DOMINGO DE RAMOS: Aclamando al Señor

Este año he decidido que durante la Semana Santa no voy a comentar las lecturas del día. Son lecturas que se comentan solas y que decir algo sobre ellas es complejo; así que voy a compartir mi oración en base a lo vivido cada día para ayudarme también a ser consciente de lo que voy viviendo y celebrando este año que no vamos a ninguna Pascua organizada y estamos pasando unos días con mis padres.

Ayer fue Domingo de Ramos. No pensé que fuera a haber tanta gente pero la plaza de delante de la Iglesia estaba llena de padres e hijos, abuelos y abuelas, parejas, jóvenes y mayores con su tradicional olivo, palmón o palma en la mano. Inés y Álvaro estaban asombrados. Cuando el cura dio la bendición y todo el mundo levanto y agitó su ramo fue muy emocionante. Así debió de ser aquella vez en Jerusalén. Luego, muchos entramos en la iglesia para continuar la celebración y otros muchos se quedaron fuera (cuántas gente tenemos cerca tan reacia a la misa… es para pensar un poquito). Poder vivirlo con mis hijos y con mis padres me llenó de alegría ya que hacía muchos años que no fue.  Escuchar a mi madre contarle a Álvaro e Inés lo que estaba pasando, verla emocionada, etc. fue muy bonito.

El día fue luego tranquilo. Después de misa fuimos a ver a mi tío y a mi yaya. Vimos un trocito de «Jesús de Nazaret» de Zeffirelli por la tarde en casa y luego fuimos a jugar a la playa con los nenes.

Domingo de Ramos es el pistoletazo de salida de la Semana Santa. Creo que hemos empezado bien. Es el día en el que las emociones positivas que nos provoca Cristo se desbordan y estamos dispuestos a todo por él. Es el día del subidón. Es importante vivirlo y ser consciente de que Él llega, de que viene a nosotros, de que viene a contarnos «otra manera». Jesús sabe a lo que viene. Y sabe que nuestros subdones se desvanecen con frecuencia. Pero lo sigue intentando. Aunque tal vez yo me identifique con los apóstoles que lo acompañan, gente sencilla nada acostumbrada a esos momentazos. Me imagino que se sentirían especiales. Ellos ya eran amigos del Maestro y no se imaginaban que en el corazón de Jerusalén iban a pasar entre aquella muchedumbre cortejando a Jesús. Se sentirían pletóricos, llenos de alegría y de fuerza. Entusiasmados. ¡Eso era un éxito! ¡Las cosas estaban cambiando en realidad! ¡Jesús había calado entre aquella gente! No acababan de entender el rictus serio de Jesús en aquel momento tan importante… No era momento de seriedad sino de entusiasmo… ¡Hosanna!

Un abrazo fraterno

Sé de dónde he venido y adónde voy (Juan 8,12-20)

Hoy vuelvo a estar lejos de mi comunidad por lo que mi oración y mi recuerdo está hoy con ellos. Hoy empieza un nueva etapa comunitaria en una nueva casa, una casa que representa muchas cosas y en la que se encierran muchos esfuerzos, sacrificios, aspiraciones, sueños e ilusiones. Es la casa de todos y sé que todos lo vivimos así pero para quienes vivirán en ella 24 horas es un día muy especial.

Hoy hace sol en Coruña y Coruña con sol es muy bonita. A mi me anima mucho el sol y espero terminar de trabajar para poder ir a pasear. La primavera parece que ha llegado y me gusta contemplarla y disfrutarla. Ayer disfruté de un lindo paseo con mis padres y de un larguísimo paseo con mi hermano tras una cena rica en un italiano. Eso es muy de Dios. Pequeñeces de Dios que vale la pena saborear. Hoy ya he quedado a cenar con amigos pero he saboreado cada momento en casa. Ya sabéis que para estas cosas soy como un niño…

Las lecturas no me dicen demasiado pero porque no estoy yo ahora como para orar mucho. Pero sí me quedo con la prueba de validez que Jesús da de su testimonio. Él sabe de dónde ha venido y a dónde va. Puedo preguntarme lo mismo y creo que, más bien que mal, sabría responder. Volver a Coruña me ayuda a responder a ese de dónde vengo, con todo lo que conlleva incluso a nivel de fe. Esther y los niños, la comunidad y mis sueños y proyectos me ayudan a responder el adónde voy. Y no hay vacilación. El cómo llegar es otro tema.

Moitos bicos dende a miña terriña. Tomareime un bo polbo con cachelos pensando en vos. E non esquezades rirvos orando «o noso pai». Eso será signo vivo de que eu tamén estou ahí.

Voy a transformar a Jerusalén en alegría (Isaías 65,17-21)

Como decíamos en comunidad, esta lectura de Isaías es una de estas que se sale un poco del «aroma amoratado» del que hemos impregnado la Cuaresma. Es una lectura que alegra los oídos y que uno podría estar degustándola de continuo.

Yo veo esa Jerusalén de la que habla Isaías como un estado personal, un estado al que se llega tras la experiencia real de encuentro con el Resucitado. Un estado de paz interior, de heridas curadas, de esperanza y confianza… Yo deseo llegar ahí. Quiero que Dios haga eso conmigo. ¡Lo quiero! Ya lo comenta el Evangelio: primero viene descubrir la propia necesidad, luego desear la vida, ir a Jesús y, por último, ponerse en camino lleno de fe. Ese proceso transforma. Y yo voy poco a poco. No es un proceso secuencial sino más bien circular…

Ojalá esta Cuaresma sea un pasito más. Ojalá la Alegría se quede a vivir en propiedad.

Un abrazo fraterno

Dar plenitud (Mateo 5,17-19)

Cojo una de las expresiones del Evangelio pero lo cierto es que hoy estoy muy cansado como para orar de manera consciente y estructurada. Creo que es mejor tomar conciencia de mi cansancio y ponerlo delante de Dios. No puedo deciros mucho más hoy.

Un abrazo fraterno

Envía tu luz y tu verdad (Salmo 41)

Ha sido un fin de semana marcado por «La Misión». Sí. Se está convirtiendo ya en una especie de tradición visualizar la película de Roland Joffé entera o, al menos, su primera parte en tiempo de cuaresma. «La Misión» es una maravilla. Es un detalle tras otro, es un mosaico de guiños de aquello que debe ser un camino hacia la verdad de uno mismo, hacia Dios… un camino de purificación. Un Rodrigo Mendoza incapaz de coger su vida en sus manos. Un Padre Gabriel convencido de que el Amor es el camino de salvación, respetuoso con las personas, lleno de Dios. Un camino cargando aquello que nos pierde, nuestras heridas, nuestras máscaras, nuestro pasado… Rodrigo Mendoza se descubre pequeño, humillado, embarrado, sucio… Y es con el perdon de los guaraníes con el que se reconcilia con su historia, con su prójimo, con Dios. Es ese saberse perdonado, amado y aceptado el que transforma su existencia. Ya es capaz pues de recibir el abrazo de Gabriel y la Palabra del Padre.

Cuaresma debe ser un tiempo de luz y verdad y cierto es que puede prolongarse largo tiempo en nuestra vida. Pero es imprescindible atreverse a pasarlo. Si queremos encontrarnos con el Resucitado debemos primero enfrentarnos con la verdad de lo que somos. No hay otro camino. Y, desde luego, es tremendamente duro.

Un abrazo fraterno

En año de sequía no se inquieta (Jeremías 17,5-10)

Los años de sequía llegan. Hay que ser realistas. No se vive siempre en la eterna prosperidad, en el hermoso enamoramiento global, en la placidez de la claridez… Llegan las nubes y se tapa el sol. Eso pasa y si no ha pasado todavía, pasará. Igual que las vacas flacas económicas que estamos sufriendo ahora también hay épocas de estrechez personal y espiritual. Y cuando uno «planta su árbol» o «construye su casa» debe hacerlo pensando no sólo en los bonitos atardeceres del estío sino también en los violentos temporales invernales.

Yo no estoy viviendo ahora un año de sequía pero lo pasé hace un tiempo. Tal vez no fue una sequía demasiado exigente o tal vez es que mi árbol está plantado al lado del arroyo y gracias a eso sobreviví adecuadamente. El poder compartir la fe en mi matrimonio, tener una vida familiar y social bien tejida, una comunidad donde vivo la fraternidad y la fe… han sido claves para vivir esa sequía de manera más ligera… Por eso sigo apostando por ello y fortaleciéndome en vacas gordas. La sequía volverá y yo quiero estar preparado.

Un abrazo fraterno

Ordena (Mateo 20,17-28)

¡Cuántas veces somos como la madre de los de Zebedeo y le decimos a Dios lo que tiene que hacer! Seguramente buscando l bien de otros o el nuestro propio, con buenas intenciones o con intenciones interesadas… Tl vez es uno de los momentos en lo que de forma más palpable demostramos que no nos hemos enterado de nada, que esto no va de magia ni de milagros cuando más los necesitamos. Que los ángeles no están para resolvernos los problemas y que Dios no se hizo hombre para sacar adelante las pretensiones del pueblo judío eliminando todo su sufrimiento y apartándolo el yugo de Roma.

Las personas siempre queriendo favores, queriendo ser más, queriendo lo mejor, evitando lo malo, el dolo, lo costoso… sin darnos cuenta de que la grandeza de Dios está en su querer acompañarnos ahí, en querernos ahí, en abrazarnos ahí. Siempre intentando demostrar que nuestros criterios son absolutos y preguntando «dónde está Dios» o «por qué Dios» o… cuando no entendemos nada… Somos unos osados…

Es la cuaresma un buen tiempo para que le dé vuelta a todo esto viendo a Jesús en su Pasión…

Un abrazo fraterno

Blanquearán como nieve (Isaías 1,10.16-20)

Es preciosísima esta lectura de Isaías. Me transmite meridianamente lo que Dios espera de mi. Creo que no se pretende que deje de pecar, de hacer cosas mal, de dejarme llevar por lo peor en algún momento… Lo que se pretende es que la balanza caiga del lado de todo lo bueno que hago, por amor, con el prójimo. ¿Qué hago con y por las viudas, los huérfanos, los oprimidos? Eso es lo que le importa al Padre. Cuántas menos cosas mal haga mejor, está claro, pero no se trata tanto de estar pidiendo perdón y lastimándome por lo pecador que soy como de gastar mis talentos en el prójimo, construyendo Reino. Esto es lo que el Padre quiere de mi. Estoy en ello.

Un abrazo fraterno

Dad y se os dará (Lucas 6,36-38)

Es una manera de entender la vida, de entender mi relación con los otros y de entender a Dios. Yo quiero vivir así y cada día lo intento porque estoy convencido que quien más da, más recibe, más feliz es. Por eso el amor, por eso la entrega, por eso la solidaridad, por eso el compromiso… Contra toda lógica capitalista, banquera, usurera, defensiva, midelotodo… darse, dar, es garantía de tener, de rebosar, de recibir… Y además creo que esto trasciende al Evangelio y a Dios. La vida funciona de esta manera.

¡Qué famoso este pasaje! ¡Qué usado! ¡Qué consabido todo! Pero al repetirlo una y otra vez, sigo tragando saliva. Porque me juego la vida creyéndomelo.

Un abrazo fraterno

Pide un signo, pero no se le dará (Mateo 11,29-32)

¿Había más signo que tener a Jesús en medio? Pero no lo descubrieron, lo despreciaron. Y no hay más signos que valgan. Y creo que sigue siendo Palabra para mi, hoy.

Cuántas veces uno espero respuestas de Dios que le ayuden a tomar decisiones. Respuestas a desgracias o tragedias incomprensibles. Signos de esperanza en un mundo cada vez más deshumanizado y menos trascendente. Y uno piensa que los signos no llegan y la desilusión empieza a recorrer y envenenar el Espíritu que nos habita. ¿Qué tal si cambiamos la mirada? ¿Qué tal si buscamos al «Jesús en medio» que nos rodea? ¿Qué tal si limpiamos las gafas y atinamos a descubrir cuánto Dios tenemos alrededor marcándonos el camino, gritando, esperando, riendo, sufriendo? Queremos signos que se adecuen a nuestras preocupaciones sin pensar que Dios está con el sufriente, redime al sufriente, vive por el sufriente.

Cuando uno busca en Google «Dios» las primeras referencias están replatas de definiciones, teología, frases, pensamientos… y está muy bien. En imágenes sale Jesús, la Trinidad con su triángulo, el cielo, la paloma… todo muy suave… y está muy bien… pero como estemos esperando eso, nos podemos aburrir.

Jesús estaba en medio de ellos y no se enteraron. ¿Y nosotros?

Un abrazo fraterno