Ha comenzado la #Cuaresma. El pasado miércoles, bajo la ceniza, me propuse hacer oración diaria en este tiempo de preparación, aprovechar estos días para mirar mi corazón y ponerlo delante de Dios con el objetivo de que lo purifique. Mucho ha cambiado desde que yo era niño y mi madre era capaz de generar un ambiente diferente en casa. Por supuesto, llevábamos a rajatabla lo de no comer carne los viernes, veíamos alguna película religiosa juntos en la tele, rezábamos más… Un ambiente contenido y sobrio que me ayudó a entender que la vida va en serio, que no es un jolgorio continuo y que, en algún momento, llegarían días que lo cambiarían todo. Aún así, la tentación de tirar hacia delante sin más siempre está ahí. Escuchemos el Evangelio de hoy [Mt 4, 1-11]:
En aquel tiempo, Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al fin sintió hambre.
El tentador se le acercó y le dijo:
«Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes».
Pero él le contestó:
«Está escrito: “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”».
Entonces el diablo lo llevó a la ciudad santa, lo puso en el alero del templo y le dijo:
«Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: “Ha dado órdenes a sus ángeles acerca de ti y te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras”».
Jesús le dijo:
«También está escrito: “No tentarás al Señor, tu Dios”».
De nuevo el diablo lo llevó a un monte altísimo y le mostró los
reinos del mundo y su gloria, y le dijo:
«Todo esto te daré, si te postras y me adoras».
Entonces le dijo Jesús:
«Vete, Satanás, porque está escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto”».
Entonces lo dejó el diablo, y he aquí que se acercaron los ángeles y lo servían.
Tal vez te des cuenta de que todo lo que la Cuaresma implica, no está de moda. ¿Ayunar? ¿Rezar? ¿Dar limosna? ¿Reflexionar? ¿Parar? ¿Hacer silencio? ¿Bajar la cabeza? ¿Tomar conciencia del mal que te rodea? Te dirán que es una pérdida de tiempo o, peor aún, te lo vestirán de ideología y te harán creer que son prácticas destinadas a someterte y a cercenar derechos y libertades. Pero tú sabes bien que la vida, aunque te gustaría, no es una fiesta continua. Sabes bien que, más bien al contrario, a veces buscas la fiesta para olvidar que hay dolor, frustración, enfermedad, traición, guerra…Y es cierto: no es fácil asumir y vivir la parte más «fea» de la vida. Pero ahí está: toca parar, recordar quién eres, quién te sostiene y a qué estás llamado, llamada. Te dejo tres pistas para hoy:
- «El desierto» – ¿Conoces la sensación de sentirte solo, sola? ¿Conoces la sensación de estar atravesando una etapa difícil en tu vida, árida? ¿Conoces la sensación de haber perdido la ilusión? ¿Conoces la sensación de haber perdido las referencias y no saber muy bien por donde tirar? ¿Conoces la sensación de las emociones extremas? ¿Conoces la sensación de estar agotado, hambriento de paz y felicidad? Ese es el desierto. Un lugar vital que siempre llega, antes y después, y en el que siempre pasan cosas. Porque cuando nos sentimos débiles, frágiles, perdidos y solos… las tentaciones acechan y aparecen. Jesús lo afrontó con fe. Pide fe para afrontar tu desierto. No estás solo, no estás sola. Pide fe y resiste. Estás en manos de Dios.
- «La tentación» – Todos somos tentados. Porque todos somos frágiles. El diablo conoce tus puntos débiles. Sabe por donde asomar la cabeza y hacerte dudar. Jesús lo reconoce y le llama por su nombre: Satanás. Jesús se da cuenta de que todas las dudas que le asaltan no vienen de él, de su corazón, Él no es así. Vienen de fuera. ¡Qué importante es que reconozcas los momentos en que serás tentado, tentada! ¡Qué importante es que sepas que estás siendo atacado, probada! ¡Qué importante es reconocer los enredos y saber no dejar enredarse! Una tentación siempre es atractiva y razonable. Siempre. Pero ni brota del amor, ni genera amor. No te deja buen sabor de boca. Te hunde más en el abismo del desierto.
- «¿Y Dios?» – La mayor tentación que vas a tener siempre es Dios mismo. Lo vas a cuestionar, te vas a olvida de Él, lo vas a convertir en el origen de tus males o, como mínimo, lo vas a acusar de tomar partido. Vas a querer que sea un Dios a tu medida, que actúe cuando tú quieras que actúe, que calle cuando tú quieras que calle. Vas a querer un Dios justiciero con quién te haga daño y un Dios comprensivo con el pecado que tú cometas. Vas a querer que hable cuando lo necesites y vas a maldecir sus silencios cuando estés perdido. Vas a soñar con un Dios espectáculo, influencer y mediático… y vas a girar la cabeza cuando lo veas ultrajado, golpeado, crucificado, empobrecido, sometido e incapaz. Esas tentaciones llegarán. ¿Y entonces qué?
Ojalá la Cuaresma sea un tiempo importante para ti. Ojalá te acerque a Dios y te permita preparar tu corazón para afrontar la Semana Santa y la Pascua con verdad. Ojalá veas tu vida en el espejo estos días, la confrontes y la abraces. Ojalá ayunes, ores y des limosna. Ojalá afrontes los desiertos que te preparan para la cruz. Ojalá no te engañes.
Un abrazo fraterno
Santi Casanova