Amarás… (Marcos 12, 28b-34)
«… más que holocaustos y sacrificios»…
Sin desterrar el valor que pueden tener los sacrificios, el mandato de Jesús es claro y muestra, a la vez, cuáles son los «gustos» de nuestro Dios. AMARÁS. Ese es el mandato que se nos da. Amar a Dios sobre todas las cosas, amar al prójimo y amarse a uno mismo. Tres vertientes unidas e inseparables que se retroalimentan una a otra. Tienen que darse las tres y sin una de ellas, las otras no existen. Es una ecuación matemática peculiarísima. Es el todo o nada de Dios.
Dios quiere que amemos. Sabe que el amor es el único camino para ser feliz, el único capaz de cambiar las cosas, el único capaz de mantenernos en pie en esta vida que nos toca vivir. Madre Teresa de Calculta decía que se nos medirá por el amor y por nada más. Amor de verdad. Amor que es capaz de dar la vida, amor que pone a Dios en el centro de la existencia, amor disponible, amor comprensivo, amor comprometido, amor fiel, amor perseverante, amor alegre, amor que llama al amor…
Nuestro Dios no es de los que aprecien en demasía las piedras en los zapatos. Dios nos quiere ligeros para amar, con la cabeza alta y el corazón dispuesto. Dios nos llama, una vez más, por la puerta estrecha… la puerta del amor. Uno nunca sabe adónde puede llegar si la atraviesa…
Un abrazo fraterno