Una misión que te lleva la vida (Mc 6,53-56)

A veces los días pesan mucho. Es como si la misión que uno tuviera encomendada se convirtiera en acero puro, y aquello que es la base de nuestra alegría se transformara por momentos en el origen de nuestra tristeza y nuestra pesadumbre.

El Evangelio de hoy nos relata una escena que, bien imaginada, agobia sólo leyéndola. Jesús y sus discípulos no conocen el descanso y, nada más pisar tierra, son «asaltados» por personas que buscan respuestas, que están heridas, que quieren algo más, que tienen sed, que necesitan de Él. No hay tregua. La necesidad es mayor que las propias energías.

Yo me veo en mi misión, en mi vida, y reconozco que muchas veces también estoy cansado. A veces opto por «esconderme» o «escaparme», que también es muy sano, pero los niños y sus familias siguen ahí. Seguir a Jesús es estar dispuesto a «gastarse» con Él. Tal vez asumir esto sea complicado. En el fondo, seguir a Jesús es entregarle tu vida, es desposeerte de ella y darla al que lo pide. En camino estamos…

Un abrazo fraterno – @scasanovam

El que se resista a creer… (Mc 16, 15-18)

Resistirse a creer no es no creer. El matiz de las palabras de Jesús es tan importante… Porque «resistirse» implica un acto de voluntad y además implica «ir a la contra», cerrar los ojos, sacar las defensas…

Y creer no es tan sólo decir «creo» sino escuchar y hacer la voluntad del Padre. Creer en Dios no es sólo creer en su existencia sino también creer en su Palabra, en sus promesas, en sus caminos…

Esta pequeña frase es un joya. Al menos a mí me da para pensar un tiempo… sobre mis resistencias y sobre mi fe…

Un abrazo fraterno – @scasanovam

El mayor de los pecados (Mc 3, 22-30)

Todos los pecados se perdonan. Todos. Eso dice Jesús. Excepto uno. Y curiosamente no es algo que podamos decir «que se hace», que es con lo que solemos identificar el pecado, con actos «malos», acciones «equivocadas». Va más allá. Blasfemar contra el Espíritu Santo. No sé muy bien cómo interpretar estas palabras pero a mí me suena a querer rechazar la vida que se me ha dado, el don que se me ha concedido.

El Espíritu es el dador de vida. Blasfemar contra Él sólo puede ser actuar desde mi propia voluntad en contra de esa vida que Él me insufla. No hay mayor pecado. Negarme a ser feliz. Negarme a ser amado. Negarme a ser perdonado. Negarme a ser yo.

Suena muy espiritual pero en la práctica, hay personas que deciden exactamente eso. Tal vez por eso, el mundo no acaba de enderezar el rumbo…

Un abrazo fraterno – @scasanovam

¡Gocemos al Señor! (Sal 39)

Alégrense y gocen contigo
todos los que te buscan

Puede decirse más alto pero no más claro. Alegrarse y gozar en el camino de búsqueda de Dios. Quién en el camino de la fe, en su vivencia de seguimiento de Jesús, no participa de esa alegría y de ese gozo, o se ha equivocado de camino o se ha equivocado de Dios.

Tal vez sea un mensaje que debamos recuperar cuando llegue la cuaresma y nos entre el frenesí de tristeza, sacrificio, tensión… Gocemos la vida. Gocemos los dones recibidos. Gocemos la vida en familia. Gocemos la vocación recibida. Gocemos la historia que Dios hace con nosotros. Gocemos cada curva del camino.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Fariseos de ayer y de hoy (Mc 3, 1-6)

Esos fariseos… todavía existen. A veces incluso vive el mío el resto de alguno. Yo intento darme cuenta y detectarlo a tiempo, pero a veces se me cuela. Se me cuela cuando con mi rigorismo y mi exigencia y mi formalismo, obstaculizo la acción del Señor; cuando estoy más pendiente de la «letra», de «lo que se debe», que de las personas implicadas en cada momento.

También detecto a muchos que están, ahora mismo, haciendo lo mismo con el Papa. Esperan al acecho, como lobos, esperando una metedura de pata, una palabra mal dicha, un gesto rompedor, un algo que rompa con lo de siempre… y entonces saltan a por su presa, hambrientos y sedientos de sangre. A estos se les cuela el demonio y no se dan ni cuenta, entre otras cosas porque ellos son sacerdotes o obispos o cardenales… y, claro, a ellos estas cosas no les pasan…

Un abrazo fraterno – @scasanovam

El perfume de la esperanza (Hb 6, 10-20)

Algunos dicen que el mundo está cada vez peor. Otros nos comentan que, estadísticamente, nunca ha estado mejor. El caso es que el color que lo envuelve todo, al menos así lo percibo yo, es fuerte, denso, oscuro, tristón. Como leía el otro día en el periódico, hay una auténtica crisis de estado ánimo; crisis que, seguramente, es consecuencia de otras crisis previas. A veces, como padre, pienso en el mundo que vivirán mis hijos y trago saliva…

Pero la palabra de hoy de Pablo a los Hebreros me anima ciertamente, porque me recuerda que es la esperanza la que me va a permitir no dejarme llevar por la desazón y tener mi confianza plena en el Señor. La esperanza que no es tragar con todo, mirar la realidad con ingenuo optimismo, ni descargar en Dios toda responsabilidad… La esperanza es más bien perfume, intuición, alimento perenne y seguro. Esperanza en la bondad del hombre, en la fuerza del Espíritu, en la promesa de Dios. Que así sea, amén.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

¿Fiesta o sacrificio? (Mc 2, 18-22)

Por si alguien tenía alguna duda, el Evangelio de hoy se las quita todas. Jesús trae algo nuevo y algo que nada tiene que ver con el cumplimiento de normas y ritos sino más bien con la apertura, la acogida y el seguimiento a su propia persona. Su manera de contarlo da a entender algo que muchos nunca han querido aceptar: la fiesta va por delante que el sacrificio.

¿Cómo vivimos nuestra fe? ¿Qué tipo de seguidores somos? ¿Fiesta o sacrificio? ¿Alegría o pesadumbre? ¿Libertad o carga?

A ver si sin darnos cuenta, somos más fariseos que cristianos…

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Habla, que tu siervo escucha (Sal 39)

Como seguimos dándole vueltas al bautismo de Jesús y a Juan y compañía… hoy se me han ido los ojos, los oídos, la mente y el corazón, al precioso salmo que se nos proclama. Es uno de esos salmos de cabecera, a mí entender, porque dice cosas tan importantes…

  • Actitud fundamental en un creyente: esperar y confiar en el Señor.
  • Dios siempre escucha mi plegaria.
  • Mi fe, como el amor, se hace nueva cada día. El Señor me ayuda a renacer en Él.
  • Y algo muy relevante: creer en Dios, seguir a Jesús, NO ENTIENDE DE SACRIFICIOS, NI OFRENDAS, NI HOLOCAUSTOS… La fe, si es verdadera, nunca es una renuncia, una privación, un esfuerzo… El cielo no se gana. El Reino se acoge.
  • Dios sólo me pide estar dispuesto a escuchar su voluntad y llevarla a cabo.
  • Todos estamos llamados a ser profetas en medio del mundo, a proclamar aquello que el Señor nos ha revelado.

¡No me digas que no es un buen roadmap de vida cristiana! Ojalá en este comienzo de año, escuchemos y pongamos en práctica. No sólo convenceremos más sino que seremos más felices.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

La llamada del Señor es siempre un drama de amor

«Sígueme» me dijo Jesús y aquí estoy, en Salamanca, aprendiendo a ser maestro y empezando a comprobar en primera persona lo que esto supone.

Ayer por la noche vi «Los chicos del coro» con los niños y con mi mujer. Una vez más, me removió. Pasé horas emocionado, lleno de fuego, con los ojos húmedos.

Educar. Reconozco mi vocación, mi «sígueme» particular. La vivo con urgencia y con pasión. ¿Novato? Es la urgencia de una mirada buena que lo cambie todo, la urgencia de una palabra adecuada, de un gesto, de una manera de enseñar. Es la urgencia de gritarte que el mundo te espera, que estás lleno de valor y tesoros, que tu vida es un milagro, que el mundo vale la pena.

No sé educar sin vaciarme. Y el que se vacía… ¿Con qué se queda? ¿Es este el sino del educador? ¿Quedarse con nada para conseguirlo todo? La llamada a ser pequeño, muy pequeño. La llamada a agacharme para mirar de frente unos ojos que, tantas veces, nunca han visto el horizonte. La llamada a desterrar éxitos, famas, reconocimientos y autoridades. La llamada a ser un simple y sencillo maestro de escuela…

La llamada del Señor siempre nos lleva a la plenitud de nuestras vidas pero nunca está exenta de cruz, de renuncia, de sufrimiento. Yo estoy empezando a digerir todo esto…

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Papá, háblame de Dios en tu vida (Sal 77)

Una de las tareas que los padres creyentes tenemos por delante: la transmisión de la fe a nuestros hijos. Así lo dice, de manera muy bella, el salmo de hoy:

Que surjan y lo cuenten a sus hijos,
para que pongan en Dios su confianza
y no olviden las acciones de Dios,
sino que guarden sus mandamientos.

No se trata sólo de enseñar los mandamientos, la doctrina, ni tampoco únicamente de llevarlos a las celebraciones religiosas o contarles historias de Jesús. Todo eso es, sin duda, necesario. Pero creo que el salmo nos sugiere algo más: contar la acción de Dios en nuestras vidas para que nuestros hijos le reconozcan ya en su propia historia y sepan, como nosotros, ponerlo en el centro de sus vidas, confiar en Él y dejarse querer por Él.

Es la experiencia de Dios de los padres la que es imprescindible para los hijos, una lectura de la realidad creyente… ¡Pongámonos a ello! ¡Y empecemos a contar!

Un abrazo fraterno – @scasanovam