Viendo que tenía una fe capaz de curarlo… (Hechos 14,5-18)

Leyendo hoy este fragmento de la carta de Pablo me llama mucho la atención este entrecomillado con el que creo que Dios nos dice muchas cosas. Yo extraigo dos enseñanzas muy importantes:

La primera es que realmente no es Pablo quien hace el milagro pese a la reacción de aquellos que lo ven y quieren proclamarlo Dios. Es la fe de ese cojo. Pablo no hace más que observar e intermediar, provocar, suscitar, acompañar, alumbrar… Por tanto hoy Dios me recuerda que ojito con mis entronamientos y mis vanidades. Es el Señor quién actúa en mi vida, a través de mi, valiéndose de mis dones y de los dones de otros… ¡Cuidadito con creerme Dios!

La segunda enseñanza es que para que el milagro deba ser obrado algo lo debe posibilitar. Posiblemente sin fe ese cojo no se habría curado. Debe haber una puerta abierta, una posibilidad, una rendija… ue deje actuar a Dios. Sí, sí… Dios es Todopoderoso pero no es muy dado a trucos de magia. Siempre se vale de algo, de una chispa que prenda en algún sitio…

Son enseñanzas importantes de cara a mi estar en el mundo como cristiano, como apóstol… Acostumbrado a críticas pero también a alabanzas; a fracasos pero también a éxtos… No debo perder el centro ni el origen. Ahí está Dios mismo.

Un abrazo fraterno

Tú eres mi padre, mi Dios (Salmo 88)

Tú eres mi Padre, mi Dios. Y en este momento de tribulación me postro ante ti y te pido sabiduría y claridad. Sé que mi voz no resuena más alto que otras y que no soy nadie que vaya a cambiar el mundo mañana pero sí creo que debo hablar, sí me siento obligado a dar una palabra, sí me siento exhortado a luchar por cambiar el mundo.

Me es imposible salir en estos momentos de todo lo que está pasando en España y de todo el debate generado. Son muchos los que ven con suspicacias esta movilización popular. Yo, más bien, lo veo desde una satisfacción prudente y desde la ilusión esperanzada de que sirva para algo. Y en tus manos me pongo.

Como padre tengo también responsabilidad para con mis hijos y aunque mi opinión de hoy a ellos les pilla pronto me siento también en deuda. El momento, sin duda, es de tremenda importancia y quiero actuar de manera que me sienta orgulloso y satisfecho cuando tenga que contar todo esto años más tarde. Este presente es el futuro de ellos. Y como padre debo luchar con todas mis fuerzas por dejar el mundo mejor que como lo encontré.

Padre, dame claridad. Padre, dame valentía. Padre, dame prudencia. Yo sé que tú estás conmigo y con nosotros. Esa es mi garantía.

Un abrazo fraterno

Ilumine su rostro sobre nosotros (Salmo 66)

Las concentraciones populares pueblan el mapa de España. Y, sinceramente, me alegro. Reconozco que no todo es color de rosa y que, como siempre, habrá manipulación y apropiamiento del espíritu de muchos. Reconozco que habrá quienes estropeen la fiesta en algún momento u otro. Reconozco que habrá quien aproveche la coyuntura para agitar a las fieras y a los descerebrados. Reconozco que desconozco el origen real y el fin último de los «animadores». Pero…

Descubro personas normales y sensatas que se han unido a las concentraciones con el firme propósito de reclamar una sociedad más digna y justa. Descubro que la sociedad no está muerta y que sí hay maneas de movilizarla. Descubro que todo tiene un límite y que hacemos bien como ciudadanos en exigir que no se traspase. Descubro que el sistema actual tiene que morir y que hay que empezar de alguna manera. Descubro que hay sed y eso es bueno.

Prudencia, sí.  Que el Señor nos ilumine e ilumine a todos los que a estas horas acampan en la mayoría de ciudades españolas aunque no crean en Él o desconozcan su existencia. Que el Señor guíe nuestros caminos. Esa es mi oración.

Mucho de lo que somos hoy se consiguió a base de sacrificios personales, sociedades indignadas y revoluciones más o menos silenciosas o ruidosas. Se necesitan en estos momentos líderes audaces, justos, valientes y buenos. Que el señor nos ayude.

Un abrazo fraterno

El poder del Señor estaba con ellos (Hechos 11, 19-26)

A veces tenemos miedo de no ser capaces de llevar adelante un proyecto. Si Dios está con nosotros, saldrá.

A veces tenemos miedo de no saber decir las palabras adecuadas en el momento adecuado. Si tenemos que ser instrumento de Dios en ese instante,  las palabras elegidas serán las oportunas.

A veces pensamos que demasiado depende de nosotros… o queremos pensarlo… sin contar que el éxito y el fruto de nuestras acciones está en manos de Dios.

Soy imperfecto pero el Padre me sigue eligiendo para ser sus manos, sus besos, sus palabras, su pies… Él está conmigo. Mucha oración para no confudirme de proyectos ni de Dios y… ¡adelante!

Un abrazo fraterno

Le reprochaban (Hechos 11, 1-18)

La lectura de Hechos de hoy presenta algo totalmente irreal: parte de una Iglesia reprochando lo que otra parte decide hacer. Por supuesto, es ironía. Es curioso que tantos años después sigamos viviendo en el seno de la Iglesia enfrentamientos y cuestionamientos sobre las maneras, las formas, las intenciones… de «los otros». Creo que demasiadas veces y demasiadas personas se creen en posesión de la verdad absoluta.

Pero hay un detalle que me llama mucho la atención: no es que Pedro sea un valiente, un transgresor, un aventurero… No es iniciativa suya, ni una ocurrencia personal. No es que Pedro quiera romper con ninguna tradición ni quiera separarse del sentir de sus hermanos… ¡No! Pedro responde a la llamada del Espíritu que le empuja a caminar hacia esas personas, que le invita a tender puentes, que le ayuda a visitar sus casas… Por tanto, la clave radica ahí. Y es una clave difícil de juzgar. ¿Quién decide si la acción de una persona brota de su ingenio personal o es fruto del Espíritu? Tal vez sea imposible determinarlo al comienzo.

Y el final es también iluminador: una vez Pedro explica su proceso, sus razones y comparte en comunidad su experiencia… la comunidad ve la mano de Dios en sus acciones y se alegra de esa novedad. Se acabó el reproche. Se acabó la guerra.

Creo que deberíamos leer esta Palabra muchas veces…

Un abrazo fraterno

Fátima

Allá por los comienzos de 2007, Esther y yo supimos que el ser que crecía dentro de Esther era una niña. La ilusión fue inmensa. Siempre quise ser padre al menos de una niña. Y se cumplía el sueño, el deseo. Recuerdo dónde fue, cómo fue y la alegría que sentí entonces, reflejada en la carta que le escribí semanas más tarde.

Y llegó el día de escoger el nombre y aunque finalmente se llamó Inés, en la terna de finalistas estaba el nombre de Fátima. Me gustaba porque había aprendido a saborearlo dentro de mi y me parecía un nombre hermoso de origen árabe cuyo significado es «única». Así se llamaba la hija de Mahoma y así se llama también el lugar de las apariciones de la Virgen a los tres pastorcitos portugueses.

Además es 13 de mayo y eso inevitablemente trae a mi memoria mi infancia y las flores que mi madre me compraba para llenar a la Virgen con ellas en la capilla del cole. Mayo es el mes de la Virgen y el 13 es el día grande. Eran gestos vividos desde los ojos de un niño y que ayudaban a aquel niño a amar a María, a Jesús, a ir sintiendo que pertenecía a una gran comunidad llamada Iglesia, a vivir con la certeza de que hay presencias que no vemos y que detrás de los signos y los detalles se esconde algo mucho más importante.

Ya lo decía la canción… «El 13 de mayo, la Virgen María bajó de los cielos a Cova de Iria»…

Un abrazo fraterno

Felipey el etíope (Hechos 8, 26-40)

Me parece preciosa esta historia de Felipe y el etíope. Tiene muchos ingredientes que dan luz: la sugerencia del Espíritu a Felipe, la diligencia de éste, la curiosidad y la sed del etíope, el apostolado de Felipe, la alegría del extranjero, la misión, la causalidad…

A mi me han pasado cosas parecidas muchas veces. Cuando me paro a pensar descubro muchas personas de las que quiero cuyo origen en mi historia es rocambolesco, casual, extraño. Desde personas conocidas a través de foros, personas conocidas en viajes, personas conocidas gracias a decisiones tomadas… El Espíritu nos susurra y estamos llamados a ponernos en camino como Felipe. A veces no hay grandes misiones sino más bien pequeñas historias, vidas que se cruzan, personas a las que les puedes dar aquello que necesitan, a las que les puedes dar luz…

También es verdad que la actitud del etíope no me parece casual: está leyendo a Isaías. No entiende nada pero busca. Tiene sed de verdad, de profundidad. Y con ese caldo, se puede hacer buena sopa.

Un abrazo fraterno

Hubo gran alegría (Hechos 8, 1-8)

Leo la lectura de Hechos y reconozco momentos dificultosos de la Iglesia recién nacida. Momentos de persecución. ¿Hoy? Pues hombre, podemos hablar de grupúsculos de intransigentes, de conatos de desprecio a alguna religión… pero no son comparables… Estamos muy acomodados y reaccionamos con estupor ante la menor dificultad. Hemos crecido en horas buenas y a la mínima que se nos tuercen un poco… saltamos como conejos aquí en España. Que yo no digo que no haya que luchar por los derechos y el respeto pero también creo que la dificultad y la «persecución» pueden ser vías de purificación…

De todas maneras, lo que me llama más la atención de la Palabra de hoy es el final de esa lectura de Hechos, cuando cuenta los milagros de Felipe, sus signos y su consecuencia: ALEGRÍA. Donde está Dios, allí hay alegría. Cuando Dios se manifiesta trae alegría. Un cristiano debe ser alguien ALEGRE. Y cuando no hay alegría… nubes en el horizonte…

No todos mis días son iguales y aunque me considero una persona alegre, optimista, vital y estable emocionalmente… hay días en los que uno se vive con alegría y otros en los que uno consume el día sin ninguna satisfacción especial. la alegría suele aparecer en días de trabajo bien hecho, de tiempo con las personas que quiero, días de lectura u oración, días en los que estoy centrado y hago lo que tengo que hacer y llevo el timón… Los otros… bueno… son esos días en los que uno se deja llevar y, la verdad, no son tan alegres. Son esos días en los que miras a Dios un poco de refilón.

Un abrazo fraterno

Mi fortaleza (Salmo 30)

Siempre he sentido que Dios es mi fortaleza. Es algo diferenciador. En Dios me hago fuerte. Sabiéndome hijo querido veo mi vida de manera positiva. Recordando que se me ha dicho que si lucho por el Reino, lo demás de me dará por añadidura… planteo mi vida con unos parámetros que sostienen con fuerza mi estructura vital, reducen mis temores y me permiten afrontar cada día con un alto grado de despreocupación.

Sí. Yo siento que mi fe, mi Dios, es mi fortaleza. Y actúo sabiéndome fuerte.

Un abrazo fraterno

Su rostro era como el de un ángel (Hechos 6, 8-15)

Creo que siempre que aparece esta lectura entre las elegidas para un día me llama la atención este detalle de la presencia de Esteban. Esteban es un hombre de Dios, justo y bueno. Esteban predica el Evangelio de Jesús con sabiduría y hace signos y prodigios en su nombre. Esteban es arrestado. Esteban comprueba que las acusaciones contra él son falsas, ¡todo mentiras! Y el rostro de Esteban refleja… ¿Ira? ¿Enfado? ¿Desesperación? ¿Tristeza? ¿Venganza? ¿Preocupación?… Quien mira a Esteban es atraído por la luz y por la paz que desprende su rostro. Dicen que parecía un ángel…

¿Cómo es eso posible Padre? ¿Cómo mantener la calma ante la injusticia? ¿Cómo mantener la paz ante una muerte violenta basada en mentiras? Reconozco que es un misterio para mi. Y me acerco a él con respeto. Quiero contemplarlo…

Un abrazo fraterno