Sto. Tomás Moro
«Nada puede pasarme que Dios no quiera. Y todo lo que Él quiere, por muy malo que nos parezca, es, en realidad, lo mejor.»
Estas fueron las palabras que Tomás Moro le dijo a su hija Margarita poco antes de ser ajusticiado. Palabras que se me han quedado grabadas desde la primera vez que las lei en el Catecismo de la Iglesia (el naranja… pequeñito…).
Hoy quiero dedicar la entrada a Tomás Moro porque es el patrono de gobernantes y políticos y, en los tiempos que corren, necesitamos de su intercesión más que nunca; de su intercesión y de su ejemplo. Además me siento muy identificado con él en muchas cosas. Aquí podéis conocer algo de su vida: http://www.franciscanos.org/osservatore/tomasmoro.html
Tomás era laico, marido y padre.
«Sintiéndose llamado al matrimonio, a la vida familiar y al compromiso laical, se casó en 1505 con Juana Colt, de la cual tuvo cuatro hijos. Juana murió en 1511 y Tomás se casó en segundas nupcias con Alicia Middleton, viuda con una hija. Fue durante toda su vida un marido y un padre cariñoso y fiel, profundamente comprometido en la educación religiosa, moral e intelectual de sus hijos. Su casa acogía yernos, nueras y nietos y estaba abierta a muchos jóvenes amigos en busca de la verdad o de la propia vocación. La vida de familia le permitía, además, largo tiempo para la oración común y la lectio divina, así como para sanas formas de recreo hogareño.»
«Estimado por todos por su indefectible integridad moral, su agudeza de ingenio, su carácter alegre y simpático y su erudición extraordinaria, en 1529, en un momento de crisis política y económica del país, el rey le nombró canciller del Reino. Tomás, primer laico en ocupar este cargo, afrontó un período extremadamente difícil, esforzándose en servir al rey y al país. Fiel a sus principios, trató de promover la justicia e impedir el influjo nocivo de quienes buscaban sus propios intereses en detrimento de los débiles.»
Murió ajusticiado por ser fiel a sus principios, por servir a Dios antes que al Rey.
Que su figura sea referente para los políticos de hoy y para nuestros gobernantes y estímulo para todos aquellos que soñamos con poder servir a Dios y a la ciudadanía fieles a nuestros valores.
Un abrazo fraterno