Repréndelo (Lucas 17, 1-6)

Mira que este pasaje es súperconocido y mil veces leído pero me llamó un montón la atención el proceso de perdón que nos enseña Jesús.

Cuando alguien te ofende…

1º – Repréndelo: En el diccionario, la primera acepción de reprender es decir con autoridad que se ha hecho algo mal. Desde luego es muy sano emocionalmente poder decirle a quien te ofende que te ha hecho daño, que estás herido, enfadado o lo que sea. Poder decir que algo se hace mal. Estar atentos a las emociones de uno y darle salida.

2º – Si se arrepiente, perdónalo: Me da la sensación de que a veces entendemos esto del perdón como un «todo a 100». Parece como si nos debiera dar igual si hay arrepentimiento o no, si se nos pide perdón o no… Muchas veces callamos, seguimos y pensamos que estamos perdonando y que somos muy buenos. Jesús supedita el perdón al arrepentimiento. No es algo de uno sino de dos. No puede ser una decisión inconsciente y unilateral. Basta ya de blanditos tontitos y lelos.

Y hoy también quiero compartir una cosa: MARAVILLOSA LA SAGRADA FAMILIA DE GAUDÍ. SIN DUDA, LA BELLEZA ES UN CAMINO IDÓNEO PARA LLEGAR A DIOS.

Un abrazo fraterno

Hijo de la luz (Lucas 16, 1-8)

Me gusta el término: «hijo de la luz». Somos hijos de la luz y, como tales, somos luz. Soy luz. Estoy llamado a iluminar caminos y rincones, a calentar almas heladas, a guiar a barcos extraviados…

Me gusta orilo de boca de Jesús: hijo de la luz, hijo de la luz…

Un abrazo fraterno

Buscad continuamente su rostro (Salmo 104)

Necesitaba hacer un rato de oración, a olas. Aprovecho ahora que ya todos se han ido a la cama. Muchas veces pienso que me encantaría poder disponer de más tiempo para mi y poder ir a misa tranquilamente o orar en condiciones. Por ahora es imposible. Mi oración y mi encuentro con Dios pasa hoy por hoy por el cuidado y atención de mis hijos y mi mujer y de todo lo demás en lo que ando metido.

Me acabo de poner música de Taizé porque me ayuda a relajarme y a centrarme en lo que leo y escribo. Y me he encontrado con el salmo de hoy y me ha acariciado el corazón. Hoy no estoy para cartas de Pablo ni para pensar demasiado. Ya ves Señor, hoy me presento ante Ti dolorido, contracturado, un poco estresado, empequeñecido. Hoy es día de plegar alas para volverlas a levantar mañana. Y por eso busco Tu rostro, Tu palabra, Tu caricia.

El antiinflamatorio hará su efecto y mañana despertaré como nuevo. Pero hoy Señor, arrópame y cántame una nana. Lo necesito.

Un abrazo fraterno

Nada de estupideces (Efesios 4, 32-5, 8)

Este tipo de lecturas de las cartas de Pablo no me apasionan demasiado porque esto de dar una lista de todo lo que uno tene que ser, perfecto en resumen, es un poco cargante, más que nada, porque es imposible ser todo eso. Pero visto por otro lado, no está mal como aspiración, como meta a la que luchar por llegar.

Lo que me ha llamado poderosamente la atención hoy es lo de nada de sandeces y tonterías, nada de ordinarieces… Eso es afinar… Porque el estilo también cuenta, la educación, el saber estar… Como dice más adelante, hay que caminar como hijos de la luz y eso elimina ciertas actitudes, palabras, posturas, bromas, actividades, etc. de nuestro repertorio diario. Da igual que seamos ingenieros que obreros que camioneros que directivos, que estemos casados, solteros o viudos, que seamos hombre o mujer… A los hijos de la luz también se nos tiene que notar hasta en el «estar en casa».

Un abrazo fraterno

Como pide la vocación (Efesios 4, 1-6)

Responder a la propia vocación es tal vez lo más grande a lo que uno puede aspirar, lo más difícil, lo más comprometedor y, a la vez, lo más gratificante. Toda la vida se resume en este objetivo: vivir como pide la vocación. El que está llamado a ser maestro… que lo sea y bueno; el profeta, que denuncie y cure; el médico, el sanador, el politico, el revolucionario, el escuchador, el servicial, el que atiende a niños o a ancianos… Cada uno a lo suyo.

Qué distinto sería el mundo si cada persona dedicara su vida a aquello a lo que ha sido llamada, aquello para lo cual, por tanto, le han sido dados unos dones; aquello, en definitiva, que la hará feliz y que impregnará a los demás de esa felicidad propia.

Para conocer la propia vocación y responder a ella se necesita silencio, paz y valentía. ¡Ánimo!

Un abrazo fraterno

Vuestra raíz y vuestro cimiento (Efesios 3, 14-21)

Raíz y cimiento. Vaya dos palabritas. Vaya dos palabrones. Me gustan.

Esta semana la he pasado en Zaragoza. Mañana vuelvo a casa, a Madrid. He podido visitar el PILAR, una basílica desconocida para mi. Puedo afirmar que no es mi estilo arquitectónico preferido pero a la vez debo confesar que se me encogió el corazón al entrar y sentarme en un banco a los pies de la pequeña Virgen. Puede ser lo que significa para España y la Hispanidad; pueden ser sus altos pináculos y su arrolladora presencia; pueden ser esas bombas que nos recuerdan la barbarie… pero creo que hay algo más.

Tal vez lo más especial y significativo de este lugar sea su nombre. Un nombre da significado a aquello a lo que nombra y al revés. En este caso, y esto me ha recordado hoy la carta a los Efesios, PILAR me conecta con aquello que llevo dentro, con Aquel en quien confío y a quien sigo, con aquello que considero importante y por lo que doy la vida. Y por eso me encoje. Porque al sentarme en ese banco y mirar a la Virgen, al pasearme por esas grandiosas naves que aglutinan a la cristiandad, sentí que mi fe es el cimiento, la raíz, el sostén.

No lo puedo explicar mejor. Un abrazo fraterno.

Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá (Lucas 12, 39-48)

Creo haber oído de mi madre esta frase en incontables ocasiones. Mi madre la decía siempre que me quería hacer ver que no existe el «café para todos» para Dios. Dios sabe quién es cada uno, los dones que tiene, sus posibilidades, lo que tiene encomendado y lo que no, sus flaquezas, su vida y circunstancias, etc. y va a saber pedir a cada uno lo que le corresponde.

A veces somos muy ligeros en el juicio hacia los demás. Ponemos a todos bajo los mismo parámetros que, además, son los de fabricación propia. Pero Dios no funciona así, eso creo.

Yo he nacido en un país de lo que podemos llamar «primer mundo». He visto colmadas mis básicas necesidades económicas, sociales, afectivas… He crecido en una familia que me quiso, que me ayudó, que me instruyó en la fe… He podido recibir una educación extensa y una formación adecuada. Además he podido disfrutar de oportunidades: espirituales, materiales, de desarrollo, laborales… No tengo ninguna tara psíquica y física… Y muchas otras cosas más… Creo que yo soy de los que «se les exigirá mucho».

Un abrazo fraterno

La justicia y la paz se besan (Salmo 84)

Esta frase del salmo creo que ha sido inventada y reinventada mil veces por ONG’s, instituciones, gobiernos y demás. Justicia y paz son dos palabras engordadas y vaciadas de tanto usarlas y tanto proclamarlas sin llenarlas de acciones que las continúen. ¡Y todos se creen que la frase es suya y se sienten satisfechos de haberla proclamado!

Es hermosísima y grafiquísima la manera en la que salmista nos da el mensaje: la justicia y la paz se besan. Van juntas. Son como una sola cosa. Sin una, la otra no acaba de realizarse plenamente. Se queda coja. Se esfuma. Se desinfla. Se disfraza.

Por eso no es posible identificar la paz como ausencia de violencia. Una paz sustentada solamente en la ausencia de violencia no es una paz verdadera. Si falta justicia, algo estallará en algún momento. Y eso me recuerda que en vez de tantos días de la PAZ en los colegios deberíamos hacer los días de la JUSTICIA. Con justicia, la paz viene casi sola. Al revés… no es tan fácil.

Un abrazo fraterno

Los mandó por delante (Lucas 10,1-9)

No sé si hoy estoy un poco obtuso pero las lecturas del día no me han dicho demasiado. La primera de Pablo es ciertamente curiosa, el salmo como muy típico y el Evangelio demasiado manido. Intentando darle vueltas e intentar descubrir qué tenía que decirme hoy el Señor me he parado en ese matiz de «por delante».

A veces pensamos que el Señor nos envía a hacer lo que, en realidad, es Él quien lo hace. Y nos equivocamos y muchas veces nos frustamos por equivocarnos de rol y por no ver frutos de nuestra labor. Es como si, con toda la buena voluntad del mundo, quisiéramos ejercer el mismo efecto en las personas que el mismo Jesús y eso no es posible. Encontrarse con Jesús no es lo mismo que encontrarse conmigo. Que el Señor me envíe por delante implica obviamente que Él vendrá después y eso significa que nuestros tranajos son diferentes. Yo soy enviado para preparar el camino, para anunciar la llegada de Jesús, para hablar de Él, para adelantar lo que va a llegar, para ir cambiando cosas a la espera de que llegue el Cristo.

Un abrazo fraterno