El Señor mira el corazón (I Samuel 16, 1-13)
Esto de que el Señor no se fija en las apariencias me recuerda a aquel pasaje de El Principito en el que decía: «Lo esencial es invisible a los ojos».
¿Cómo ando yo de esto? ¿Miro yo también al corazón de las personas? ¿Me preocupo por conocer más allá de lo que cada uno enseña o aparenta? ¿Descubro la huella de Dios en los que me rodean o prefiero la comodidad de no entrar en los entresijos de sus vidas, sus preocupaciones, sentimientos…?
El pasaje de hoy me parece precioso y un llamamiento importante a educar mi mirada.
Un abrazo fraterno