¡¡PASCUA DE RESURRECCIÓN!!
Hemos llegado a casa después de compartir unos días muy intensos con los jóvenes caminanderos de escolapios en Valladolid. Llegamos exhaustos pero tremendamente felices por la decisión tomada. Familiarmente ha sido una bendición poder compartir esta Semana Santa de esta manera.
La Vigilia de ayer fue alegre, bella y plena. Olor a flores y luna llena en una noche inestable que dejaba atrás la oscuridad y la lluvia delos pasados días para traernos el sol de Pascua de esta mañana.
Jesús vive. Hoy. Aquí. En mi. En mi familia. En mi comunidad. En la Escuela Pía. En los jóvenes. En los que claman y gritan. En los pobres y olvidados. En los enfermos. En los niños. En la Iglesia.
Os dejo la lectura que lei ayer en la Vigilia y que, sin duda, me llegó más al hacerla mía.
Así habla el Señor: ¡Vengan a tomar agua, todos los sedientos,
y el que no tenga dinero, venga también!
Coman gratuitamente su ración de trigo, y sin pagar, tomen vino y leche.
¿Por qué gastan dinero en algo que no alimenta
y sus ganancias, en algo que no sacia?
Háganme caso, y comerán buena comida,
se deleitarán con sabrosos manjares.
Presten atención y vengan a mí, escuchen bien y vivirán.
Yo haré con ustedes una alianza eterna,
obra de mi inquebrantable amor a David.
Yo lo he puesto como testigo para los pueblos,
jefe y soberano de naciones.
Tú llamarás a una nación que no conocías,
y una nación que no te conocía correrá hacia ti,
a causa del Señor, tu Dios, y por el Santo de Israel, que te glorifica.
¡Busquen al Señor mientras se deja encontrar, llámenlo mientras está cerca! Que el malvado abandone su camino
y el hombre perverso, sus pensamientos;
que vuelva al Señor, y Él le tendrá compasión,
a nuestro Dios, que es generoso en perdonar.
Porque los pensamientos de ustedes no son los míos,
ni los caminos de ustedes son mis caminos -oráculo del Señor-.
Como el cielo se alza por encima de la tierra,
así sobrepasan mis caminos y mis pensamientos
a los caminos y a los pensamientos de ustedes.
Así como la lluvia y la nieve descienden del cielo
y no vuelven a él sin haber empapado la tierra,
sin haberla fecundado y hecho germinar,
para que dé la semilla al sembrador y el pan al que come,
así sucede con la palabra que sale de mi boca:
ella no vuelve a mí estéril, sino que realiza todo lo que Yo quiero
y cumple la misión que Yo le encomendé.