Es de necios (1ª Corintios 1, 17-25)

«Necedad» es la palabra centro del fragmento de la carta a Corintios de hoy. «Necedad» viene de «necio» y según la RAE ser un necio es:

necio, cia.
(Del lat. nescĭus).
1. adj. Ignorante y que no sabe lo que podía o debía saber. U. t. c. s.
2. adj. Imprudente o falto de razón. U. t. c. s.
3. adj. Terco y porfiado en lo que hace o dice. U. t. c. s.
4. adj. Dicho de una cosa: Ejecutada con ignorancia, imprudencia o presunción.

Vamos, que a los ojos del mundo, los cristianitos somos, como mínimo, eso. Por eso me sorprende cuando nos ponemos dignos exigiendo ser reconocidos, respetadísimos, valoradísimos… Tal vez es que no leímos este pasaje de Pablo suficientemente. ¡Tenemos que asumirlo! ¡De una vez! ¡Que somos los tontos del mundo! Pero… ahí radica nuestra fuerza, ahí nuestra sabiduría: en esa cruz sin sentido, en ese Jesús-cordero llevado al matadero sin levantar la voz, en ese amor sin límites para todo el que lo quiera…

Despertemos del sueño. Esto de seguir a Jesús es de necios… no nos queramos hacer los listos.

Un abrazo fraterno

Él es fiel (1ª Corintios 1, 1-9)

Suena de fondo, en mi oración de la mañana, el «Nada te turbe» en la preciosa versión de Taizé. Y, sinceramente, para mi es como una medicina, un trago de agua, un rayo de sol en la fría mañana, una mano amiga, una caricia al corazón… Y creo que «pega» muy bien con el pasaje que hoy nos trae la primera lectura de Corintios.

Pablo dice: «Él es fiel«. Teresa dice: «Dios no se muda«. Unidad en la idea. Unidad en el mensaje de hoy.

En tiempos de oscuridad y dificultad, tenemos que buscar dónde nuestra esperanza y nuestra fuerza pueden permanecer firmes. Nos zarandean, nos golpean, nos acosan, nos rodean… experimentamos necesidad, dolor, confusión… Sufrimos injusticias y, muchas veces, no entendemos nada de nada. ¡Sintonicemos! ¡Movamos la ruedecita del dial! Busquemos la emisora de Dios. Él emite las 24 horas. No se cansa. No se va. No descansa. No cambia de frecuencia.

«Quien a Dios tiene, nada le falta»… Para mi, sin duda, es ésta una certeza poderosísima, el arma con el que enfrentar la batalla y… vencer.

Un abrazo fraterno

No les tengas miedo (Jeremías 1, 17-19)

Hoy celebramos el Martirio de S. Juan Bautista y me acuerdo, por extensión, de tantos mártires que, valientemente, dieron su vida por proclamar su fe, por ser profetas de su tiempo, por ser la voz de la justicia en un entorno loco y despiadado.

Y recibo esta palabra de hoy con tremenda emoción:

«Yo te convierto hoy en plaza fuerte, en columna de hierro, en muralla de bronce, frente a todo el país: frente a los reyes y príncipes de Judá, frente a los sacerdotes y la gente del campo. Lucharán contra ti, pero no te podrán, porque yo estoy contigo para librarte.» Oráculo del Señor.»

Vivimos un tiempo necesitado de profetas que denuncien, de profetas que llamen a la conversión, de profetas que sanen, que profetas que acojan, de profetas que, en definitiva, traigan la voz de Dios a las personas. Hoy me siento exhortado a ello. Animado. Hoy siento que no llega con lo que veníamos haciendo hasta ahora… hoy el Señor me pide algo más.

Un abrazo fraterno

¡Hipócritas! ¡Ciegos! (Mateo 23, 23-26)

Leerlo es duro. Ver la escena de la película de Zeffirelli, da una idea mayor de la dureza de Jesús y de su virulencia ante la manipulación que los guías de Israel llevaban a cabo sobre el pueblo.

Reconozco que me apasiona y me emociona ver a este Jesús «cabreado», cansado, asqueado, indignado con tanta farsa… Un Jesús que ya no se puede callar más la infidelidad de esos guías con el corazón de la Ley: justicia, misericordia y fe. A mi me cuesta mucho enfadarme e indignarme. Tal vez por eso se me gusta tanto este episodio. Me encantaría ser así alguna que otra vez.

Por otro lado, también me siento de «los otros». Es una clara advertencia a la Iglesia, a sus pastores y a todos aquellos que intentamos vivir el Evangelio. Más importante que la letra de la ley es su corazón. Hay cosas fundamentales y otras que no son, ni siquiera, importantes. Jesús lo tiene claro. Él ama, sobre todo, ante todo. A todos. A todos les abre la puerta. Por todos sufre. A todos se da. A todos invita. A ninguno juzga excepto a aquellos que se han otorgado tal derecho… A eso estoy llamado yo también.

Un abrazo fraterno

 

Vuestra fe, vuestro amor

Las palabras de Pablo a la comunidad de Tesalónica nos dan una pista magnífica para todos aquellos que vivimos en comunidad, que aspiramos a crear una Fraternidad fuerte y vigorosa.

«Vuestra fe crece… y vuestro amor…» les dice Pablo. Dos pilares nucleares sin los cuales nada funciona, sin los cuales la comunidad está huérfana de su centro. La fe y el amor. Pero el matiz de Pablo es tremendamente importante: Pablo no ensalza que la comunidad de los tesalonicenses tenga fe y amor… ¡sino que su fe y su amor CRECEN! La fe y el amor, en una comunidad viva, son seres vivos que deben crecer.

A veces las comunidades, las instituciones, los grupos… nos estancamos. Perdemos ese aroma libre y radical del Evangelio. Tal vez sea por ésto. Tal vez algún día tuvimos fe y tuvimos amor. Tal vez sigamos teniéndolos… Tal vez, seguramente, se hayan quedado chatos en el paso de los años.

Un abrazo fraterno

El Señor está cerca de los atribulados (Salmo 33)

Es precioso este salmo 33. Reafirma la justicia del Señor. Un Señor que hará caer a los malvados y a los que, con su poder, han oprimido a sus hermanos- Un Señor que escucha el grito y el sollozo de los que sufren, que se pone de su lado y que no les deja caer, que los sostiene con su amor.

Viene a mi mente la palabra del Evangelio: «Buscad el Reino y lo demás se os dará por añadidura». Pues eso.

Yo me pongo en sus manos y encomiendo a mi familia a su protección. Nuestra labor es obrar bien y confiar en su justicia. Su amor es eterno e incondicional.

Un abrazo fraterno

Vosotros seréis mi pueblo… sí, vosotros…

Os recogeré…
os reuniré… 
os llevaré…
Derramaré…
os purificaré…
Os daré…
os infundiré…
arrancaré…
haré…
Habitaréis…

Una tierra nueva, un agua pura, un corazón nuevo, un espíritu nuevo, un corazón de carne, su mismo espíritu…

Tremenda generosidad la de Dios con nosotros. Tremenda generosidad. Tremendo derroche de amor, cada día, cada minuto… ¿Nos hemos enterado de verdad? Pero… ¿de verdad que nos hemos enterado? Yo creo que no…

VOSOTROS SOIS MI PUEBLO Y YO VUESTRO DIOS, DICE EL SEÑOR

¡Pastores! (Ezequiel 34, 1-11)

Tremendamente dura la primera lectura de hoy. El profeta Ezequiel, dando voz al Señor, carga contra los pastores que han dejado de pastorear y que han dejado a sus ovejas a expensas de las fieras y de sus desgracias.

Hoy pongo en la oración, delante del Señor, al Papa, cardenales, obispos, presbíteros, párrocos, catequistas… pastores con diferentes grados de responsabilidad. Fueron elegidos por el Señor para cuidar al rebaño encomendado, para conocer a sus ovejas, quererlas, cuidarlas, sanarlas, guiarlas… Que el Señor les dé luz y sabiduría para realizar esta misión.

Como en todo grupo humano, hay personas que realizan su misión bien y otras mal. No soy yo quién para juzgar. Dios pedirá cuentas. Pero la responsabilidad de algunos es elevada. Más allá de posicionamientos políticos y de intereses económicos o institucionales; más alla de una imagen exterior y del prestigio; más allá del poder… están las personas, el pueblo de Dios, cada hombre y mujer con nombre y apellidos. Hoy más que nunca, necesitamos pastores que sean Cristo en medio del rebaño, que se impliquen, que sean valientes, profetas, audaces, cercanos y accesibles, sencillos… que amen mucho y se preocupen con amor de madre de las almas que les han sido encomendadas.

Amén.

Un abrazo fraterno

Los últimos y los primeros (Mateo 19, 23-30)

Cada vez que leo este pasaje del Evangelio me viene a la mente un trocito de Paulo Coelho en su libro «Manual del Guerrero de la Luz»:

Un grupo muy grande de personas está en medio de la carretera, impidiendo cruzar el camino que lleva al Paraíso.
El puritano pregunta:
– ¿Por qué los pecadores?
Y el moralista clama:
– ¡La prostituta quiere tomar parte en el banquete!
Grita el guardián de los valores sociales:
– ¡Cómo perdonar a la mujer adúltera, si ella pecó!
El penitente rasga sus ropas:
– ¿Por  qué curar a un ciego que sólo  piensa en su enfermedad y ni siquiera lo agradece?
Se subleva el asceta:
– ¿Cómo dejas que la mujer derrame en tus cabellos una esencia tan cara? ¿Por qué no venderla y comprar comida?

Sonriendo, Jesús aguanta la puerta abierta. Y los guerreros de la luz entran, independientemente de la gritería histérica.

Hoy los últimos siguen siendo los niños, los pobres, los enfermos, los ancianos… los que han querido ser libres, los que se han abajado y han vivido cerca de los últimos haciéndose como ellos… los que sufren moralmente, psíquicamente… los que han dejado…

Jesús habla de «dejar», de «dejar por Él»… de ser como aquellos apóstoles que lo dejaron todo y lo siguieron; como María Magdalena, que una vez lo conoce ya no tiene otro amor…

Es el juego del revés: EL ÚLTIMO ¡GANA!