Jesús.

Parece que esta historia es de otro tiempo, pero creo profundamente que hay sed en la sociedad de hoy. Sed de amor. Sed de compañía. Sed de seguridad. Sed de silencio. Y de trascendencia. Pero nos equivocamos de dioses. Igual que los atenienses, le estamos poniendo a velas a muchos dioses desconocidos, a dioses creados por nosotros, a los que idolatramos y veneramos y que, sin embargo, no tocan nuestro corazón. ¿Y Cristo? ¿Es un desconocido en nuestra sociedad? Pues en buena parte sí. Tal vez porque muchos hayan cerrado sus oídos. Tal vez porque otros nos hemos predicado más a nosotros mismos que a Él. El caso es que la buena noticia de Cristo es una absoluta desconocida en el «prime time» social de hoy.

Como Pablo, debemos ver la oportunidad. Sin juicios. Sin comparaciones. Sin nostalgias de tiempos pasados y no necesariamente mejores. Es muy cansando hablar de lo poco que saben hoy los niños de Jesús, de lo poco que saben sus familias, de los pocos que van a misa, de … y así pasamos la tarde.

¿Es Cristo un Dios desconocido? ¿A qué estamos esperando pues para anunciarlo? Allí donde la gente está. En el tiempo en el que la gente mira. Con palabras que la gente entienda. Y con el testimonio de una vida que rezume a Él.

Un abrazo fraterno

La ceguera del triste (Jn 16, 5-11)

A veces, cuando la tristeza nos embarga, no somos capaces de encontrar la bondad en lo que nos sucede. Las pérdidas, las derrotas, los fracasos, las separaciones, las frustraciones… todo tiene una clara connotación negativa. Pero ¿y si fueran necesarias para algo?

El Espíritu aparece tras la ausencia de Cristo. Allí donde alguno no vería ya ninguna esperanza, el mismo Jesús promete bendición y cuidado.

¡Qué importante ser consciente de cómo se nos nublan los ojos del alma cuando dejamos que la tristeza entre demasiado adentro! Claro que no es malo estar triste. Es una emoción necesaria. Pero otra cosa es dejar que se acomode, que se haga hueco. Eso no. No habría oculista que nos arreglara la mirada…

Un abrazo fraterno

Lidia, una mujer que escucha

En este mes de mayo, mes de María, otra mujer nos sale al paso: Lidia. Hoy nos la presenta la primera lectura. Lidia «estaba escuchando». Y el Espíritu sopló en su corazón. Acogió la Buena Noticia que Pablo le presentaba y luego lo acogió a él y a sus acompañantes en su casa.

Junto con el Evangelio, podemos ver cómo actúa el Espíritu y, a la vez, la condición de posibilidad para que pueda actuar. Estamos en el tiempo del Espíritu y éste sopla y nos susurra y enreda nuestra vida y nos va llevando aquí y allá. Es la manera en la que Dios se nos hace presente hoy. Ya pasó el tiempo del Padre. Ya pasó el tiempo del Hijo. Y ahora estamos en este tiempo. Pero nada sucede, todo se acalla, su acción se bloquea… si no escuchamos. La escucha y la acogida fue lo que permitió a Lidia convertirse y bautizarse.

¿Cómo andamos de escucha? ¿O estamos tan rodeados de tareas, estreses, deseos, ruidos varios, que el Espíritu habla y ni nos enteramos?

Un abrazo fraterno

Dios lleva nuestras cargas #consuelo

Hace unos días había tormenta y mientras los truenos resonaban con contundencia en el cielo, recibí un whatsapp. Era un amigo y compañero que insinuaba que el Omnipotente se estaba debatiendo ahí arriba en un terrible dilema acerca de la suerte del mundo y de las personas. No contesté el whatsapp pero me dejó pensando la respuesta.

Dios no está ahí arriba, eso primero. Y Dios no se debate entre guerra y paz, vida o muerte, hambre o prosperidad. Porque Dios no está para jugar a emperador romano, que con su pulgar decidía la suerte de tantos.

Hoy el Salmo no lo puede expresar mejor: DIOS LLEVA NUESTRAS CARGAS. Ese es nuestro Dios, no otro. Un Dios que está aquí abajo, acompañando nuestras vidas, sufriendo con nuestras desgracias y alegrándose con nuestras venturas. Es un consuelo enorme saberlo. Tanto amor hay en Él que nada puede pararlo, ni siquiera la muerte.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Hablar con libertad #yoquiero

Es precioso leer en el pasaje de Hechos de hoy, como Pablo hablaba con libertad del Reino de Dios en la sinagoga. Precioso en lo que respecta a Pablo y a su libertad de hablar, y precioso en lo que respecta a aquellos judíos y a su libertad de escuchar.

Hay gente que cierra puertas y ventanas, oídos, sentidos y lo que haga falta con tal de que nadie le hable de Dios o de la Iglesia. Creo, sencillamente, que están presos de sus prejuicios y de sus miedos. Alguien libre, escucha.

Ojalá yo sea también libre para hablar y para escuchar, para dar y para recibir. Las dos cosas son necesarias en el Reino.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Dios reina sobre las naciones #Nadiemás

Ahora que vemos en el telediario, cada día, reunidos a los poderosos de la Tierra, en el G7, en la OTAN, etc. qué bien viene el Salmo para recordar quién reina sobre todos esos que se creen inmortales.

Para que Dios reine sobre todo yo también tengo mi parte de tarea. Y no puedo mirar a otro lado. Sino… ¿de qué podré quejarme luego? Lo primero, dejar que reine en mí y de ahí, hacia afuera.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

No temas, sigue hablando… #nocalles

«No temas, sigue hablando y no te calles, pues yo estoy contigo»

Eso le dijo el Señor a Pablo cuando las cosas no iban bien en Corinto. Y eso me dice a mí hoy. Santi, no temas, sigue hablando, no calles, yo estoy contigo.

El Reino no es compatible con cualquier tipo de relaciones humanas. Hay que apostar por otra manera. Y hay que decirlo y afrontarlo. Y ponerse del lado de las víctimas en todos los ámbitos de la vida, de los dolientes, de los excluidos.

Santi… no calles… Tomo nota, Señor…

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Predicar en un mundo hostil #nocambia

No es un mundo tan distinto al actual el que nos presenta la lectura de Hechos de hoy. Judíos expulsados de Roma sólo por ser judíos y discusiones religiosas que enfrentan y que unen a las personas.

El Reino está entre nosotros pero nunca ha sido fácil predicarlo ni hacerlo crecer. Intereses personales, luchas de poder e influencia, miedos, prejuicios… Ser comunicador del Evangelio en los tiempos que corren se asemeja mucho a serlo en aquellos primeros años tras la muerte y resurrección del Señor.

Estar atentos al Espíritu y orar mucho, poniendo la confianza en el Señor, marca la diferencia. Ser menos yo y dejarle a Él ser más Él…

Un abrazo fraterno – @scasanovam