¿Qué es eso para tantos? (Juan 6,1-15)

¿¿Y yo? ¿Qué soy yo, pobre de mi, para tantos hambrientos del mundo? ¿Qué puedo yo con tanta necesidad? ¿Qué valgo yo, con mis miserias, mis defectos, mis enredos…? ¿Qué es esto para tantos?

Pero Jesús, sin dejarme terminar, me cogió entre sus manos y me repartió a los presentes. Y todos se saciaron…

Soy poco por mi mismo. Grande en las manos de Jesús. Con capacidad limitada para cambiar nada por mi mismo. Capaz de devolver vista a los ciegos, el oído a los sordos, el habla a los mudos… en las manos de Jesús. Con defectos y carencias pero TREMENDAMENTE AMADO por el Padre.

Me di y se obró el milagro.

Un abrazo fraterno

A Dios antes que a los hombres (Hechos 5,27-33)

No es fácil ser ciudadano y católico en los tiempos que corren. Yo me siento confuso ante una situación económica en un mundo concreto y nada fácil de cambiar y, por otro lado, el Evangelio y las personas.

Hoy la Palabra es muy clara: antes hay que ser fiel a Dios que a los hombres, a los partidos políticos, a instancias diversas… Lo injusto hay que lucharlo y denunciarlo. Hay que tomar acciones que rezumen Evangelio pero hay que hacerle empezando por las paredes de la casa de uno.

Y si hay que levantarse contra aquella que va contra los débiles, contra los necesitados, contra las personas… levantarse sí, al estilo de Jesús.

Un abrazo fraterno

La luz vino al mundo (Juan 3,16-21)

Quien ha estado en París lo sabe. Pocas cosas hay tan hermosas en el mundo como la Torre Eiffel en la noche parisién. Es una luz preciosa, cálida, que te lleva al mismo cielo, que ilumina la oscuridad de la noche y que te permite ver la vida desde otros parámetros.

¿No es Jesús igual?

Dios los miraba a todos con mucho agrado (Hechos 4,32-37)

Leo el relato de la lectura de Hechos de hoy a la par que suena el «Revolution» de los Beatles. ¿Casualidad? Seguro. Aún así es una casualidad que viene muy bien en mi oración de hoy. La manera de vivir de aquellos seguidores de Jesús tras su muerte era una auténtica revolución y, hoy, sigue siéndolo. Fraternidad, compartir vida, comunidad de bienes… Auténticas comunidades donde todos se sentían y se sabían hermanos, donde todos tenían claro que todo era de todos, donde todos se amaban de aquella menara que Jesús les había propuesto en la Última Cena.

Yo experimento eso en mi comunidad. Yo lo vivo. ¡Es posible! Y mi sueño es poder exportarlo al barrio, al lugar donde vivo, a la sociedad… No es un sueño utópico, no es una quimera, no es una ilusión. ¡Es posible!

Luz y guía, Señor. Luz y guía para saber cómo ayudar, cómo cambiar, cómo amar.

Un abrazo fraterno

Oyes su ruido (Juan 3,1-8)

Es verdad. Intento intuir por dónde sopla el Espíritu y adónde me lleva. Y es muy complicado. Y está falto de certezas. Pocas cosas seguras y muchas «dudas». Miedo, también. Miedo a equivocarme. Miedo a fallar. Miedo a perder. Miedo a romper. Miedo a dejar. Pero la intuición de la llamada es fuerte.

Huele a Pascua. Pero el Espíritu aún debe revelarse y quitarnos de un plumazo todas nuestras inquietudes para dejarnos sólo con el amor del padre y la confianza de que Él está siempre con nosotros.

Un abrazo fraterno

No sabían que era Jesús (Juan 21,1-14)

Leo hoy el relato del Evangelio y me llama la atención del pasaje cómo los discípulos son incapaces de conocer a Jesús al principio. Ellos, que habían vivido a su lado, no son capaces de descubrir que Jesús es quien se presenta ante ellos y les ayuda a pescar. Sólo después de pescar en abundacia, algunos empiezan a preguntarse si aquel hombre podría ser el mismo Jesús.

Creo que en la vida nos pasa muchas veces lo mismo. Dios está a nuestro lado y suceden ciertos acontecimientos gracias a Él… y no somos capaces de encontrarle. No sé qué no esperamos. ¿Qué se esperarían que pasara si el Señor volvía? Pues nada. Simplemente hay que estar abiertos, dispuestos, pródigos en acciones… y tener el radar en marcha para ver si Dios se pasa. Normalmente lo hace. Yo cuando miro hacia atrás en mi vida, lo descubro, siempre, presente.

Un abrazo fraterno

Lo coronaste de gloria y dignidad (Salmo 8)

Hoy no he leído la Palabra. He hecho mi oración con este vídeo, sumido en las lágrimas emocionadas de sentir a Dios cerca, presente en cada verso, en cada rima, en cada tono de Alterio.

Hoy mi oración es para ti. Una acción de gracias, emocionada. Porque eres bella, porque tienes gracia ante Dios. Porque eres una de sus obras perfectas.

Por eso hoy esta oración. Porque estamos en Pascua. Porque es hermosura pura. Porque nos ha coronado de tal gloria y tal dignidad… que somos capaces de escribir poemas como estos, leerlos de esta manera sublime y llorar con ellos, como yo, como tú.

Un abrazo fraterno

Te doy lo que tengo (Hechos 3,1-10)

 «No tengo plata ni oro, te doy lo que tengo:
en nombre de Jesucristo Nazareno, echa a andar.»

Podríamos escribir un post con cada una de las partes de la frase de Pedro al lisiado. Es brutal.

Que «no tengo plata ni oro» es evidente. En algo coincidimos Pedro y yo, aparte de ser seguidores de Jesús y un buen par de cabezones. Somos gente sencilla, sin fortunas ni posesiones. Eso nos permite ofrecer otra serie de cosas. Los que se acercan a mi casa o a mi, personalmente, sé que no vienen buscando dinero ni seguridades materiales. Yo puedo ofrecer algo distinto a lo que el mundo nos tiene acostumbrado. Es más: tengo mucho que ofrecer.

Y lo doy. «Te doy lo que tengo«, dice Pedro. No tengo mucho y lo que tengo te lo doy. A ti. Al que lo necesite. Al que haga mejor uso de ello. Me vacío. Eso me pide el Señor. No me pide ser cuidadoso con mis dones, medido, rata, avaro… Estoy llamado a dar lo que tengo, lo que soy. Eso procuro. Y me trae problemas: de tiempo, de cansancio, de conciliación, de…

Pero ojo, no lo doy para sentirme yo mejor. No entrego lo que tengo porque yo sea muy bueno y me encante ir salvando vidas por el mundo. Aunque a veces peco de algo de vanidad y necesite mi dosis de refuerzos positivos, yo debo desaparecer y dar todo el protagonismo a Jesús. Es Él quién mi empuja, quien me sostiene. Debe ser Él por quien lo hago todo, por quien vivo y muero. Si no es así… ¿qué etsoy haciendo entonces? ¿Para quién? ¿Por qué? Él me ha dado una tarea para que la realice «en nombre de Jesús Nazareno«. No puedo fallar.

Si doy garantías de cumplir todo lo anterior, tal vez tenga que asumir que estoy llamado a desatar cadenas, a devolver la vista a los ciegos y el oído a los sordos, a poner a andar a los lisiados y paralíticos… Eso me pide el señor. Que libere de esclavitudes en sus nombre, que sea su mano en la tierra, que ame mucho y que ayude a otros a ser más felices. «Echa a andar«. Esto que te digo, que te cuento, que vivo contigo… es para que andes, para que cambies, para que despiertes, para que te alegres, para que vivas…

Buf. Demasiado para un solo día. ¡Buenas noches!

Un abrazo fraterno

He visto al Señor (Juan 20,11-18)

El mandato de Jesús Resucitado es claro: «ve a mis hermanos y diles…». María no lo duda y obedece el mandato. María es llamada por el Señor a ser testigo de la alegría de la Resurrección. Ella ha visto al Señor y tiene que ir a aquellos más cercanos para que ellos también compartan esa alegría.

Yo he visto al Señor también. En momentos concretos he notado su mano, a lo largo de mi vida he notado su mirada y su cariño. En mis dones percibo parte de esa Vida que Él me ha regalado. Y no puedo guardarlo en mi cartera. También tengo hermanos a quienes debo hacer partícipes de esto. Lo intento. Tal vez no se trata de ir llamando a las puertas de extraños sino más bien de hablar con claridad y franqueza y testimoniar desde la verdad con aquellos que se sitúan en círculos próximos. Es a los cercanos a los que me pide el Señor que vaya… aún a costa del riesgo del rechazo doloroso.

Un abrazo fraterno

Alegraos (Mateo 28,8-15)

El tiempo de Pascua es tiempo de alegría. Así nos lo dice el Señor. Si realmente hemos tenido la experiencia de encuentro con Jesús Resucitado no cabe en nosotros un pesimismo y una tristeza vital permanentes. El Señor nos llama a estar alegres y a anunciar la Buena Noticia. ¿Se puede anunciar sin alegría?

Esta noche pude disfrutar de una bonita cena en casa con tres personas valiosas y cercanas, por unos motivos u otros. Aprovechando que Dani Pajuelo (@smdani) estaba en Madrid y antes de que se fuera a Roma el miércoles, decidimos propiciar el encuentro con Jota Llorente (@jotallorente) y José Fernando Juan (@josefer_juan). Fue un gusto compartir experiencias, vida, conocimientos y opiniones con ellos.

Un gusto pascual este primer día pese a los muchos mocos que han venido a visitarme. Mañana más.

Un abrazo fraterno