No os engañéis (St 1, 12-18)

La vivencia comunitaria sigue siendo de lo más sorprendente. La reunión de ayer fue genial. Reunión EMOCIONANTE. Y nunca mejor dicho.

Y la Palabra de hoy ilustra lo que ayer vivimos: el esfuerzo personal y comunitario por vivir cada día menos engañados. El engaño no es de Dios. Dios es verdad. Y a eso tenemos que aspirar.

Un abrazo fraterno

Al ponerse a prueba vuestra fe, os dará constancia (St 1, 1-11)

Yo tiendo a pensar que no soy una persona constante. Muchos de los proyectos que emprendí o de las tareas que inicié se han quedado en el camino y, en los últimos años, he ido creyéndome que era una persona con una floja fuerza de voluntad y, sin duda, sin el don de la constancia.

Pero en este ratillo de oración, y después de revisar mi historia, creo que no es así. Tal vez es en lo pequeño, en lo menudo, donde flaqueo más pero en los pilares de la vida me descubro fuerte y constante. Tal vez soy incapaz de ir al gimnasio más de 1 mes seguido o de seguir una dieta más de dos pero lo cierto es que soy constante en mi crecimiento personal, en mi crecimiento espiritual, en mi relación de pareja, en la gráfica de mi vida… No sé si esta constancia es resultado de muchas «puestas a prueba». Creo que no. Aunque cada día es un examen. Cada día podría decidir otra cosa pero sigo apostando por aquello que creo de Dios para mi y de mi para los demás.

Un abrazo fraterno

Para que, cuando llegue la hora, os acordéis… (Jn 15,26 – 16,4a)

Estos últimos días me está costando mantener el compromiso de la oración diaria y ésto se refleja en el blog. Las entradas se han espaciado y, lejos de haber dejado de interesarme, lo que pasa es que no doy sacado tiempo para todo o, más bien, no doy tenido la cabeza y el espíritu en tantas cosas.

La irrupción de nuevo de los estudios en mi vida y de una nueva etapa universitaria viene han configurado mi tiempo y mi energía de manera distinta. Me embarga la ilusión y tengo ganas de sacar esos estudios en los que me he embarcado. Las sensaciones son buenas y el Espíritu sopla con cariño proveyéndome de fuerzas para afrontar esta etapa con un mínimo de garantías. Y la energía se me está yendo por ahí ahora. Todavía no he sido capaz de meterlo todo en la vida de manera natural y de tocar los pedales, al mismo tiempo de girar el volante, mirando al frente y estando atento a las señales que bordean la calzada… Supongo que lo conseguiré pero ahora ésta es mi realidad.

El Evangelio de hoy viene con la tarea de prevenir, de prevenir dificultades. Bien. Pero yo ahora necesito disfrutar y saborear las ganas y la ilusión con las que me he llenado. Cuando lleguen «las vacas flacas» ya sufriremos. Llegarán. ¿Pero por qué amargar el momento actual con oscuros futuribles?

Un abrazo fraterno

El Espíritu Santo será quien os lo enseñe todo… (Jn 14, 21-26)

Tal vez por estar hablando mucho del Espíritu últimamente o tal vez porque el mismo Espíritu me hace pensar en Él… el caso es que me está gustando enamorarme de Dios Espíritu. Hoy lo compartí en mi reunión de comunidad. Miro para atrás y me doy cuenta de la brisa que ha ido guiando mis pasos y mis acciones. Esa intuición alentadora, esa determinación inexplicable, esa ilusión contagiosa, esa valentía desconocida… mi historia está llena de soplos de Espíritu.

Siempre me había centrado en Dios Padre y en Dios Hijo y me había olvidado un poco de la persona más cautivadora por ser menos «persona». Dios te enamora por el Espíritu. Y a mi me gusta estar enamorado…

Un abrazo fraterno

Volvieron a ayunar y a orar (Hc 12,24 – 13,5)

A veces me encuentro con mucha gente que se desvive por encontrar su lugar en el mundo, que desespera por no acabar de descubrir para qué están aquí, cuál es su misión, en qué consiste su vocación. Es como si Dios se hubiera callado con ellos. Creo que, más bien, es tanto el ruido que nos rodea que difícilmente puede escucharse el soplo del Espíritu.

El Espíritu es sutil y siempre habla bajito. Es antigritos. Es como un bocado sencillo y humilde que, una vez en la boca, llena nuestros sentidos de alegre y sabroso placer. Para sentir su caricia hay que estar listo. No vale cualquier lugar. No vale cualquier momento. No vale cualquier actitud.

Bernabé y Saulo escucharon su misión en oración, en comunidad y ayunando, es decir, desprendidos de lo material, libres de ataduras, libres para optar… libres para escuchar… Ahí sí. Así sí. Buena lección para mi hoy.

Un abrazo fraterno

Yo y el Padre somos uno (Jn 1, 22-30)

Estoy leyendo el famoso libro de Fromm, «El arte de amar». Acabo de terminar la parte del amor a Dios y me ha encantado un trozo en el que habla de esto mismo que dice Jesús: Yo y Dios somos uno. O lo que también viene a contar la primera lectura: Dios está en mi, vive en mi… su Espíritu es mi fragancia, mi estilo, mi gusto… está en mis palabras y en mis actos, en mis gestos y mi mirada. ¿Por qué nuestra mentalidad sigue buscando a Dios fuera de uno, lejos, en un cielo desconocido?

Creo que no nos acabamos de creer que el Espíritu es Dios mismo. Seguimos buscando y rezando al señor de barba con el triángulo en la cabeza. ¡Con lo hermoso que es que alguien descubra a Dios en mi! Eso le pasó a Esteban, y a Bernabé, y a Pablo, y a Jesús… Eso era lo convivente, lo arrolladoramente atractivo, lo cautivador, lo radical, lo brutal… No «hablaban de»… «Eran»…

Un abrazo fraterno

¿Quién soy yo para oponerme a Dios? (Hc 11, 1-18)

Supongo que lo que cuenta Pedro no debió ser realmente así. No creo que ninguna paloma ni ninguna lengua de fuego bajara sobre aquellos gentiles para hacer ver a Pedro lo que después explica. Suponiendo esto, la pregunta es clara: ¿Cómo se dio cuenta Pedro de que aquellos gentiles también hablaban y vivían desde el Espíritu?

Realmente interpela esta lectura. Esa capacidad de Pedro de descubrir el don de Dios en aquellos que «estaban fuera de la Iglesia». Pedro fue capaz de descubrir la huella y la firma del Espíritu en aquellos que, a priori, no participaban de la fe y de la experiencia de Dios según los cánones judíos. Esto sigue pasando hoy. A veces sigo convencido de que yo soy «el bueno», «el acertado», el que tiene la exclusiva del Espíritu sobre otras sensibilidades o caminos dentro de mi propia Iglesia o sobre otras personas, ateas, indiferentes, de otras religiones, etc…

Este don de Pedro es el final de un proceso personal complicado. Raro oírselo a ese Pedro de comienzos de la comunidad de los apóstoles. Tuvo que convivir años con Cristo, tuvo que aceptar a Mateo, tuvo que ser la voz cantante del grupo, tuvo que saberse traidor y beber de las aguas del sufrimiento, tuvo que sentir el miedo y la confusión, tuvo que guardar su espada… Don fruto del camino realizado…

Un abrazo fraterno

Yo soy el pan de la vida (Jn 6, 30-35)

Soy de los que no saben comer sin pan. Me falta algo. No sé cómo acompañar los platos. Es algo absolutamente imprescindible en mi «dieta». Cuando Jesús viene y se equipara con el pan, a mi no hace otra cosa que surgirme hasta qué punto no se vivir sin Jesús. Hasta qué punto me falta algo. Hasta qué punto no se acompañar las circunstancias que me rodean. Hasta que punto, Jesús, es imprescindible.

Jesús, alimenta mi vida.

Un abrazo fraterno

Su rostro les pareció el de un ángel (Hc 6, 8-15)

Me han llamado la atención esas últimas palabras del relato de Hechos. Qué curioso. Con lo hermoso que es el salmo y también el Evangelio de hoy… y me voy a quedar con algo que parece muy tonto. Puede que lo sea, no lo niego. Pero hoy me ha llamado la atención. Me rechina en el relato. Me rechina lo poético y hast un poco cursi de la expresión… Me rechina estando el Sanedrín por el medio…

Estaba Esteban tan lleno de Dios que su rostro lo reflejaba. Con eso me quedo. El cuerpo habla. Y el rostro de Esteban y lo hizo y de qué manera. El cuerpo es un gran aliado para esto de tomarnos la temperatura, de vivir cerca de nosotros mismos, de calibrar la profundidad y consciencia con la que estamos viviendo. Y, a la vez, es el primer medio de propaganda de nuestro ser. Difícilmente seré un apóstol de Cristo si mi cuerpo no habla de Él. ¿Hablar el cuerpo de Cristo? Sí. Debe hacerlo. Él mío tiene mucho que mejorar. Estoy un poco dejado. Eso no es de Dios.

Tomo nota.

Un abrazo fraterno

Cinco panes y un par de peces (Jn 6, 1-15)

Con Jesús presente, el milagro de conseguir que aquello que tengo sea capaz de saciar el hambre de muchos se produce. Para ello tengo que estar dispuesto a ofrecerlo, a compartirlo, a ponerlo en medio. Ésto también es parte del milagro.

En una sociedad que cada vez nos empuja a poseer más cosas, a la individualidad, a la seguridad y a la inmediatez de los resultados… es un signo de los tiempos, un milagro, una muestra de que Jesús está presente… que siga habiendo personas capaces de poner lo suyo al servicio y que eso, a la luz de Dios, siga saciando a muchos.

¿Qué tengo yo que pueda ofrecer? ¿Cuáles son mis 5 panes y 2 peces que ofrezco a los que me rodean? hace tiempo que identifiqué alguno de mis dones, alguno de los regalos que me han sido dados y que yo pongo en juego para saciar al mundo: fidelidad, confianza, fortaleza y alegría. Y luego tengo aquello que yo mismo he ido cultivando y que también está al servicio. No hay demasiado. Pero Dios lo coge en sus manos y lo multiplica. La vivencia comunitaria facilita esto: la comunidad es multiplicadora de panes y peces.

¡Milagro!

Un abrazo fraterno