Ninguno de nosotros vive para sí mismo (Romanos 14,7-12)

Es evidente que hay gente que vive para sí misma y cuando su mismidad se rompe o se debilita… todo el castillo de naipes se viene abajo. Pablo me recuerda hoy que vivo para otros, que vivo para el Señor. Vivo para otros…

Creo que tengo mucho que mejorar en mi «vivir para otros». En mi matrimonio, por ejemplo, creo que podría poner a Esther antes mucho más de lo que la pongo y hacer por entenderla mucho más y ser mejor descanso para ella. A veces no quiero entender sus necesidades porque tengo en mi mente las mías…

Por otro lado soy capaz de reconocer mi entrega en muchos otros aspectos y a muchos otros prójimos y estoy contento de ello. Porque es por Dios mismo por quien me desvivo y a quien entrego mi tiempo y mis energías aunque a veces no sea consciente de ello.

Y el Evangelio… ayyy… para mañana. Me ha puesto los pelos de punta…

Un abrazo fraterno

Yo mismo lo veré (Job 19,1.23-27a)

Hoy se celebra el día de difuntos. Así es conocido popularmente aunque el significado eclesial de lo que se celebra es bastante lejano. En teoría hoy rezamos por nuestros difuntos que se encuentran en el Purgatorio, para que acaben de purificarse. Y me da la sensación de que no es esa la razón por la que la gente llena los cementerios. Creo, y me parece muy hermoso y muy sabio, que las personas sabemos que nuestros antepasados siguen protegiéndonos desde otro sitio, siguen vivos de algún modo y podemos seguir en relación con ellos. De alguna manera, celebramos que han resucitado ya y que desde esa posición privilegiada nos ayudan, nos protegen e interceden al Padre por los que aquí seguimos.

Es hermoso celebrar hoy que los que han muerto no están muertos, que ellos ya pueden ver a Dios por sí mismos y que allí nos esperan amorosamente.

Un abrazo fraterno

Cuando des un banquete (Lucas 14,12-14)

«Cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los cojos y a los ciegos; y así serás dichoso, porque ellos no tienen con qué pagarte

Es brutal la Palabra de Jesús. Brutal. Y hoy me toca y me enseña y me exhorta y me interpela. Porque muchas veces me rodeo de aquellos que me dan la razón, a los que les gusta lo que hago, que me llenan los oídos de piropos y buenas palabras. Sigo sin tener huevos, con perdón, de romper con lo que se espera, con lo establecido… e ir a por el pobre que nada tiene aquí en mi barrio, en Carabanchel. Gracias a Dios vivo en un lugar donde es evidente la carencia, la pobreza de muchos, la necesidad de otros… ahora sólo me falta responder con coraje e invitar al banquete de mi vida a aquellos que nada pueden ofrecerme.

Un abrazo fraterno

Jesús es la piedra angular (Efesios 2, 19-22)

Es preciosa la lectura de la carta a los Efesios de hoy. Preciosa porque me hace partícipe de la construcción de la Iglesia y porque me exhorta a ser una auténtica morada del Padre. ¿Lo soy? ¿Vive el Padre en mi? ¿Lo ven los demás?

Tal vez el éxito de la obra está en tener a Jesús como piedra angular. Mientras Él sea el centro, el edificio se mantiene. Cuando Él deje de estar en el medio, el edificio se derrumbará. Así ha pasado ya con muchos proyectos humanos y eclesiales que perdieron el centro. Elucubraron, teorizaron, desarrollaron teología descuidando al prójimo predilecto, se politizaron, se instrumentalizaron… y se fueron a pique. Yo he conocido movimientos, comunidades, grupos… a los que les pasó. Jesús, Jesús, Jesús… sin perderlo de visto. No hay más.

Un abrazo fraterno

Si Dios está a nuestro favor… (Romanos 8, 31b-39)

Como a las 7 de la tarde recibía una llamada que le daba una muy buena noticia. Ella se lo merece.

Y no puedo dejar de interpretar lo sucedido en clave de Dios porque vivo convencido de que Dios juega a nuestro favor. No bajan sus ángeles del cielo a sacarnos las castañas del fuego ni nos ahorra los sufrimientos que la vida nos depara. Pero sí juega a nuestro favor. Él siempre cumple su promesa: «Buscad el Reino y lo demás se os dará por añadidura».

Y entonces ¿qué tememos? ¿A quién tememos? Respiremos hondo, escuchemos a la voz del Espíritu hablando a través de nuestras intuiciones, de nuestras sensaciones, de nuestras emociones, de nuestro ser profundo… y adelante.

Un abrazo fraterno

Conoce profundamente los corazones (Romanos 8, 26-30)

Hoy tuve una de esas experiencias en las que parece que todo conspira para que las personas estemos allí donde tenemos que estar y donde, desde lo más profundo del corazón, queremos estar. Nada es por casualidad. Nadie me conoce mejor que Aquel que me ha creado y yo creo firmemente, mirando atrás en mi vida, que aquello que mi corazón iba anhelando se me iba presentando como oportunidad.

Dios sabe quién soy y conoce por qué camino debo transitar para alcanzar la felicidad y darle gloria. Por eso no gasto demasiado tiempo en pedir y en elevar mis inquietudes al Padre. Sé que Él ya está al tanto. Y también sé que pone de su parte para que las cosas «salgan».

Un abrazo fraterno

 

Levadura (Lucas 13, 18-21)

¡Qué manida está esta parábola pero qué bonita sigue siendo! Jesús es un gran hacedor de metáforas, un magnífico cuentacuentos que pone patas arriba las emociones y la vida de aquellos que lo oyen. La imagen de la levadura es una de las que más me gusta.

Ayer tuve reunión de comunidad y leyendo hoy este Evangelio descubro que esa es la MISIÓN principal. Cuántas comunidades se pierden y se enzarzan en descubrir su misión. Cuántas veces no sabemos las parejas y las familias ser testimonio del Reino desde nuestro hecho matrimonial y nuestra vivencia familiar cotidiana… Y Jesús da la clave. Es algo muy simple y a la vez complicado: ser como la levadura.

El sobre de la levadura es un humilde sobre que se guarda en un rinconcito de la despensa o de la cocina. No llama la atención ni es caro en el supermercado. No es un ingrediente importante ni se gloría de ser la base del sabor final del plato. Es un polvillo blanco e insignificante. La levadura no es nadie fuera de la masa por eso su misión es penetrar en la masa, vivir en la masa… Y no transforma la masa, no la cambia… simplemente la salva, la eleva, le da plenitud…

Preciosa imagen. Mucho tenemos que hacer comunidades, familias, parejas cristianas… Mucho que hacer sin hacer nada especial y haciéndolo todo. La gente percibe algo y aunque no sepa muy bien qué es… percibe la levadura.

Un abrazo fraterno

¡Hipócritas! (Lucas 13,10-17)

Supongo que como mucha gente, tengo un amigo homosexual y,a la par, católico. Un día me confesaba ciertamente abrumado lo difícil que era pertenecer a la Iglesia y vivir su sexualidad con normalidad. A mi me dio pena escucharlo, mucha pena. Este amigo es una persona comprometida en su parroquia, trabajador, bueno…

Yo no soy de los que alegremente deciden irse de progres y proclamar a los cuatro vientos las miserias de la Iglesia por su conservadurismo absurdo, su intransigencia machacona y su irracional postura ante muchos asuntos del día a día de sus fieles. No me sirve este discurso porque creo que no es real ni bueno. Yo quiero a la Iglesia a la que pertenezco. Y respeto a los que nos guían. Y los escucho. Pero también soy capaz de descubrir muchas veces como, igual que aquellos que atacaban a Jesús, nos preocupamos de las minucias de la Ley, colamos un mosquito y nos tragamos un camello. ¿Vale todo? No. ¿Café para todos? Tampoco. ¿Guía? Sí. ¿Losa? No.

Leo el Evangelio de hoy y me hago consciente de que Jesús vulnera la Ley en innumerables ocasiones y recibe el ataque de los pastores de la época. Él, al que sólo le importan las personas y su salvación, pasa por encima y sigue priorizando el AMOR y la FELICIDAD en el Dios verdadero.

Un abrazo fraterno

Tú eres mi fortaleza (Salmo 17)

Ayer sábado hablaba por la noche con Alba. Estaba ella en Villafranca del Bierzo a punto de irse a la cama porque hoy empezaba el Camino hasta llegar el próximo viernes a Santiago. Lo primero que sentí es envidia. hacer el Camino me parece siempre un privilegio, una oportunidad, un terremoto interior que sacude y cura. Yo le decía a Alba con cariño y cierto paternalismo que el Camino era como la vida: difícil de preveer qué va a traer pero, a la par, experiencia brutal que siempre deja huella. «Habrá un antes y un después».

También comencé ayer un discernimiento. Fue una mañana escuchando a Javier Agudo hablar de Calasanz… y descubriendo a mi corazón turbarse de nuevo. Son momentos de esos en que me sube la tensión espisitual y me siento llamado a transformar cosas, a crear, a arriesgarme, a jugarme la vida por Dios y por el prójimo. Y me acerco a las lecturas y descubro en la primera un Dios atento al grito del necesitado y en el Evangelio a un Jesús que resume toda la Ley en el amor al que vive conmigo, a mi lado, al que sufre cerca, al que necesita de mi. Y me descubro tocado, frenado, capado, cagado… y me siento ahogado en esa llamada a la que no acabo de saber responder adecuadamente.

Y es entonces cuando me pongo el «Nada te turbe» de Taizé y releo el Salmo una y otra vez. «En Cristo mi confianza», Señor Tú eres mi fortaleza. Ayúdame.

Un abrazo fraterno