Notoriedad eclesial (Mc 1,40-45)

Cómo nos gusta tener notoriedad. A mí el primero, Señor. No pasar desapercibido. Tener algún pequeño momento de gloria. Ser reconocido. Es como si lleváramos en las venas el gustillo por ser mejores que otros, por ser más poderosos e influyentes.

Tú eras el Mesías y nos enseñas de qué va esto. Por eso te crucificaron, entre otras cosas. Porque no entraste al juego de la notoriedad. Los que esperaban un Mesías canciller, cacique, general de los ejércitos, libertador político, etc. se quedaron con las ganas. Tú sólo sabes de amor, no de notoriedad.

Ayúdanos, Señor. Ayúdame sólo a amar y no a figurar.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Tiempos de sordera (Sam 3,1-10.19-20)

«La palabra del Señor era rara en aquel tiempo,
y no abundaban las visiones «

¿En aquel tiempo? me surge preguntarme al leer el pasaje del libro de Samuel de hoy. ¡Y en este tiempo! ¡Hoy tampoco abunda la palabra del Señor y no, no abundan las visiones, ni los profetas. Vivimos en tiempos de sordera generalizada, de enfriamiento espiritual global.

Y curiosamente el Señor sigue llamando. A veces me quejo del tiempo difícil en el que me ha tocado vivir, de la incertidumbre, de la falta de claridad. Pero así ha sido casi siempre. La palabra de Dios nunca ha abundado. Ni siquiera en la época de Jesús, en la que ¡teniendo al Mesías delante! no supieron muchos reconocerle.

¿Qué es importante? Distinguir, entre todo este jaleo, la voz de Dios. A veces es un susurro imperceptible. A veces incluso podemos confundirla con otras voces. Y ahí es importante estar acompañado. ¡Acompañamiento! Tener a alguien cerca que, escuchándote, desde fuera de tu ruido, sepa decirte «¿y si es el Señor?».

Busquemos acompañante y formémonos para acompañar. No hay otro camino en estos tiempos de sordera.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Lo que no me sobra (Lc 21,1-4)

No me sobra el tiempo.
No me sobran fuerzas al final del día de trabajo.
No me sobra el dinero.
No me sobra la fe en mí mismo.
No me sobra la autocrítica.

Y eso es lo que debo dar. Tiempo. Fuerzas. Dinero. Descentramiento de mí mismo.

Tiempo para dedicar a mis hijos, a mi mujer, a mi comunidad, a los compañeros que necesitan mi aliento, mi compañía, a los alumnos y alumnas que necesitan escucha.

Fuerzas para empujar al que está en un momento de debilidad, de indefensión, para cargar con el que no puede dar un paso más en su camino.

Dinero para que otros puedan aspirar a una vida como la mía, para los que han tenido la mala suerte de nacer en un lugar sin oportunidades, para los que han sufrido y se han quedado sin nada.

Y salida de mí mismo. Arriesgarme. Salir. Y jugarme la vida sin miedo, aún cuando no hay seguridades.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Reconocer (Lc 19,41-44)

Nos atrincheramos en nuestros prejuicios.
Nos atrincheramos en nuestros complejos.
Nos atrincheramos en nuestros fracasos.
Nos atrincheramos en nuestros planes y sueños.

Nos atrincheramos en nuestras prisas y urgencias.
Nos atrincheramos en nuestras verdades a medias.
Nos atrincheramos en nuestros selfies vacíos.
Nos atrincheramos sintiendo que el otro nos asedia.

Y no reconocemos tu rostro.
Y no reconocemos la belleza que nos rodea.
Y miramos, buscando,
lo que de verdad deja huella.
Y anhelamos, y pedimos, y esperamos.
Suplicamos en la noche,
despertamos con reproches.

Reconocer, Señor. Eso nos falta.
Reconocer lo que somos. Reconocer quién eres, dónde habitas.
Reconocerte. De eso se trata.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

El gasto genera riqueza (Lc 19,11-28)

Dicen los economistas que en época de dificultades, se gasta menos, por precaución, y la recesión aumenta. Para que la economía crezca, debe haber movimiento de dinero. El gasto es bueno para el mercado, produce riqueza.

En lo espiritual, podemos decir que la dinámica es parecida. Nos han sido regalados dones, cualidades, capacidades. ¿Qué hacemos con ellas? Sólo gastarlas garantiza que la riqueza crece. Una riqueza que no es para uno sino para todos. Riqueza de la buena. Sólo el don que se entrega sirve para el fin para el que fue creado.

No hay amor que lo sea si se guarda. El amor, o se gasta, o caduca y echa moho. Yo prefiero gastarlo. Es la manera de asegurarse una eternidad de bienestar.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Rico pero sediento (Lc 19,1-10)

El dinero ayuda, sí. Muchos dicen eso para no descartar lo importante que es tener cubiertas las necesidades básicas. Ayuda, sin duda. Pero el dinero no genera felicidad en sí mismo. La felicidad llega por otros caminos.

No sé si has sentido alguna vez esa sed que te revuelve por dentro. Es la sed del corazón. Puedes tenerlo todo, puedes estar rodeado de buena gente, puedes tener un magnífico trabajo. Aún así no estás bien. Es la sed que brota de dentro, del rincón de uno que aspira a la eternidad.

Zaqueo tenía esa sed. Ese algo que le recordaba cada día, al levantarse, que, pese a su vida acomodada, le faltaba algo. Buscó a Jesús. Lo encontró. Y su corazón, al fin, pudo descansar.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Cuéntales que Jesús pasa (Lc 18, 35-43)

No es fácil para alguien que no ve, enterarse de lo que pasa a su alrededor. Es así. Cuando has perdido la capacidad de afrontar la realidad, cuando te sientes perdido, cuando la oscuridad es el horizonte que percibes… sólo oyes jaleo o silencio.

Por eso son importantes las voces que se acercan y te dicen: «Pasa Jesús». Ese Jesús al que nunca reconocerías. Ese Jesús al que nunca percibirías. Ese Jesús que va haciendo camino mientras tú estás ahí, quieto, en el arcén. Esas voces pueden cambiarte la vida. Porque te ponen en movimiento, porque te sacan de tu quietud, porque disparan tu deseo de volver a ver. Son personas que saben que Jesús puede curarte.

¿Tienes de esas personas alrededor? ¿Eres guardián de los que han perdido la vista?

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Importante sí, pero a su modo (Lc 9,46-50)

Ser importante parece ser un anhelo de muchas personas. Ser alguien destacado. Ser alguien que no pase desapercibido. Ser alguien que haga alguna aportación destacada. A mí me gustaría ser importante.

En los últimos años se ha producido una lucha interna en mi persona por la importancia anhelada y la pobreza encontrada. O al menos eso pensaba yo. El Evangelio de hoy viene a reafirmarlo: ¿quién es importante a los ojos de Dios? ¿Por qué anhelar la importancia frente a los hombres en lugar de la importancia ante el Padre?

Seré importante, seguro, pero no a mi modo, sino al suyo. Ya lo soy. Sólo tengo que darme cuenta de la vida tan extraordinaria que estoy viviendo.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Cautivo y agradecido (Tb 13,2.3-4.6)

Ser agradecido hasta en el propio cautiverio. Reconocer a Dios en la vida aún en los momentos en los que su mano parece no alcanzarte. Sentir su compasión y su fuerza, aún cuando las piernas flaquean y se encoge el corazón.

Es la experiencia de la persona que hoy nos regala el salmo. Es la experiencia humana de todos aquellos que no dejaron de confiar cuando las cosas eran propensas para ello.

Es la hora de la confianza. Es la hora del silencio. Es la hora de la espera esperanzada. Cautiverio con olor a flor.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Escuchar y hacer (Lc 8,19-21)

Creo que todos tenemos la experiencia de sabernos hermanos de alguien que no es hermano o hermana de sangre. Esas personas que se cruzan en tu vida en algún momento y con las que consigues un amor especial, una amistad especial. Personas a las que te une un algo inexplicable. Personas a la que llamarlas amigas se queda corto, y lo sabes.

Los que tenemos fe y seguimos a Jesús nos sabemos hermanos. Pero ¿nos reconocemos como tales? A veces uno diría que se nos olvida eso de la fraternidad y que gastamos más tiempo en lanzarnos chinitas que en querernos en nuestras diferencias de hermanos.

Es una fraternidad que nace en la Palabra de un mismo Padre, una Palabra que al ser escuchada provoca en nosotros movimiento. Y si no lo hace es que no hemos escuchado bien.

Sois muchos y muchas a las que considero hermanos. Sigamos empujando. Sigamos detrás del Señor. Sigamos alentándonos y sosteniéndonos. Y que nuestro amor hable del Amor.

Un abrazo fraterno – @scasanovam