La embriaguez y las preocupaciones (Lucas 21, 34-36)

Curiosamente sabio el Evangelio de hoy, previo a la entrada en el Adviento. Habla de los peligros que pueden entubiar nuestra mente y distraernos de lo importante. Y habla, además de los vicios, de la embriaguez y las preocupaciones. Son dos maneras de afrontar el día a día y cualquiera de ellas no sirve: nos aleja, nos turba, nos distrae…

Hay quien vive como si le hubieran dado un chute de algo y pasa por el mundo pensando que todo son flores y ipods y cañas y fiestas y rosas y bienestar y posibilidades y alegría y amor hippie a raudales. Rehúyen el sufrimiento, las dificultades, los compromisos… no ven a los pobres de las aceras y las puertas de las iglesias y desconocen lo mal que se pasa cuando se ama de verdad-

Otros se piensan que preocupándose mucho lo tienen todo más controlado o, al menos, se lo toman más en serio que el resto. Sufren por lo que pueda pasar, por el trabajo que puedan perder, por la enfermedad de su madre anciana, por los catarros de sus hijos, por si lloverá mañana y habrá atasco, por si en el trabajo hay mucho que hacer… Preocupaciones que aprietan, que pesan, que atan, que impiden caminar liviano y ligero y te nublan a Dios.

¡Qué importante es estar alerta! Yo me tomo esta actitud como algo positivo. No es estar alerta por si pasa algo, por si caen piedras sobre mi cabeza o el día del Juicio Final me pilla con mil pecados sin confesar. Me lo tomo como tener activados mis sensores personales para que me avisen cuando me desenfoque, cuando esté empezando a perder altura, cuando pierda rumbo, cuando esté cambiando el destino de mi viaje. El sistema de alerta es imprescindible… para todo. Evita daños que pueden ser irreversibles.

Un abrazo fraterno

25 de noviembre

Hoy es un día muy especial. Hoy Juan, el tercero de mis hijos, cumple un año. Hace 365 días Esther entraba de mi mano a una de las habitaciones de la Clínica del Rosario en Madrid. Juan nacería por cesárea de manos del doctor Martín Caballero. Recuerdo la espera a la puerta de quirófanos y también recuerdo el momento en el que me llamaron. Juan acababa de llegar al mundo. Curiosamente también recuerdo la primera visita de rigor al ginecólogo tras conocer el embarazo y la emoción traducida en lágrimas al escuchar el latido del corazón de Juan haciéndose paso en el seno de Esther. Era la tercera vez que pasaba por esa experiencia pero es tan indescriptible… Recuerdo una de las visitas a la que llevamos a Álvaro y a Inés a ver a su pequeño hermano en aquella tele del doctor…

La vida siempre es un regalo. Un año después, lleno de complicaciones y con la vida bastante más liada, no puedo más que dar gracias a Dios por mi familia, por el pequeño Juan, por el amor de Esther y por los dos grandes hermanos mayores que tiene. Es todo un tesoro en plena crisis económica. Es también una responsabilidad y una fuente de alegrías y de mucho sufrimiento. El que ama, sufre. Mucho. Y por los hijos más.

Mi vida es ya inconcebible sin Álvaro sin Inés y sin Juan. Cada uno distinto. Cada uno genial y único. Cada uno hijo y proyecto de Dios. Tres préstamos que el Señor me ha dado en gracia y que junto a Esther intentamos disfrutar, educar, formar, amar…

Y poder celebrar esto el día en el que todos los colegios de la Escuela Pía celebran el día del Fundador es algo muy especial. Calasanz es parte de mi, me articula interiormente. Mi historia empezó con 6 años y con la apuesta misteriosa de mis padres por el Colegio Calasanz de A Coruña. En en el cole conocí a mis mejores amigos. Me enseñaron piedad y letras, las primeras canciones al Señor, las primeras destrezas como persona. En el cole conocí a grandísimos profesores que me modelaron para ser hoy quien soy. Conocí el significado del esfuerzo, del trabajo, del compañerismo, de la diversión, de la amistad, de la entrega de los escolapios religiosos… Recuerdo al P. Cano y al P. Eduardo. Y al P. Alfonso que me dio la Primera Comunión. Recuerdo al P. Severino y al P. Basilio. Al P. Pedro y al P. Arturo. Al P. Antonino y al P. Ángel Lora. Recuerdo al P. Manolo y al P. José… En el cole conocí lo que era enamorarse y cómo sabía el primer beso. El el cole me aventuré junto a Sátur y Elena en el grupo de Tiempo Libre e hice mi primer Camino de Santiago… En el cole supe que nunca iba ya a abandonar a Calasanz. Conocí luego Cercedilla, Amanecer, Caminando… las Pascuas, la pastoral, las comunidades… Ahí conocí a Esther y a Felipe y a Stella y a Pili y … y … y … y… Y ahí seguimos. Con la barba más blanca, más gordo y más calvo. Y más feliz. Y más maduro. Y más inteligente. Y más útil. Y más humilde. Y menos arrogante. Mejor.

Este post está cargado de emoción. Porque el día se lo merece. Calasanz lo merece. Y Juan. Y Álvaro. E Inés. Y Esther. Y yo. Y Tú.

Un abrazo fraterno

Tres veces al día hace oración (Daniel 6, 12-28)

Me impacta la fuerza de la oración en el profeta Daniel. Un hombre que se salta la legislación vigente posiblemente, así debemos suponerlo, porque consideraba que esos ratos de oración eran la fuerza de su día, la clave de su existencia y de su labor profética.

Y lo de los leones no deja de ser una imagen tremendamente descriptiva de qué sucede en la vida cuando vienen problemas terribles. Daniel es un hombre interior, construido por dentro, con una fe sólida y una fuerte confianza en Dios. Su experiencia es testimonio ante el Rey, al que convierte. Precioso relato.

¿Y yo? ¿Soy un hombre de oración? ¿Cultivo mi interioridad? ¿Trato con Dios frecuentemente?

Un abrazo fraternno

Sol y luna, bendigan al Señor (Daniel 3)

Este canto de Daniel me traslada inexorablemente a un lugar: el pequeño oratorio de la casa de los Escolapios en Cercedilla, el Miradero Calasanz. Recuerdo con añoranza aquellas colonias de verano en las que asistí como monitor y recuerdo que la oración de la mañana de los monitores era uno de los momentos más bonitos del día. Rezábamos juntos laudes y aquella era una de las claves más importantes para que todo saliera bien después y para que el ambiente del equipo de monitores fuera óptimo.

Además, no me digáis que no es bonito el canto de Daniel… ¡Oh!

Un abrazo fraterno

Cuídense de que nadie los engañe (Lucas 21, 5-11)

¿Cómo se cuida uno de que nadie le engañe? Entiendo que trabajando para tener la capacidad suficiente de darse cuenta de que algo es un engaño, que no es verdadero. ¿Y cómo trabaja uno eso? Formándose y viviendo.

Formándose. Creciendo uno mismo. Conociéndose uno mejor. Conociendo mejor al prójimo. Leyendo y escuchando. Creciendo en conocimientos bíblicos y eclesiales, teológicos, antropológicos y litúrgicos. Conociendo otras religiones y sus manifestaciones, su espiritualidad. Conicneod el mundo y estando al día de la sociedad en la que vivo.

Viviendo. Orando. Experimentando lo que Jesús nos propuso: amando al prójimo, dando tiempo por el otro, viviendo austeramente, compartiendo vida, saliendo al encuentro de Jesús en cada persona que se me cruce por el camino…

Hay que cuidarse…

Un abrazo fraterno

Ha dado todo (Lucas 21, 1-4)

El Evangelio de hoy nos aporta un matiz en nuestro ser cristiano y seguidor de Jesús que no debería haber pasado inadvertido pero que, por si acaso, nos lo recuerda el mismo Jesús. Dar es importante. Dar dinero, dar tiempo, dar posibilidades, dar cariño… Dar es importante. Y está bien. Pero DARSE POR ENTERO, dar EL DINERO QUE TÚ TAMBIÉN NECESITAS, dar el TIEMPO QUE NO SIEMPRE TIENES… Darlo todo, darse, entregarse por completo… Eso es. El mismo Jesús nos lo dejó claro en su camino a la Cruz y en la entrega de su propia vida.

A veces matizamos todo esto, lo edulcoramos, lo suavizamos, lo adecuamos a nuestra propia capacidad de dar, al deseo de dar más o menos. Jesús nos lo pide todo.

Es una buena reflexión para orar en este previo al Adviento. ¿Qué dio María? ¿Y José? ¿Y cada pastor que lo fue a visitar al Portal? ¿Dieron de lo que les sobraba o se dieron por completo a los otros, al plan de Dios?

Un abrazo fraterno

Cristo Rey, última parada antes del Adviento

Llega mi tiempo litúrgico favorito y tengo varias ideas para el blog que pueden estar bien, a ver si salen. Lo importante es que deseo este Adviento. Adviento viene del latín «adventus» que significa «llegada». Y sí, yo tengo ganas de que llegue, de que el amor de Dios llegue a muchos sitios, se haga hueco entre nosotros. Tengo ganas de que Jesús llegue a mi casa y se ponga a mi mesa y converse con mis hijos. Tengo ganas de celebrar que todos lo traemos al mundo si le hacemos sitio, aunque sea en un rincón de nuestro humilde establo. Es hora de prepararse.

Un abrazo fraterno

Jesús y los mercaderes del Templo (Lucas 19, 45-48)

Tengo esta escena grabada en mi memoria emocional. Vi Jesús de Nazareth tantas veces…Y Jesús empuñando un palo y a golpes junto con las caras de libertad y satisfacción de los apóstoles siempre me han impactado…

No aprovechaste la oportunidad que Dios te daba (Lucas 19, 41-44)

Qué durás las palabras de Jesús a Jerusalén y a sus habitantes, a todo lo que Jerusalén representaba en aquel momento. Es curioso porque viendo cómo anda el tema por Oriente Medio… desde luego queda claro que Jerusalén todavía lo está pagando…

Comentarios aparte, Dios da oportunidades. Me da oportunidades cada día y cada día abre ante mi la opción de elegir y ser más feliz. En el fondo, cada día es una oportunidad. Cada persona que se nos cruza por el camino. Cada emoción que nos inunda y nos advierte. Cada sueño. Cada pobre de la calle. Cada vez que tengo que optar por seguir igual o romper cadenas. Uno puede verlas o no y luego puede aprovecharlas o dejarlas ir.

Siempre me ha producido angustia el dejar pasar oportunidades. Tal vez por eso siempre he preferido explorar un camino con el riesgo de tener que volver atrás que perder la opción de descubrir mi paraiso.

Un abrazo fraterno